A fines de diciembre, Kathy Machir llamó a Marcela Zavala Taylor, su agente desde hace nueve años en la financiera Monex Casa de Bolsa, porque necesitaba efectuar un pago a los contratistas que le hacen una casa en San Miguel de Allende.
Por lo habitual, Zavala transfería el dinero o enviaba a su asistente, Juan, con un sobre lleno de efectivo. Monex, con 5.2 mil millones de dólares en activos y operaciones tan solo en Estados Unidos, se 'cólo' en las vidas de Machir y otros 10 mil estadounidenses que se mudaron a San Miguel de Allende.
La transferencia nunca se produjo, tampoco se presentó Juan, Zavala no respondió a las llamadas, y Kathy y Jim Machir descubrieron que sus ahorros de 250 mil dólares habían desaparecido.
Cuando los Machir y otros miembros de la comunidad extranjera de San Miguel se reunieron con personal de Monex a principios de enero, el alcance de la estafa tomó forma: faltaban aproximadamente 40 millones de dólares de al menos 158 cuentas, pertenecientes en su mayoría a estadounidenses, muchos de ellos jubilados.
Alrededor de una docena de personas entrevistadas por Bloomberg Businessweek dijeron que los estados bancarios enviados por Zavala que mostraban las cuentas intactas fueron presuntamente falsificados. La mayoría dice que el banco poco les ha dicho desde que interpusieron la denuncia o intentó llegar a un acuerdo ofreciendo una cantidad mucho menor a la adeudada.
"Cuando nos dijeron que teníamos seis pesos en nuestras cuentas, me sentí enferma", dijo Kathy Machir. "Desde entonces, no nos han tratado de buena fe".
El escándalo ha afectado a la comunidad estadounidense de San Miguel, la mayoría personas jubiladas, y ha puesto bajo los focos la cuestión de la seguridad bancaria en México, donde los casos de fraude financiero se han duplicado en los últimos cuatro años.
Muchos estadounidenses se mudan a México en busca de un clima templado y bajos costos de vida para su jubilación, y encuentran que tienen que lidiar con muchas menos protecciones legales y financieras de las que brinda Estados Unidos.
"Desafortunadamente, este tipo de fraude se está volviendo más común", aseguró Kevin Carr, fundador de la consultoría Finiden, en Washington D.C., y exrepresentante del Departamento del Tesoro estadounidense en México. "Las autoridades mexicanas tratan de perseguir los casos, pero frecuentemente no tienen éxito".
Los fraudes han detonado en México. En 2018, hubo 7.3 millones de quejas que involucraron 18.9 mil millones de pesos, de acuerdo con la Comisión Nacional para la Protección y Defensa de los Usuarios de Servicios Financieros (Condusef).
El número de quejas presentadas el año pasado duplica a las registradas en 2014. La mayoría de los bancos no tiene controles que alerten de actividades contables y financieras sospechosas o sobre el comportamiento de sus empleados, y hay un aumento en el crimen cibernético, mencionó Carr.
Monex mencionó en un comunicado que está investigando las acusaciones realizadas en contra de Zavala: "Las acciones legales siguen en curso en este caso y ningún detalle puede darse a conocer para no entorpecer la investigación", apuntó el banco.
Eva Gutiérrez, portavoz de la financiera, explicó que la empresa trabaja con los clientes y ha llegado a acuerdos con 70 por ciento de los quejosos.
Alberto Loyola, un abogado que representa a Monex, declinó ser entrevistado para este artículo. Algunos clientes entrevistados por Bloomberg que llegaron a un acuerdo de reembolso con el banco, mencionaron que Monex les pidió presentar cargos en la Procuraduría General de Justicia (PGJ) en la Ciudad de México y que mencionaran a Zavala.
La PGJ no respondió a diversas solicitudes de comentario.
Zavala, quien no ha sido acusada de ningún delito, mencionó en una conversación telefónica que vive en San Miguel de Allende, pero declinó hacer algún otro comentario.
"Por instrucción de mis abogados no puede decir nada, adiós". Peggy Taylor, la madre de Zavala, comentó que su hija es el chivo expiatorio de la corrupción del banco. "Monex tiene mucho que ver en este asunto también", dijo.
A lo largo de más de 20 años en Monex, Zavala se convirtió en la banquera favorita de San Miguel, ganándose la confianza de los expatriados con promesas de jugosos rendimientos en cuentas que ella aseguraba estaban denominadas en dólares y eran inmunes a las fluctuaciones del tipo de cambio.
Zavala también es parte de la 'realeza' local: es hija del excalcalde de la ciudad, Manuel Zavala, y su esposa Taylor, nacida en Texas, era agente inmobiliaria de Christie's International Real Estate.
Los Machir, luego de descubrir que sus ahorros habían desaparecido, se reunieron con Loyola, el abogado externo de Monex.
Mencionaron que Loyola le echó la culpa a Zavala, también comentaron que probablemente ella no pudo haber cometido el fraude por sí sola. "No se preocupen, les vamos a reponer todo", dijo Loyola, de acuerdo con el relato de Kathy Machir.
Casi cuatro meses más tarde no hay señal alguna de un posible reembolso y los Machir han empezado a liquidar algunos activos. En enero, Kathy cobró su póliza de seguro de vida y en marzo, manejaron su Subaru 2012 hasta Estados Unidos, donde lo vendieron por 9 mil 300 dólares que usaron para pagar a los constructores de su propiedad en México.
