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El tiempo de la oposición

Es posible que lo dicho en las mañaneras pase a un segundo término porque la discusión entre los aspirantes opositores podría revestir mayor interés e importancia.

Un lapso prolongado de la Administración que encabeza el Presidente López Obrador se ha caracterizado por el hecho de que es él quien impone la agenda pública a través de lo que expresa en sus conferencias mañaneras. Es su ‘show matutino’ el que ha definido las conversaciones públicas prácticamente desde el comienzo de su mandato. No ha tenido competidores en esa tarea entre los partidos opositores, o bien, entre otros personajes de la vida pública en México.

Pareciera que esta circunstancia podría empezar a cambiar a partir de que la oposición ha definido ya el método a través del cual seleccionará a su candidato o candidata a la Presidencia de la República.

Como en el caso de Morena, la alianza del PRI, PAN y PRD ha evitado señalar que se trata de la elección de un candidato Presidencial ya que la ley fija que este proceso puede comenzar solamente hasta el mes de noviembre.

Sin embargo, todo el mundo sabe que aunque la denominación que se le dé a la persona elegida sea otra, se tratará realmente del abanderado del frente opositor.

Y por cierto, ni para Morena ni para la oposición, el INE ha expresado hasta ahora ningún reparo a que la actividad siga. De hecho, la Comisión de Quejas del Instituto resolvió que solo el Tribunal Electoral podría detener la competencia.

A diferencia del proceso de selección del candidato del partido oficial, los opositores sí realizarán debates entre los aspirantes.

En las reglas que fijó Morena los debates se prohibieron expresamente. La razón es que el interés primordial de AMLO es que este proceso evite la aparición de fisuras o incluso fracturas en su movimiento y percibe que en caso de que hubiera debates públicos y, por lo tanto, cuestionamientos entre los aspirantes a la candidatura, se correría el riesgo de que aparecieran grietas.

En el caso de los opositores, por el hecho de provenir de fuerzas políticas diferentes, es perfectamente natural que exista discusión pública de las propuestas de uno y otro de los aspirantes. En términos de opinión pública, la existencia de debates que puedan ser seguidos por la ciudadanía, ofrece un atractivo que podría permitir que finalmente, tras varios años, los dichos vertidos en la mañanera quedaran en un segundo término porque la discusión entre los aspirantes opositores podría revestir mayor interés e importancia.

De hecho, en el diseño del método por parte, tanto de los partidos opositores como de las organizaciones ciudadanas que se sumaron a la convocatoria, se elaboró un esquema para que el proceso pudiera ocupar un espacio amplio en la agenda pública mexicana.

No es el único aspecto que atraerá los reflectores hacia los opositores. A diferencia del caso de Morena, en el del frente amplio del PRI, PAN, y PRD, existirán fases diferentes en el proceso. Primeramente habrá un proceso de depuración, al exigir para registrarse y continuar la competencia 150 mil firmas.

Habrá atención pública respecto a quiénes sí pueden seguir en la contienda y quiénes no logran pasar esa aduana. Además de este mecanismo, en el curso de las siguientes semanas, habrán de realizarse foros y aplicar encuestas con objeto de que se depure la lista de los interesados limitándola a un grupo de solamente tres personas. Ese grupo más pequeño también sostendrá debates y al final se realizará una elección primaria.

En el caso de Morena todo se resume a los recorridos que hagan los aspirantes por la República, y al final de cuentas, en los últimos días del mes de agosto, una encuesta será la que defina quién va a ser el candidato del partido en el poder.

La presencia en medios de las “corcholatas” puede hacerse monótona y generar ya poco interés al paso de las semanas.

En el otro lado, hay quien piensa que por el método planteado, va a ser muy difícil para la oposición impedir que las diferencias que se van a hacer manifiestas a lo largo del proceso no lo descarrilen.

La deserción de algunos tras conocerse el método fue visto como una amenaza. Pero, la realidad es que los que tenían más posibilidades de ganar son los que se quedaron compitiendo.

Finalmente se trata de tres fuerzas políticas de origen diferente, con historia y visión del mundo diferentes, a las que ha unido la necesidad de contar con una fuerza mayor para tratar de impedir la permanencia de Morena en el poder. Además de haber logrado la participación de personajes que no son parte de las maquinarias partidistas, como Xóchitl Gálvez.

Desde luego existe el riesgo de la división, sin embargo, me parece que por lo pronto, a pesar de que un grupo de aspirantes tomó la determinación de ya no seguir en la competencia, los resultados han sido favorables en términos de competirle a López Obrador por la atención pública.

Mientras que en el caso de Morena, además, ha sido visible el descontento de Marcelo Ebrard, quien ha señalado persistentemente que no se están cumpliendo todas las condiciones para que exista una competencia con piso parejo, y ha señalado que mientras él no ha hecho movilizaciones masivas, sus contendientes como Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López, han convertido a estas en el sello de sus campañas.

Es prematuro señalar que pudiera haber una diferencia hasta el punto que lo condujera a salir de la competencia de Morena pero sí es sintomático el que las diferencias se sigan haciendo manifiestas y públicas, a pesar de la prohibición de los debates.

Eso representa una oportunidad para la oposición. Si en Morena hubiera una figura que claramente fuera la heredera o heredero de López Obrador y no hubiese otros personajes que reclamaran para sí ese papel, el proceso actual sería mero trámite, pero no es así.

La competencia es real. En la medida que las diferencias al interior de Morena se puedan ampliar, es más factible que los opositores encuentren condiciones apropiadas para realizar una precampaña exitosa.

Aunque algunos han señalado que las dos fuerzas están violando las reglas establecidas por la ley, todo indica que la autoridad electoral, el INE, va a ser tolerante como para no exigir el cumplimiento estricto de los tiempos legales ni en un caso ni en otro, así que tanto Morena como los opositores tendrán la oportunidad de que en las próximas semanas puedan continuar realizando con intensidad las campañas que ya han iniciado desde hace algún tiempo.

Del éxito que estas tengan, dependerá en buena medida cómo llegarán las dos fuerzas al momento en el que se dé luz verde a la competencia constitucional que conducirá a las votaciones del mes de junio del 2024.

Entonces será la hora de la verdad.

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