El derrame de la presa minera que dejó al menos a 169 personas muertas en febrero para nada fue un incidente aislado. A nivel mundial ha habido al menos 50 fallas de presas solo en la última década, según un conteo, 10 consideradas serias.
Durante años, la industria ha dependido de estas presas para contener los a veces tóxicos, con frecuencia peligrosos, desechos mineros. Pero la última gran falla, que podría ser la más mortal en más de medio siglo, tiene a la industria batallando para contener las consecuencias.
El 19 de febrero, el director general de BHP Group, Andrew Mackenzie, en mención a la necesidad de un "nivel de seguridad nuclear", dijo que su empresa respaldaría un organismo internacional e independiente para supervisar la integridad de todas las presas. Directores generales mineros se reunieron en Miami la siguiente semana para abordar el problema.
No es tarea fácil, porque aunque muchos de los derrames han salido en las noticias, abarcan tantos países y sus causas varían tanto que no se consideran como un todo. Los datos existentes son, en el mejor de los casos, irregulares y recopilados por una mezcla de organizaciones mineras y de ingeniería, supervisores medioambientales y académicos.
David Chambers, un geofísico que recopiló una de las listas más completas de fallas, señaló que al menos 9 de las 50 que ha monitoreado están en "Código 1 de seguridad", una clasificación que incluye desastres mortales, han derramado más de un millón de metros cúbicos de desechos o de relaves, el término de la industria para las lodosas aguas residuales y rocas trituradas de la minería, en al menos 20 kilómetros. El incidente del mes pasado, que involucra a Vale de Brasil, subió el conteo a 10.
"Desconocemos cuántas presas hay, no sabemos cuántas han fallado y no sabemos por qué han fallado", mencionó Chambers, fundador del Center for Science in Public Participation, una organización no lucrativa basada en Bozeman, Montana. "El problema real es que nos falta información básica".
La lista de fallas catastróficas seguirá creciendo, dicen Chambers y otros, si la industria minera sigue anteponiendo el gasto sobre la seguridad en su diseño, operación y mantenimiento de las presas de relaves.
La falla de Brasil, por ejemplo, incluía un método "contrafuerte" de construcción, que suele ser el más barato entre los disponibles y considerado el menos estable. Bajo ese sistema, parte del muro que contiene el lago se construye de relaves y está diseñado para crecer entre más desperdicios se bombeen.
Mientras tanto, el cambio climático y las minas que envejecen volvieron más urgente el problema, con mayores precipitaciones en muchas partes del mundo y la necesidad de triturar cada vez más rocas en propiedades más viejas para extraer el mineral más rentable, lo que produce más desperdicios.
Las leyes mineras varían mucho entre países y, en gran parte, la industria se supervisa a sí misma. Las mejores prácticas mundiales respaldadas por asociaciones voluntarias de la industria no son legalmente vinculantes. Treinta empresa mineras a gran escala sacaron un promedio general de solo 22 por ciento cuando se trató de monitorear, revisar y tomar medidas para reducir el riesgo de relaves, según un informe publicado este mes por Responsible Mining Foundation (RMF), un organismo no lucrativo fundado por los gobiernos holandés y suizo, así como pequeñas organizaciones filantrópicas.
El mismo informe menciona investigaciones que pronostican 14 fallas serias en esta década. Incluye 11 que ya sucedieron, dos de las peores en Brasil. El derrame más grande en volumen del que se tiene conocimiento en un siglo ocurrió en 2015. La RMF pide una base de datos internacional de presas de relaves y más auditorías independientes, dos peticiones aparentemente modestas que han resultado difíciles de lograr.
A mediados de febrero, Brasil aseguró que prohibirá el tipo de presa utilizado por Vale. Si otros países hacen lo mismo, el impacto en la minería global será simplemente enorme.
La pregunta es si, en esta ocasión, la industria se anticipará a la regulación gubernamental con un cambio importante por su parte.
El Consejo Internacional de Minería y Metales, un grupo de la industria basado en Londres que organizó una reunión a finales de febrero para discutir las fallas, dijo en un comunicado del 1 de febrero que "considera una variedad de medidas" que no especificó. Los comentarios de las compañías individuales han sido más bien escasos en los detalles.