Kenneth Karger, un cirujano dental jubilado en Fort Worth, Texas, y con una propiedad en México, afirma que Monex le debe 7.5 millones de pesos.
Karger dejó de recibir estados de cuenta después de junio del año pasado, al igual que los Machir.
El hombre afirma que Zavala le mencionó que Monex estaba cambiando a una plataforma bancaria en línea y le envió algunos correos electrónicos donde le mostraba su supuesto balance. Más tarde, Karger revisó varios estados de cuenta que pudo recuperar de Monex y notó que había retiros de dinero y transferencias electrónicas que él nunca autorizó.
Una carta notariada que los abogados de Karger enviaron a altos ejecutivos de Monex el pasado 15 de abril enlista 12 alegatos de fraude, incluyendo transferencias de dinero a personas a quienes los afectados ni siquiera conocían, inversiones no autorizadas, y cambios en la información de acceso para las cuentas.
"Si un empleado con nivel relativamente bajo puede acceder a tu cuenta, cambiar tu dirección de correo electrónico para notificaciones, modificar tu contraseña, redireccionar depósitos, retiros y transferencias, entonces tienes un sistema de seguridad de preescolar vigilando decenas de millones de dólares", dijo Karger.
Howard Haynes, de 83 años, se mudó a San Miguel de Allende hace 22 años proveniente de Kansas.
Zavala, asegura, fue una de las primeras personas que conoció y ella lo invitó a ser cliente de Monex en 2004, bajo la promesa de tener seguridad.
Al inicio, su cuenta registró retornos de 14 por ciento con acciones de empresas como Walmart de México. Zavala, además, le conseguía fondos con poca antelación e iba a su casa a tomar café y llevaba pan dulce.
Desde luego, Haynes la recomendó con amigos. Cuando Zavala dejó de responder sus llamadas en diciembre, Monex le informó que su cuenta, que supuestamente tenía una cantidad importante de dinero, en realidad registraba menos de 13 mil dólares. Haynes señaló que cuando finalmente pudo obtener un estado de cuenta real de Monex, había transferencias de dinero a personas que ni siquiera conocía.
Haynes comentó que Monex le afirma que únicamente le debe la cantidad que aparece en su cuenta y nada más. Empleados del banco también le dijeron que Zavala movió su cuenta de Banco Monex, la entidad bancaria del grupo, a Casa de Bolsa, su servicio de corretaje.
Eso significa que su dinero ya no puede ser considerado como un depósito asegurado. "Parte de esto es culpa mía", afirmó Haynes. "Ni siquiera sospechaba de esto".
Alyssan Posner, una exvicepresidenta la Bolsa Mercantil de Chicago que vive en San Miguel de Allende, relató que también tuvo problemas para obtener a tiempo estados de cuenta de Monex desde que abrió su cuenta hace cuatro años.
El 18 de diciembre, intentó hacer una transferencia de fondos a otro banco, pero cuando la operación no pudo realizarse rápido, empezó a hacer llamadas. Monex le dijo que sus cuentas y la de su madre, quien tiene 86 años, no tenían prácticamente nada de dinero.
Posner comentó que Monex le ofreció apenas 60 por ciento de los que ella cree tenía en sus cuentas y por ello está demandando al banco.
Otro caso es el del restaurantero de San Miguel, Arvin Kagan, oriundo de Chicago y quien afirma no importarle el rol que Zavala haya tenido en el fraude.
Él está convencido de que Monex tiene la responsabilidad de darle a él y al resto de los defraudados su dinero, sin importar quién dentro del banco se lo llevó.
Kagan quiso revisar su cuenta en enero y fue informado por empleados de Monex que ya no tenía una con ellos.
Sospechando un fraude, Kagan agendó una reunión el 25 de enero con representantes del banco, quienes le dijeron que su cuenta había cerrado desde agosto de 2015.
Él replicó que eso era imposible, ya que Zavala le había depositado dinero cada vez que él lo solicitaba durante años después de la fecha mencionada y, según sus cálculos, debía tener un monto importante en la cuenta.
"El fraude es que Monex se rehúse a darme mi dinero", dijo Kagan. "Sé que puedo ir a los tribunales para recuperar mi dinero, pero será costoso y tardará años".
Monex ha llegado a algunos acuerdos con algunas de las víctimas. Cory Gray, de 86 años, afirma que abrió una cuenta con Monex hace 6 años con al menos 300 mil dólares.
El 18 de diciembre, dijo, Zavala le reportó que únicamente tenía 42 mil dólares ya. Fue lo último que oyó de ella. El banco le ofreció 29 mil dólares si ya no hacía más reclamos. Los tomó, por miedo de que el pleito con Monex la dejara sin absolutamente nada de dinero. "Estaba feliz con los 29 mil dólares dado que pensaban que no obtendría nada", dijo Gray.
Bruce Brown, un ingeniero de sonido retirado de Australia, afirma que obtuvo todos sus 250 mil dólares de vuelta, luego de presentar una denuncia en contra de Zavala en la PGJ.
Sin embargo, luego de recibir el cheque, un representante de Monex le llamó para pedirle 50 mil dólares. El banco, dijo, le había pagado de más. "Les dije que podían irse al carajo", mencionó Brown.