Por primera ocasión en la historia del país, el periodo presidencial de 2024-2030, va a comenzar un primero de octubre. Esto implica que en este mes ha comenzado el último año del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
En México, los últimos años de cada gobierno no han sido como cualquier otro. En el pasado tuvimos algunos que significaron cataclismos económicos para el país, mientras que en otros casos se presentaron transiciones políticas que sacudieron a la sociedad mexicana. El último año de cada gobierno casi nunca pasa con tranquilidad.
¿Cómo será en esta ocasión? Quizás un ejercicio útil para tratar de imaginarlo sea recordar algunos de los años finales de cada gobierno en los últimos ocho sexenios.
En 1976, transcurrió el último año del sexenio del Presidente Luis Echeverría. Su administración estuvo caracterizada por la ruptura de la estabilidad económica y financiera, no solamente en México, sino a nivel global.
Desde 1971 empezó a hacer crisis el sistema financiero internacional configurado en 1944, tras los acuerdos de Breton Woods. Igualmente, en 1973 se presentó un embargo petrolero que cuadruplicó los precios del hidrocarburo y detonó un proceso inflacionario global.
En México, la política de prudencia fiscal que se había aplicado en las décadas de los cincuenta y los sesenta fue abandonada por el gobierno de Echeverría. Así, el 31 de agosto de aquel último año del sexenio se anunció el fin del sistema de tipo de cambio fijo que determinaba que la paridad era de 12.50 pesos por dólar. Concluyó el sexenio en medio de un intenso enfrentamiento entre el gobierno y el sector privado con fuertes presiones inflacionarias y una crisis en la balanza de pagos.
El siguiente sexenio, cuyo último año fue el de 1982, no terminó mejor. José López Portillo comenzó el final de su mandato, igualmente, con una devaluación que derivó de los problemas vinculados con la deuda externa del país.
El año de 1982 se caracterizó por una secuencia de problemas financieros que desembocaron en la estatización de la banca, la cual fue anunciada el 1 de septiembre durante el último informe presidencial. De nueva cuenta se produjo una fuerte depreciación de nuestra moneda y una situación crítica en las relaciones entre el gobierno y el sector privado.
El sexenio de Miguel de la Madrid vivió una secuencia de crisis financieras casi permanentes y desde el año 1986 vivimos una situación de hiperinflación. El último año de la administración de De la Madrid continuó esta circunstancia de inestabilidad financiera, pero ya bajo relativo control después de que las políticas heterodoxas de control de precios y salarios, los llamados “pactos”, empezaron a rendir frutos.
Sin embargo, en ese año cambió el sistema político mexicano. Se presentó una fractura en el Partido Revolucionario Institucional, en el poder desde 1929 (con otros nombres). Tal división condujo a la candidatura presidencial de Cuauhtémoc Cárdenas, la cual, por primera vez, desde el fin de la Revolución Mexicana, desafió realmente el control que tenía el PRI sobre el sistema político.
Aunque el candidato oficial, Carlos Salinas de Gortari, ganó la elección, comenzó entonces una secuencia de transformaciones del sistema político y electoral del país, que cambiaron radicalmente el panorama. Fue 1994 el último año del sexenio de Carlos Salinas de Gortari, y quizás como en pocas ocasiones se conjugaron entonces las crisis financieras y políticas.
El 1 de enero de 1994, fecha en la que entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio con EU y Canadá, se dio la insurrección zapatista que sacudió profundamente a las estructuras políticas del país y atrajo las miradas de todo el mundo. En marzo de aquel año ocurrió el asesinato del candidato presidencial del PRI, favorito para ganar la presidencia de la República, Luis Donaldo Colosio.
Por primera vez en décadas, la violencia política parecía acechar al país. Además, al final de la administración de Salinas de Gortari, y durante el primer mes del nuevo gobierno se presentó una de las crisis económicas y financieras más severas de las que se tuviera memoria desde la de 1929. El llamado “error de diciembre” sacudió tremendamente a las estructuras económicas y financieras del país.
El último año del siguiente gobierno, encabezado por el Presidente Ernesto Zedillo, el año 2000, terminó con una situación financiera relativamente estable; sin embargo, lo que sí se presentó fue una gran sacudida política. Por primera ocasión, la oposición ganó la presidencia de la República con la candidatura de Vicente Fox. Concluyó así un monopolio de poder de poco más de siete décadas.
En el año 2006, el último del gobierno de Fox, lo que tuvimos fue una crisis de legitimidad política. Felipe Calderón, del PAN, ganó las elecciones por un estrecho margen al candidato opositor, Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, AMLO no reconoció el resultado y lanzó una serie de movilizaciones para tratar de revertirlo.
Aunque no lo consiguió, el año 2006 fue de enorme tensión pues, incluso, por los bloqueos que se habían instalado, Calderón estuvo a punto de no tomar posesión el 1 de diciembre. Quizás el único fin de sexenio realmente tranquilo fue el de 2012, ya que el triunfo de Enrique Peña no tuvo cuestionamiento ni tampoco se conjugó una crisis política o financiera.
No ocurrió lo mismo al final del sexenio de Peña, en el año 2018. En esa ocasión, por primera ocasión en la historia, un candidato respaldado por la izquierda, AMLO, ganó la presidencia por amplio margen, pero además logró el control del Congreso.
Fue tal el impacto que empezó a gobernar antes de tomar formalmente el poder y anunció la cancelación del Aeropuerto de Texcoco, el más grande de los proyectos de infraestructura del gobierno de Peña. No sabemos qué es lo que pueda ocurrir en el año 2024 o incluso desde los últimos meses del 2023.
En materia financiera, no se ha logrado erradicar la sombra de la amenaza de una recesión en Estados Unidos, que inevitablemente afectaría a México. Pero también se piensa que se empezarán a notar los efectos benéficos del nearshoring en la economía.
En el ámbito político, quizás el único escenario que podría ser tormentoso es un resultado muy estrecho en la elección presidencial, que pudiera no ser reconocido por las fuerzas en contienda, especialmente si fuera desfavorable para el partido en el gobierno. En unos cuantos meses tendremos un panorama más claro de lo que podemos esperar.
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