El grupo Rio Tinto, la segunda minera más grande del mundo por valor de mercado, dijo a mediados de febrero que tiene 100 instalaciones activas de relaves, incluidas 10 presas de contrafuerte. La compañía "otra vez revisa su estándar global y, en particular, analiza cómo fortalecer más las auditorías existentes y externas en sus instalaciones", dijo en un comunicado el director general Jean-Sebastien Jacques.
"Apoyamos por completo la necesidad de mayor transparencia, el motivo por el cual hoy revelamos información detallada de nuestras instalaciones de relaves y cómo se operan activamente", señaló Jacques. "Agregaremos tiempo extra a esto".
Mientras tanto, Anglo American dijo que quiere llegar a un punto en el que pueda operar sin relaves líquidos, pero no dijo cuándo sucedería. La compañía desarrolla nuevas formas para triturar minerales que generen menos desperdicios, dijo el director general Mark Cutifana en una conferencia de la industria en Cape Town a principios de febrero.
"Tenemos que cambiar. Ya sea la tecnología, mejor gerencia, mejor diseño, lo que sea necesario, necesitamos subir la vara como industria", dijo en una entrevista el 14 de febrero Sandeep Biswas, director general de Newcrest Mining, que experimentó una falla de presa de relaves el año pasado.
A pesar del llamado colectivo para tomar medidas, el status quo bien podría reafirmarse. Es más o menos lo que sucedió en Canadá después de que una presa en la mina de cobre y oro Mount Polley fallara en 2014, arrojando casi 24 millones de metros cúbicos de lodo en los circundantes lagos glaciares y ríos.
Un panel independiente convocado por las autoridades provinciales para revisar el incidente señaló que las prácticas de almacenamiento de la industria minera "no han cambiado fundamentalmente en los últimos cien años". Entre las recomendaciones del panel: en donde sea posible, los relaves deben almacenarse secos, aunque reconoció que no siempre es posible modernizar los confinamientos de relaves y que puede haber riesgos. En Mount Polley, el desecho minero todavía se bombea a estanques.
Aunque las dos presas que fallaron en Brasil en los últimos tres años se construyeron con el método de contrafuerte, hay otras técnicas más caras disponibles. Una construye los muros del estanque y los aísla. Los expertos la consideran más segura, pero no hay una garantía absoluta de estabilidad. La técnica más cara, que cuesta hasta 10 veces más, seca los relaves y los apila, generalmente en el subsuelo.
Solo tres países en el mundo prohíben las presas de contrafuerte: Chile, Perú y, ahora, Brasil. Chile, el principal productor de cobre en el mundo, también regula la distancia mínima que hay entre las presas y los centros urbanos.
Sin embargo, la nación todavía tiene 740 depósitos de relaves, de los cuales solo 101 están activos y el resto abandonados o inactivos, según datos de la agencia minera gubernamental Sernageomin. "Nadie puede decir que estamos completamente seguros", dijo Raúl Espinace, profesor en la Universidad Católica de Valparaíso en Chile.
Muchas compañías mineras argumentarán que prohibir las presas de relaves de contrafuerte es una exageración. Norilsk Nickel y Polyus, los dos mineros rusos más grandes, tienen 11 presas entre ambos. Las dos compañías dicen que las presas son seguras, mencionando las leyes rusas que prohíben almacenamiento activo de relaves en zonas en donde los derrames podrían afectar a aldeas.
En Brasil, Vale podría enfrentarse a daños de hasta 7 mil millones de dólares por el desastre del mes pasado, según Bloomberg Intelligence, además de mil 300 millones de dólares que la compañía dijo que deberá gastar en decomisar otras 19 presas del tipo en el país. La pregunta persiste: si las consecuencias, tanto morales como financieras, serán un parteaguas para la industria, obligando a las compañías que puedan pagar un cambio de prácticas a hacerlo mientras otras salen del negocio.
"Si el desperdicio minero no puede despojarse de responsabilidad, necesitamos evaluar si la mina puede continuar operando o incluso si debe construirse en un principio", dijo Payal Sampat, director del programa minero en el vigilante de la industria Earthworks. "Esa es la pregunta a la que muchas de estas compañías mineras le tienen miedo. ¿Qué pasa si no cumples?".
Con la colaboración de Yuliya Fedorinova, Lynn Thomasson, Elena Mazneva y R.T. Watson.