Cuando arranque el 2025, nos encontraremos en una circunstancia en la cual las empresas y los inversionistas tendrán que navegar en una condición de incertidumbre, como pocas veces se ha visto. Esta deriva de circunstancias internas respecto a lo que pasa en México, pero también de condiciones del entorno en Estados Unidos y en el conjunto del mundo. Revisemos cada ámbito por separado.
En el caso de México, la mayor parte de los Consejos de Administración de las grandes empresas han tomado la decisión de establecer un compás de espera antes de tomar decisiones respecto a los proyectos que tienen planeados.
No es que las empresas vayan a interrumpir inversiones en curso, y menos aún que vayan a desmontar las fábricas que ya tienen instaladas en nuestro país para llevarlas a otros destinos.
Lo que sí va a ocurrir es que los proyectos de expansión en las empresas establecidas, o bien los de otras que estaban analizando instalarse en México, van a evaluar las implicaciones del cambio de entorno doméstico, particularmente en lo que se refiere a la reforma judicial, o bien, el cambio en el estatuto de los órganos reguladores.
En muchos Consejos de Administración, sobre todo de empresas extranjeras pero también de algunas grandes empresas nacionales, se está esperando a analizar cuál será realmente la implicación de la reforma judicial.
Aunque en principio se considera que se va a perder capital humano, es decir, la capacitación de cientos o quizás miles de funcionarios del Poder Judicial, tampoco existe un prejuicio a propósito del resultado que este cambio puede tener.
Si se considera que seguramente el Poder Judicial que resulte después de esta reforma va a ser más proclive al gobierno federal en funciones, esto implica que aquellas empresas que tengan una relación cercana y que por lo tanto estén más sujetas a litigios con el gobierno de la República, eventualmente, van a estar más expuestas a los cambios judiciales.
Otras empresas, cuyas áreas de litigio tengan que ver mayormente con particulares, probablemente estén más a la expectativa de lo que resulte de la reforma judicial y del tipo de perfiles que ocupen los puestos de los actuales jueces y magistrados.
Además, muchos de los casos en pleito actualmente van a seguir dirimiéndose en el ámbito de la justicia local, que no va a cambiar mayormente hasta el 2027.
En cualquier caso, lo que es natural en una circunstancia como esta es que las empresas decidan abrir un paréntesis antes de continuar con proyectos que pueden iniciar al final del 2025 o más adelante. En ese sentido es probable que en materia de inversión, los primeros meses del 2025 tengan malos resultados, pues ya reflejarán de manera clara este paréntesis que se ha abierto.
Sin embargo, este no es el único factor de incertidumbre doméstica.
Otro de los que están sobre la mesa es el cambio de los órganos reguladores.
No será igual en cada uno de ellos. La extinción del INAI, que quizás es la más mediática, interesa menos a las empresas.
Sin embargo, en el caso de la Comisión Federal de Competencia Económica (Cofece) o el Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT), se estará esperando el desempeño del nuevo organismo que los va a reemplazar para evaluar cuál será la implicación tanto en materia de competencia económica como en el impacto que tenga en las inversiones.
Pero, la incertidumbre no solo provendrá del ámbito doméstico.
Otro de los ingredientes relevantes para definir lo que va a ocurrir en el 2025 será lo que pase con el gobierno de Donald Trump.
En materia comercial, la visión del nuevo presidente norteamericano es la aplicación de aranceles para proteger empresas e industrias establecidas en los Estados Unidos e incentivar el regreso de plantas que se encuentran en otros lugares del mundo para instalarse en la Unión Americana.
No obstante, el tema más importante que va a confrontar Trump es el de China.
Aunque México es el principal proveedor de los Estados Unidos, el país con el cual el déficit comercial es mayor, es con China, pues las exportaciones de Estados Unidos a ese país son mucho menores que las que hace a México.
Si el enfoque de la administración Trump fuera castigar a las importaciones provenientes de China para reducir ese déficit, de manera paradójica, nuestro país podría beneficiarse.
Le explico.
Si, por ejemplo, Estados Unidos aplicará un arancel de 60 por ciento a todas las importaciones chinas, pero solamente uno de 25 por ciento a las exportaciones mexicanas, nuestro país se vería beneficiado con 35 puntos porcentuales respecto a su principal competidor.
Sin embargo, esto también podría motivar a que más y más empresas tomaran la decisión de instalarse en Estados Unidos, en lugar de considerar una locación como México.
La política fiscal del gobierno de Trump, que reduciría hasta el 15 por ciento el impuesto sobre la renta de las corporaciones, también contribuiría a motivar el regreso de las inversiones a los Estados Unidos.
No obstante, cuando se pongan sobre la balanza todos los elementos a evaluar, quizás haya algunas empresas, o tal vez muchas, que sigan considerando que pese a esa diferencia en materia de imposición, resulta mejor invertir en México, por los costos regulatorios, así como por el costo de la mano de obra.
Lo que es un hecho, es que todo esto se encuentra entre interrogaciones.
Muchas empresas buscarán posponer decisiones hasta que el entorno esté más claro, salvo aquellas que tengan que tomarlas de manera perentoria por cualquier circunstancia.
En ese sentido, el arranque del 2025 será una etapa de gran incertidumbre.
Pues, además, si adicionamos a estos elementos, lo que va a ocurrir en el ámbito político a nivel global, las cosas se complican más.
No sabemos qué vaya a ocurrir en Europa, tras la llegada del presidente Trump.
Pudiera darse la circunstancia en la que ante la suspensión de ayuda de los Estados Unidos, el gobierno de Ucrania emprendiera negociaciones con Rusia para llegar a un acuerdo de paz.
Pero también pudiera haber una situación de alarma en Europa al considerar que Estados Unidos, con la visión de America First se desentendiera de los países europeos dejándolos a su suerte.
Este cuadro sería muy apetecible para que Rusia emprendiera ofensivas contra otros países a sabiendas de que la OTAN se fractura pues Estados Unidos ha decidido no inmiscuirse en conflictos regionales.
No lo sabemos.
Lo cierto es que el entorno global seguirá complicado por un buen tiempo, lo que se adiciona a la complejidad que tendremos en el entorno económico, derivado de lo que pase en México y en Estados Unidos.
Tiempos de incertidumbre y turbulencia nos deparan.
Lee aquí la versión más reciente de Bloomberg Businessweek México: