Un fuerte aroma cítrico inundaba el exterior del hotel Hilton Park en Nicosia, Chipre, donde unos cien pequeños empresarios, contadores, abogados y sus parejas llenaban el salón de baile para celebrar el Año Nuevo chino. No faltaron los percusionistas vestidos de rojo y el tradicional baile del abanico. Pero el simbolismo no se limitaba a festejar la llegada del Año del Perro, se trataba de consolidar una relación floreciente entre dos socios improbables.
Uno es una potencia global cada vez más importante con una población de mil 400 millones, el otro un país insular de apenas un millón 200 mil habitantes, con una ubicación estratégica y una reputación de no hacer preguntas cuando se trata de finanzas. La relación tiene su lógica, China busca expandir su presencia dentro de la Unión Europea (UE).
"Tenemos inversiones en todos los sectores de la economía", dijo Christodoulos Angastiniotis, presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Chipre, antes de unirse a los otros invitados para escuchar los discursos sobre el excelente estado de las relaciones entre China y Chipre. Dijo que había "algunos fondos muy interesantes" de China, atraídos por un "atractivo sistema fiscal".
Mientras el presidente Donald Trump construye barreras al comercio chino, Chipre abre sus puertas. La postura del país mediterráneo también desentona con la de algunas de las economías más grandes de la UE que, alarmadas por el apetito de China por las adquisiciones, se han vuelto más rigurosas con los acuerdos. Pero ya es tarde, China ya está profundamente inserta en Europa, desde puertos en España, Grecia y Bélgica hasta un aeropuerto en Alemania, participaciones en plataformas petroleras del Mar del Norte y clubes de futbol en Inglaterra e Italia.
Tal es el dilema que enfrentan los gobiernos en todo el mundo mientras sopesan la cuestión de cómo lidiar con la creciente influencia de China. Pocos países pueden darse el lujo de rechazar la inversión proveniente de una economía de 11 billones de dólares, especialmente uno como Chipre, cuyo Producto Interno Bruto per cápita, de 27 mil dólares, es un poco más de la mitad del de Alemania.
Puede que no salte a la vista, pero el dinero chino está en todas partes en Chipre, desde los bienes raíces hasta el transporte, los servicios financieros, el turismo y la energía renovable. Las únicas excepciones pueden ser el aceite de oliva y el queso halloumi, aunque ahora se exportan a China.
En el festejo en Nicosia, el embajador chino Huang Xingyuan habló del potencial ofrecido por la llamada Nueva Ruta de la Seda para duplicar el comercio bilateral a más de mil millones de dólares, el equivalente al 5 por ciento del PIB anual de Chipre.
El multimillonario hongkonés Lawrence Ho, dueño de Melco Resorts & Entertainment Ltd., visitó Chipre en enero para planear lo que se anuncia como el mayor casino resort de Europa, un proyecto de 670 millones de dólares. La firma china JimChang Global Group está invirtiendo 100 millones de euros en un desarrollo hotelero y residencial cerca de Ayia Napa, en asociación con el grupo inmobiliario chipriota Giovani. Mientras que en Lárnaca, ciudad donde está el principal aeropuerto del país, la empresa estatal China Communications Construction Group Ltd. es uno de los dos licitadores preseleccionados para tomar el control del puerto y la marina adyacente. También hay planes de introducir vuelos directos a Beijing después de que la aerolínea chipriota Cobalt Air recibiera una inyección de capital de Aviation Industry Corp. of China.
En un artículo publicado en marzo en el Cyprus Mail, el embajador Huang inscribió toda esta actividad en la órbita de la iniciativa de la ruta de la seda, citando las oportunidades económicas que abre a todos "sin importar su tamaño y riqueza".
Situada entre Europa, África y Medio Oriente, Chipre ha estado bajo la influencia griega, bizantina, otomana y británica a través de los siglos. Más recientemente, se convirtió en el destino favorito del dinero ruso antes de sucumbir a la crisis de la deuda europea que obligó al gobierno chipriota a pedir un rescate internacional en 2013. La economía aún no ha recuperado su tamaño previo a la crisis.
