Sabía que iba a provocar risas. "Levanten la mano si la razón por la que están aquí es porque hay luz".
Era una comienzo fácil para Oscar Martínez, uno de los muchos comediantes que atraen a multitudes en Caracas, la abatida capital de Venezuela. Tuvo otro golpe seguro cuando escogió a una pareja del público, hizo algunas preguntas y descubrió que la mujer tenía pasaporte español.
"¿Se comprometieron y van a emigrar; o se comprometieron porque van a emigrar?" La gente explotó de la risa.
La crisis en el país es oficialmente un asunto de risa. Los venezolanos siempre han sido rápidos en convertir la tragedia en chistes. Aquí es una larga tradición. Ellos se identifican como ruidosos, irreverentes, informales y muy cómicos.
Podrá existir una crisis en la nación sudamericana, pero los comediantes están viviendo un momento único, con espectáculos casi todas las noches de la semana.
En una ciudad con pocas diversiones agradables, "los comediantes son las nuevas celebridades", explicó Camila Mirabal, una joven de 23 años que trabaja en recursos humanos.
Salir a cenar o incluso ir al cine es increíblemente caro para la mayoría, y no hay mucho más que hacer para entretenimiento, a menos que su idea de diversión sea pasar un rato en un centro comercial donde las tiendas no tienen mucho que ofrecer.
Una ventaja que juega a favor de los espectáculos de humor es que, a menudo no hay gastos, más allá del costo de una cerveza o dos.
Martínez, que llevaba una camisa tropical, ofreció otra explicación, siguiendo el viejo dicho de que la risa es la mejor medicina.
"Ir al psicólogo es demasiado caro", dijo el hombre de 31 años después de un reciente espectáculo en Cusica, un barrio de clase alta en las colinas. "Y en algún lado tenemos que hablar sobre lo que está pasando".
Teniendo en cuenta lo que está sucediendo, "los chistes casi se escriben solos".
Las dificultades en el país -estantes vacíos en los supermercados, apagones, grifos sin agua y la negativa del presidente Nicolás Maduro a dejar el poder, por nombrar algunas- se prestan con facilidad a ser objeto de chistes. Es el 'humor negro', creado para situaciones desesperadas y sin esperanza.
Esa famosa línea entre la tragedia y la comedia se está volviendo cada vez más delgada en Venezuela.
El tema de la política no está prohibido, a pesar de que Maduro no aprecia las ocurrencias a su costa: dos bomberos en el estado de Mérida fueron encarcelados más de un mes en 2018 después de publicar un vídeo de un burro que recorría su cuartel de bomberos, refiriéndose al animal en una voz en off como Maduro.
"Reírse es subversivo cuando uno sabe que lo pone en peligro", afirmó Ricardo del Bufalo, de 27 años, quien a menudo cuenta en sus espectáculos cómo tiene que cepillarse los dientes con un Colgate falso y cómo las elecciones fraudulentas lo llevaron a darse a la bebida.
En un espectáculo reciente en 'La Íntima', Alessio Vargas arremetió contra Maduro al imitar a su madre, poniendo un acento colombiano muy cerrado, aludiendo a la teoría de que el hombre que está acabando con Venezuela nació, de hecho, al otro lado de la frontera.
La mayoría de los humoristas hacen sus espectáculos en el lado este y rico de Caracas. No parece que haya chavistas comediantes en el circuito en ninguna parte de la ciudad.
El humor en Caracas está en una burbuja, afirmó Alessandra Hamdan, de 32 años, quien dirige la compañía de teatro Improvisto."Estamos desesperados por reír".