El tiempo de las corcholatas se está agotando. En pocos días una de ellas será seleccionada con el cargo de Coordinador de los comités de defensa de la cuarta transformación, la antesala de la candidatura presidencial de Morena y sus aliados para 2024.
Pero el proceso no ha sido terso. Los señalamientos de algunos jugadores, especialmente de Marcelo Ebrard, han sembrado dudas sobre el método de la encuesta como mecanismo de selección, y eso eventualmente puede poner en entredicho la legitimidad de quien resulte la corcholata seleccionada.
El uso de las encuestas como mecanismo de selección tiene algunas ventajas pero muchas desventajas, y no me refiero a los aspectos científicos, técnicos o estadísticos, sino a los que son de carácter político.
La encuesta como método de selección de candidaturas puede ser un mecanismo de decisión política centralizada con una fachada metodológica y democrática.
Qué dicen las encuestas periodísticas
A lo largo de varios meses, las encuestas nacionales que han sido realizadas por el EL FINANCIERO registraron las preferencias ciudadanas por quienes aspiran a abanderar a la 4T en la elección presidencial.
La mayor parte del tiempo, Claudia Sheinbaum se ha mantenido como puntera, sacando una ventaja de 10 puntos sobre Marcelo Ebrard en la encuesta más reciente realizada en agosto, ubicándolos con 32 y 22 por ciento de apoyo, respectivamente.
Adán Augusto López ha mantenido consistentemente el tercer lugar, con un apoyo que ha fluctuado entre 10 y 15 por ciento desde enero pasado. El sondeo de agosto le registró un 12 por ciento.
Los otros tres contendientes, Gerardo Fernández Noroña, Ricardo Monreal y Manuel Velasco, aparecen un poco más rezagados.
El apoyo diferenciado a las corcholatas
De acuerdo con las encuestas de EL FINANCIERO realizadas en el mes de julio, que sumaron en total 2,400 entrevistas por vía telefónica, Sheinbaum saca casi el doble de apoyo que Ebrard entre las personas que aprueban la labor del Presidente López Obrador. En contraste, el ex Canciller saca una ligera ventaja entre quienes desaprueban la labor del Mandatario.
Por otro lado, Sheinbaum cuenta con un mayor apoyo entre las personas que se identifican como morenistas, mientras que Ebrard tiene más “arrastre” entre seguidores de la oposición.
Esto sugieren que en la contienda interna Ebrard, como ya él mismo lo ha manifestado, cuenta con más apoyo entre detractores de la 4T. Sheinbaum cuenta con más apoyo obradorista.
Las diferencias de apoyo a las dos corcholatas que lideran las encuestas periodísticas nos recuerdan lo que sucedió en aquella elección primaria del PRI en 1999, cuando los punteros, Francisco Labastida y Roberto Madrazo, se dividían el apoyo de una manera similar: Labastida atraía al voto oficialista de los priistas, mientras que Madrazo atraía a seguidores de la oposición. Al final, la elección la ganó Labastida por 2 a 1.
Las encuestas de Morena
Todas estas encuestas periodísticas tratan de medir el apoyo de las corcholatas con una pregunta lo más directa y clara posible: “¿A quién prefiere para la candidatura de Morena-PVEM-PT a Presidente en 2024?”.
Pero el hecho es que Morena no ha dado a conocer qué se preguntará en su encuesta, incluidos los sondeos “espejo” que harán cuatro organizaciones, las cuales no se sabrá quiénes son hasta que se anuncien los resultados.
Al no haber hasta ahora una métrica clara y transparente, las encuestas de Morena podrían últimadamente arrojar datos discrepantes de los que estamos viendo en las encuestas periodísticas.
Como mencioné al inicio, el asunto de fondo de las encuestas partidistas no es científico ni metodológico, sino político. Por un lado, la insistencia en que hubiera encuestas espejo que se validen entre sí refleja la desconfianza que se les ha tenido desde un principio y que no ha logrado aminorarse.
Por otro lado, las encuestas que manejan los partidos para seleccionar a sus candidatos suelen ser opacas y responder a una lógica no de selección democrática sino de control político. Se trata de ejercicios que, más que empoderar a la ciudadanía, mantienen el control dentro de los liderazgos partidarios.
Los sondeos del Frente
En el Frente Amplio la aceptación de los resultados de encuestas ha sido relativamente aterciopelada, no tanto por el manejo transparente de éstas sino para enviar un mensaje de unidad. Por lo menos así pareció la aceptación de los resultados por parte de Enrique de la Madrid.
Por ahora ya se da por hecho, pero ver a Beatriz Paredes en segundo lugar de la encuesta del FAM levantó cejas aquí y allá. Las encuestas periodísticas previamente publicadas no habían detectado ese nivel de apoyo a la senadora priista. En cuanto a la declinación de Santiago Creel, el diputado no esperó resultados de ninguna encuesta oficial, sino que se ve como una decisión para no dividir las preferencias de simpatizantes panistas ante una tercia que se componía de dos opciones blanquiazules y una roja. En ello se ve reflejado el acuerdo político, más que la aceptación de metodologías sólidas y resultados confiables. Ayer, el PRI informó su respaldo a Gálvez como candidata única a coordinar el Frente Amplio por México, lo que dejaría fuera de la contienda a la priista, Beatriz Paredes, quien estaba abajo de los sondeos publicados este miércoles 30 de agosto.
¿Y después de las encuestas qué?
La primera encuesta del Frente Amplio comprendió 3 mil entrevistas telefónicas y 3 mil en vivienda, dando más peso a las segundas sin mayor explicación ni justificación técnica de por qué se hizo así. Sin embargo, tras el anuncio, Xóchitl Gálvez ganaría el proceso interno de Va por México sin necesidad de llegar a la encuesta ciudadana que daría sus resultados el domingo 3 de septiembre, y se espera que sea la coordinadora del Frente Amplio por México en los próximos meses para después convertirse en candidata a la Presidencia y competir contra Morena y aliados, así como contra Movimiento Ciudadano.
No sabemos aún cuántas entrevistas en total tendrán las encuestas de Morena, pero, suponiendo que cada una de las cinco encuestadoras hace 3 mil entrevistas, eso arrojaría unas 15 mil personas entrevistadas en total.
Ese es el número de mexicanos, contactados por la vía de la encuesta, que decidirán quién es la corcholata ganadora. De entrada no parece ser el mecanismo más democrático, ni más incluyente, ni más legitimador, pero es lo que hay.
Si prevalecen las suspicacias entre las propias corcholatas y no se otorga el reconocimiento por parte de alguna a quien resulte seleccionada, la legitimidad de la candidatura presidencial podría quedar en entredicho, y la posibilidad de fractura ser mayor.
Si la contienda resulta más cerrada de lo que hasta ahora muestran las encuestas periodísticas, el resultado podría complicarse más.
Convenientemente, los resultados de las encuestas partidistas de selección han arrojado diferencias entre primero y segundo lugar de tal manera que no haya elementos para cuestionarlos. Pero ese, como dije al inicio, parece un asunto más político que técnico.
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