Parte del atractivo de Chipre es que la isla tiene un marco legal e institucional europeo que los inversores chinos de Hong Kong ya conocen, explica Christos Scordis, socio del bufete Scordis, Papapetrou & Co que tiene a Melco entre sus clientes. También tiene la ventaja geográfica.
"Chipre es el primer puerto europeo al salir del Canal de Suez y entrar en aguas europeas, utilizando la proximidad de Medio Oriente", dice Scordis, quien recientemente organizó un seminario en Beijing sobre hacer negocios en Chipre. "China ve a la isla como una puerta de entrada".
La puerta puede ser también trasera, según se desprende de los informes de los últimos meses sobre la naturaleza del protagonismo de China en Europa. El más completo, llamado China at the Gates, elaborado por el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, afirmaba que Beijing intenta dividir a la UE para promover sus intereses. China "aprovechó la oportunidad de la crisis del euro para realizar adquisiciones masivas en el sur de Europa", donde las economías más sufrieron, anotaba.
"Vemos un creciente interés chino en Europa, y hay un debate entre los líderes europeos, las cosas no son blanco y negro", dijo el primer ministro danés Lars Lokke Rasmussen a inicios de 2018. "También tenemos que protegernos hasta cierto punto".
La canciller alemana Angela Merkel y el presidente francés Emmanuel Macron han asumido un papel clave para contrarrestar las tentativas de China de aprovechar la economía abierta de Europa, al tiempo que mantiene en casa las barreras a la inversión extranjera. Los mandatarios apoyan las medidas para endurecer la revisión de las inversiones chinas.
Para Alemania, la señal de alerta sonó en 2016 con la adquisición de la compañía robótica Kuka AG por parte de la china Midea Group Co. Y en fechas más recientes, la compra que hizo el millonario chino Li Shufu de una participación de nueve mil millones de dólares en Daimler AG ha atizado la preocupación del gobierno de que la balanza de los intereses nacionales frente a los intereses de los inversionistas extranjeros se inclina a favor de China.
Berlín no quiere que China se apodere de las joyas de la corona de la industria alemana, dice François Godement, director del programa Asia en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores y principal autor del informe. El riesgo para las economías más pequeñas de la eurozona como Chipre "es más de influencia real y cabildeo que de dependencia".
Grecia ya ha girado hacia China, que compró los bonos del Estado heleno durante su crisis de deuda. En los últimos años, inversionistas chinos han adquirido el control del puerto del Pireo, así como una participación importante en la red eléctrica nacional. El año pasado, Grecia bloqueó una declaración de la UE en las Naciones Unidas que criticaba la situación de los derechos humanos en China.
Situada junto a Turquía, Líbano, Siria e Israel, Chipre tiene una larga experiencia de estar en la primera línea de los juegos geopolíticos de poder. Las fuerzas turcas invadieron el norte de la isla en 1974, y las tropas de la ONU aún patrullan la franja de seguridad que divide al país. Más tarde los rusos que huían de la Unión Soviética comenzaron a llegar en tropel, atraídos por el sol, los impuestos y, posteriormente, la oportunidad de obtener un pasaporte de la Unión Europea a cambio de una inversión de dos millones de euros en un negocio o propiedad inmobiliaria chipriota.
Esa misma promesa es la que ahora atrae a los chinos adinerados. Aunque apenas son unos cientos, la incipiente comunidad china en Chipre hace sentir su presencia en la isla. Muchos de los que llegan se han establecido en Pafos, donde la leyenda griega dice que Afrodita emergió del mar.
En la carretera costera, mansiones ocupan las colinas que dominan la ciudad y las vallas publicitarias anuncian inmuebles de primera calidad en inglés, ruso y ahora chino.
Panicos Kaouris, quien preside la Asociación Empresarial Chipre-China, desestima las preocupaciones de que el otrora territorio británico termine convirtiéndose en un estado satélite de China. Chipre es pequeño y abierto, y su gente es luchadora, entonces ¿por qué no darle la bienvenida a la nueva ola y ganar algo de dinero en el camino? "Hay un océano de inversiones de origen chino", dice. "Nos ahogaríamos con solo una gota de ellas".
Con la colaboración de Georgios Georgiou, Paul Tugwell, Keith Zhai, Peter Levring, Francine Lacqua, Richard Bravo y Andre Tartar.