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Reinventa la imagen del 'pez diablo' para revivir la economía del sureste de México

El joven que reinventó la imagen del pez diablo para darle movilidad a la economía del sureste de México y ya tiene planes de expansión.

Mike Mitchell, CEO de Acari Fish.

De niño, Mike Mitchell exploraba las playas y colinas cercanas a su casa, en las afueras de Los Ángeles. Su interés por la naturaleza y su fauna siempre estuvo presente por lo que su vida la encaminó a la cercanía con ellos. Hoy, es cofundador de Acarí Fish, una empresa que ha convertido al enemigo en un aliado para revolucionar la imagen de una plaga, el pez diablo, y convertirlo en un recurso básico para la economía de los pescadores del sureste de México.

Fue en 2014 cuando Mike viajó a México con la beca Fulbright-García Robles, otorgada por el Departamento de Estado de Estados Unidos, para investigar el impacto socioeconómico de la acuicultura de pequeña escala en el sur del país. “Fue por medio de entrevistas y encuestas que realicé en Tabasco y Chiapas como me enteré de la problemática del pez diablo. Se trataba de un pez ‘raro’ que había afectado la pesca y el bienestar financiero de los pescadores”, señala en entrevista con Bloomberg Businessweek México.

Con el conocimiento que ya tenía sobre otros casos de especies invasoras, como el pez león, comenzó a impartir talleres gratuitos en las comunidades junto con la chef Lupita Vidal. Ya era una obsesión para él cambiar la concepción del pez diablo, una especie de color marrón claro con manchas y cubierto de espinas, que incluso, se creía que era venenoso.

“Nuestra intención simplemente era quitarle el miedo al pez y fomentar su consumo en la región. Eventualmente se nos acercó un grupo de pescadores interesados en procesar y vender el pez diablo. Empezamos a vender el producto en el restaurante de Lupita en Villahermosa y luego nos expandimos a otros lugares, llegando hasta Nayarit y CDMX”, comenta.


Tabasco es uno de los estados más afectados por la plaga del pez diablo desde su aparición en 1995, que ha dejado sin pesca de mojarras a más de 8 mil pescadores de la zona pues la captura de esta especie representa el 80 por ciento de la pesca total. Es ahí donde comenzó a operar Acarí Fish, nombre que recibe el pez diablo en Brasil, y en donde estableció una planta procesadora. Además de operar en Quintana Roo donde colaboran con cooperativas.

Su proyecto crecía por lo que se asoció con Sam Bordia para convertir el pescado en un negocio.

Una vez que Mike le quitó la categoría de “villano” al pez diablo, lo convirtió en ingrediente para más restaurantes, alimento seco que donaron a migrantes que iban de paso por la zona, y como alimento para mascotas.

“Dado que el mercado está creciendo mucho, hay mucha demanda para productos saludables y sustentables y al final de cuentas, los perros y gatos no son tan quisquillosos como los humanos”, afirma.


Con el paso de los años, los tropezones han sido varios, pero algo que destacar es la resiliencia que ha mostrado la empresa para seguir luchando y superando los desafíos para avanzar en su misión.

Mike visualiza el futuro de Acarí Fish como una red de cooperativas en México, creando un impacto positivo para miles de pescadores e impactando a Belice y Colombia.

“Hace unos años nadie pensaba que fuera posible procesar y vender el pez diablo. Ahora procesamos toneladas cada mes y seguimos expandiendo”. Su recomendación es: “dejar el mundo mejor de lo que está ahora”.

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