Puede que Donald Trump haya golpeado a Venezuela con sanciones para cambiar el régimen del presidente Nicolás Maduro, pero la industria energética de la República Bolivariana tiene un aliado: Chevron Corp.
A pesar del esfuerzo del gobierno estadounidense por trastocar los recursos financieros disponibles del régimen venezolano, la segunda mayor compañía petrolera de Estados Unidos trabaja para reforzar uno de los principales pilares económicos del gobierno de Maduro: su capacidad para producir crudo.
Chevron ayuda en la explotación de cuatro yacimientos en el país, al tiempo que prueba nuevas tecnologías de inyección para maximizar la producción en uno, afirma una persona familiarizada con las operaciones quien pidió el anonimato. Chevron también está ayudando a pagar los suministros, los gastos e incluso la atención médica de los trabajadores de la petrolera estatal Petróleos de Venezuela SA (PDVSA) para que el crudo siga fluyendo, señala esa persona.
Las acciones de Chevron son una apuesta a largo plazo en una Venezuela que actualmente está económicamente devastada. Los rivales estadounidenses y europeos han abandonado en buena medida el país sudamericano, pero Chevron está apostando por una recompensa futura si permanece en un país con reservas probadas de crudo de 303 mil millones de barriles, unos 7 mil millones más que Arabia Saudita. Si Maduro retiene el poder, Chevron mantendrá su limitada pero rentable posición en Venezuela. Si Maduro se va y las sanciones estadounidenses terminan, la compañía podría ser la primera en beneficiarse de las enormes riquezas geológicas del país.
"Intentarán aguantar el mayor tiempo posible", dice Francisco Monaldi, profesor de economía energética en el Instituto Baker de Políticas Públicas de la Universidad Rice. "Creo que saben que habrá una apertura petrolera distinta a la de Brasil y México o a la de la propia Venezuela en el pasado, que tendrá que abrir los mejores yacimientos" a las compañías petroleras internacionales.
La apuesta coloca a Chevron en el mismo saco que las petroleras estatales de Rusia y China que han apoyado el régimen de Maduro, y potencialmente en conflicto con su país de origen. La compañía opera en suelo venezolano gracias a una exención de las sanciones estadounidenses contra Venezuela emitida por el Departamento del Tesoro, pero esta expira el 27 de julio. Si el gobierno estadounidense decide no renovar la exención ello podría paralizar la producción de más de 200 mil barriles diarios en los cuatro proyectos que Chevron tiene, aun cuando la mayor parte de esa producción queda en manos de PDVSA. Y podría hacer que Maduro entregue la participación de Chevron en estos yacimientos a otras empresas exploradoras. "Si los productores occidentales se van, los chinos y los rusos dominarán las reservas de petróleo más grandes del planeta. Dudo que Trump quiera eso", indica Raúl Gallegos, director asociado de la consultora Control Risks y autor de ¿Cuándo se jodió Venezuela? Sobre cómo el país con las reservas petroleras más ricas del mundo acabó sumido en la ruina, otra vez.
Chevron inició la exploración de petróleo en Venezuela hace casi un siglo. En 1946 descubrió el yacimiento Boscán en la cuenca del lago de Maracaibo, lo perdió en la nacionalización de los años setenta y recuperó los derechos operativos en 1996. La refinería Pascagoula de Chevron en Mississippi está diseñada para procesar el crudo pesado proveniente de ese campo.
La compañía también tiene una pequeña operación de petróleo ligero en Maracaibo y otros dos proyectos en la Faja del Orinoco en el oriente del país. En abril, el CEO Mike Wirth dijo que los activos en Venezuela no se incluirán en un plan de desinversión de 20 mil millones de dólares que la compañía anunció junto con su oferta de 33 mil millones de dólares por Anadarko Petroleum Corp.
Ali Moshiri, quien fuera jefe de exploración y producción para África y América Latina de Chevron hasta 2017, forjó estrechos lazos con Hugo Chávez durante su presidencia de 1999 a 2013. Moshiri llegó a aparecer en el programa de televisión Aló Presidente de Chávez incluso cuando el mandatario populista reformó los contratos con petroleras extranjeras para beneficiar a PDVSA.
