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Así de grave contamina el maravilloso crucero que tanto ansías

La lenta ecologización del lujo y la alta dependencia a los hidrocarburos suman al desastre.

Luego de que un crucero de 13 pisos chocara contra un muelle en Venecia este verano, los vénetos se manifestaron en puentes y canales coreando "No grandi navi" o "No a los grandes barcos", logrando que las autoridades locales prohibieran los cruceros en el centro de la ciudad. Preocupadas por el turismo masificado y la contaminación de los grandes barcos, Barcelona (el destino de cruceros más popular de Europa) y la ciudad croata de Dubrovnik (donde se rodó gran parte de Juego de Tronos) están estudiando limitar el número de cruceros que llegan a sus puertos. Y Southampton, el principal puerto de cruceros del Reino Unido, quiere que los buques operen con electricidad en la costa para que no quemen combustible mientras están atracados. "A las comunidades les resulta difícil ver los beneficios de estos grandes cruceros", dice Christopher Hammond, edil del ayuntamiento de Southampton. "Es algo muy evidente: una enorme chimenea que escupe humo y hollín. La gente piensa 'estoy respirando todo eso'".

Las compañías de cruceros, con sus folletos y sitios web repletos de fotos de prístinas aguas azules y costas inmaculadas, están profundamente conscientes de la importancia de una imagen impoluta. Las navieras más importantes (Carnival, Royal Caribbean International y Norwegian Cruise Line) dicen que han realizado mejoras en la sostenibilidad, como la prohibición de algunos plásticos de un solo uso y un mayor consumo de alimentos de origen local, pero reducir las emisiones es más complicado. La mayoría de los barcos usan como combustible una mezcla espesa y azufrada de la sustancia residual que queda después de que se refina la gasolina y otros combustibles de mayor valor. Aunque algunos barcos más pequeños pueden funcionar con electricidad, las baterías aún no son capaces de alimentar enteramente un crucero que podría pasar varios días en el mar.

Hasta el momento, la alternativa más popular es el gas natural licuado (GNL), que puede reducir las emisiones de óxido de azufre y óxido de nitrógeno en un 90 por ciento y la producción de dióxido de carbono en un 20 por ciento. Carnival, el líder de la industria, introdujo este año el primer crucero propulsado por GNL, y alrededor de tres docenas más están en construcción, según la certificadora DNV GL. Pero los ambientalistas dicen que esos motores pueden derramar metano, un gas de efecto invernadero mucho más dañino, y debido a que la vida útil de un barco se mide en décadas, no es prudente depender demasiado en la tecnología. "Apenas están comprometiéndose a transitar al GNL durante los próximos 30 años o más. No tenemos ese tiempo para atajar los problemas que enfrenta nuestro clima", dice Marcie Keever, directora de océanos y embarcaciones de Friends of the Earth.

Para abordar la contaminación emitida por su flota actual, las líneas de cruceros están agregando depuradoras que capturan los vapores de azufre de las chimeneas de los barcos. Alrededor de la mitad de los 268 buques operados por miembros de la Asociación Internacional de Líneas de Crucero han instalado dichos filtros, con la intención de cumplir con las normas mundiales que entrarán en vigor el próximo año para reducir las emisiones de azufre en un 85 por ciento. Sin embargo, los ambientalistas tampoco son partidarios de esos dispositivos porque producen agua ácida que se vierte al océano. "Las depuradoras convierten la contaminación del aire en contaminación del agua", advierte Kendra Ulrich, quien es activista del sector naviero en Stand.earth, una organización ambiental que se dedica a investigar los problemas marítimos. Docenas de ciudades, entre ellas Singapur y todos los puertos de China, han prohibido los buques con dicha tecnología.

En las últimas décadas, las grandes empresas de cruceros han sido multadas con decenas de millones de dólares por contaminar. En junio, Carnival acordó pagar 20 millones de dólares para resolver un caso en Estados Unidos por haber vertido plástico en las aguas de las Bahamas y ocultar violaciones ambientales. En 2016 la compañía ya había sido multada con 40 millones de dólares después de admitir el vertido ilegal de residuos contaminados con petróleo. Mike Kaczmarek, jefe de tecnología marina de Carnival, sostiene que los dos casos y el historial ambiental de la compañía no han afectado las reservas de pasajeros. La inversión de la industria en depuradoras, dice, evidencia su compromiso con la limpieza de los mares, y agrega que las prohibiciones de la tecnología son injustas. Los opositores "no pueden ofrecer fundamento científico", dice. "Es solo una reacción al ruido que escuchan en el mercado".

Noruega ya ha impuesto normativas para el azufre mucho más estrictas que las nuevas directrices mundiales. El país nórdico se ha comprometido a que los fiordos sean regiones de cero emisiones para 2026, esas aguas abiertas solo admitirán embarcaciones propulsadas con electricidad. En marzo, la Autoridad Marítima de Noruega multó a una empresa griega de cruceros con casi 80 mil dólares por violar las regulaciones de azufre.

La compañía noruega de cruceros Hurtigruten dice que puede marcar la pauta hacia el futuro con barcos como el MS Roald Amundsen, que en julio emprendió su viaje inaugural desde Tromso, Noruega, en el Círculo Polar Ártico.

Hurtigruten refiere que ese crucero de 530 pasajeros es el primer barco híbrido del mundo, propulsado con baterías con un motor de GNL como respaldo, por lo que emite un 20 por menos de dióxido de carbono. La compañía planea convertir once de sus 16 barcos a energía híbrida en los próximos dos años.

Eso es posible porque los barcos de Hurtigruten son relativamente pequeños, con poco más de 500 camas. Sería mucho más difícil usar tecnología híbrida en muchos de los cruceros de Carnival, que pueden alojar a más de cinco mil pasajeros. Los barcos más grandes necesitan más potencia por tonelada de desplazamiento que los barcos más pequeños, y Carnival dice que las baterías requeridas para uno de sus gigantescos cruceros ocuparían casi todo el espacio a bordo.

El director ejecutivo de Hurtigruten, Daniel Skjeldam, replica que la forma más sencilla de reducir la huella ambiental de los cruceros es poner fin a la "megalomanía" de barcos cada vez más grandes. "La industria necesita concentrarse más en lograr que las emisiones totales de una unidad de crucero bajen a un nivel sostenible", dice. Y a medida que más consumidores, e incluso inversionistas, comiencen a exigir embarcaciones más ecológicas, "las empresas que no toman en serio la sostenibilidad, que no cambian y no invierten en tecnología, habrán desaparecido en una década".

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