Chevron sobrevivió a Chávez, pero sobrevivir a Maduro no será tampoco fácil. Su relación con el gobierno se vio afectada por la caída de los precios del petróleo, el colapso económico y la crisis humanitaria que siguieron a la muerte de Chávez. El año pasado, dos empleados de Chevron fueron arrestados y retenidos durante siete semanas por razones que ni el gobierno ni la compañía revelaron. Con todo, la petrolera estadounidense continúa trabajando con el gobierno para mantener intactas sus operaciones. La empresa tiene una prometedora concesión en una gigantesca explotación de esquisto bituminoso en Argentina y está comenzando a explorar aguas ultraprofundas en Brasil, pero Venezuela sigue siendo su principal fuente de producción de crudo en Latinoamérica.
En su proyecto de mayor envergadura, la planta PetroPiar en el Orinoco, la producción aumentó de 86 mil 500 barriles diarios en mayo a 128 mil 300 en junio. La mayor parte de la producción actual de Venezuela proviene de sociedades conjuntas en donde los socios extranjeros pagan las facturas de una morosa PDVSA que ha acumulado pagos atrasados con proveedores internacionales de equipos y servicios.
Los proyectos en el Orinoco fueron los más costosos de arrancar en Venezuela porque incluyen plantas industriales conocidas como mejoradoras que convierten el petróleo extrapesado en un producto que las refinerías foráneas pueden procesar. En PetroPiar, esas plantas costaron tres mil 800 millones de dólares. "Chevron construyó esas plantas mejoradoras en medio de la selva, ¿cómo dejas una inversión así?", dice Russ Dallen, del banco de inversión Caracas Capital Markets.
PetroPiar es un éxito rotundo comparado con el legado de acuerdos que Chávez firmó con compañías petroleras nacionales de Angola, Bielorrusia y Cuba. La producción en esos proyectos ha bajado dramáticamente luego de que los apagones afectaran en marzo la actividad petrolera de Venezuela. Además de Chevron, los únicos proyectos del Orinoco con una producción significativa son empresas conjuntas con Rusia y China.
Venezuela presume de tener las reservas de petróleo más grandes del planeta, pero de poco sirven si se quedan bajo el suelo, sin que nadie pueda hacer gran cosas para ir por ellas. En un mundo lleno de oportunidades, incluidos los campos de shale en Estados Unidos y Brasil, gran parte del petróleo del Orinoco se quedará sin explotar, asegura Jorge Camargo, jefe del grupo de energía e infraestructura del Centro Brasileño de Relaciones Internacionales, un grupo de expertos en Río de Janeiro.
Esa noticia puede ser mala para el futuro de las finanzas públicas de Venezuela, pero coloca a Chevron en una posición bastante privilegiada en el mercado energético a nivel global.
Aunque muchos rivales evitan Venezuela por su difícil entorno operativo y su crudo de baja calidad, Chevron ya cuenta con una sofisticada infraestructura por valor de más de mil millones de dólares para lidiar con ambos.
"El desenlace ideal es seguir allí cuando el régimen llegue a su fin", menciona Dallen, de Caracas Capital Markets. "Creo que su objetivo es sobrevivir a Maduro".
Eso podría significar desafiar la presión de la administración Trump sobre el régimen venezolano, que con el tiempo se ha vuelto aún más severa, y sobrellevar el recrudecimiento de la crisis humanitaria que padece la nación sudamericana, pero la recompensa podría valer la pena.
"Sea cual sea el gobierno que venga afrontará problemas muy diversos y lo hará con muy poco dinero en las arcas, y eso presenta una oportunidad única", dice Schreiner Parker, vicepresidente para América Latina de la consultora Rystad Energy. "En el mediano a largo plazo con el cambio de régimen, creemos que Venezuela se abrirá a los inversores, por necesidad más que nada".