Cuando el derbi de Manchester City y Manchester United inauguró la temporada de la liga inglesa de fútbol femenino este 7 de septiembre, los rivales salieron al campo ante 31 mil espectadores en las gradas. Esa misma tarde, el encuentro entre Bristol City y Brighton llenó el estadio Ashton Gate de 27 mil asientos, y al día siguiente el Chelsea se enfrentó al Tottenham en el Stamford Bridge de Londres, ante más de 24 mil personas, algunas de las cuales pagaron 60 libras adicionales para disfrutar de un brunch.
Los encuentros siguientes son en canchas modestas y tendrán suerte si juntan a unos miles.
Ante el éxito rotundo de la Copa Mundial este verano, el futbol femenino espera un resurgimiento en todo el mundo. El torneo de cuatro semanas llenó estadios en toda Francia mientras millones de fanáticos lo seguían por televisión y la escuadra estadounidense fue recibida con un desfile en Nueva York. Para la liga estadounidense de futbol femenino disputada por nueve equipos, la atención se ha traducido en un récord de asistencia en los primeros partidos de la temporada y nuevas alianzas con ESPN y la cervecera Anheuser-Busch InBev. En Brasil, el principal canal deportivo transmitirá un partido de su liga femenina los domingos, y Uber Technologies ha firmado como patrocinador. El Real Madrid de España, el club que transformó el balompié masculino al gastar grandes sumas de dinero en superestrellas, ha comprado un equipo femenino y está a la caza del mejor talento.
Con todo, desde cualquier perspectiva, el futbol femenino va por detrás de su par masculino. En Inglaterra, los partidos entre la docena de equipos en la máxima liga femenina promediaron el año pasado solo 996 espectadores. Aunque los clubes esperan duplicar la asistencia, todavía atraerán menos del 5 por ciento de los aficionados que asisten a la Premier League masculina. Y muchos clubes femeninos operan en rojo: el Chelsea dice que perdió más de 700 mil libras sobre ingresos de tres millones y medio de libras en el año que terminó en junio de 2018.
Para que el juego despegue, los clubes deben tomarse en serio el aumento salarial, dice Rebecca Smith, exdefensa de la selección nacional de Nueva Zelanda que es actual ejecutiva de Copa90, un medio dedicado al futbol. El éxito del equipo femenino de EU en Francia detonó la exigencia de que las jugadoras ganaran lo mismo que la selección masculina, que no clasificó para el Mundial el año pasado. A nivel de clubes, la diferencia es abismal: las jugadoras de la liga femenina inglesa perciben cerca del uno por ciento del salario promedio de 2 millones 600 mil libras que se despacha en la Premier League, según Sporting Intelligence. Las futbolistas francesas ganan cerca de 42 mil euros, el cuatro por ciento de lo que ganan los hombres. En México, el promedio es de poco más de 2 mil dólares por temporada, es decir, el 0.5 por ciento de lo que se paga a los hombres.
Para Smith, es importante un mayor respeto a las jugadoras. El Santos de Brasil tuvo que dormir en julio en el lobby de un hotel mientras viajaba a un juego de visitante porque nadie recordó reservar habitaciones. En la cancha sede del Chelsea femenino, el estadio Kingsmeadow, caben menos de cinco mil personas. Celebrar más partidos en el estadio principal "demostraría al mundo que el club sabe que el equipo femenino merece jugar allí", dice Smith.
Uno de los mejores equipos es el Olympique Lyonnais de Francia, que ha ganado seis veces la Liga de Campeones femenil de Europa. Aunque el presupuesto de ellas es una fracción del de los hombres, los jugadores del Olympique de ambos sexos comparten instalaciones médicas y de entrenamiento, y las mujeres juegan varios partidos cada temporada en el estadio principal del club de 59 mil asientos. Lo más importante, los salarios de las mujeres promedian más de 50 mil euros al año. "Podemos subirnos a la ola del Mundial femenil", dice el presidente del Olympique Jean-Michel Aulas. "Cuando se trata de perseverancia y trabajo en equipo, el futbol femenino ha alcanzado al de los hombres".
La forma más fácil de aumentar los salarios sería aumentar los ingresos de patrocinios, venta de entradas, merchandising y transmisiones televisivas. La Premier League se embolsa más de tres mil millones de libras cada año por los derechos de transmisión de los partidos masculinos, mientras que las ligas femeninas reciben una minúscula fracción de eso: la liga española tiene un acuerdo de derechos de tres millones de euros por temporada, y la liga inglesa anunció en septiembre un acuerdo para emitir sus partidos en América Latina y Escandinavia, pero recibirá menos de un millón de libras por temporada. "El desafío es trabajar con los clubes para que ellos y el balompié femenino sean sostenibles, todavía no alcanzamos esa meta", dice Kelly Simmons, de la Football Association, que regula el deporte en Inglaterra.
Aumentar las transmisiones ayudaría a elevar el perfil de las jugadoras, lo que incrementaría las ventas de camisetas y patrocinios. Los clubes también podrían hacer más convenios y promociones para sus equipos femeninos y masculinos. Kohler, fabricante estadounidense de accesorios de baño, afirma que quería patrocinar a un equipo que abrazara la diversidad y la inclusión. Al final, la compañía firmó con el Manchester United, y "el club femenino fue el factor decisivo", dice el CEO David Kohler.
Una maniobra publicitaria como el legendario partido de tenis de 1973 de Billie Jean King contra Bobby Riggs podría darle un empujón al deporte. En ese encuentro, apodado "La batalla de los sexos" y transmitido en horario estelar, King venció a Riggs, impulsando el perfil del tenis femenino. Si bien el mayor contacto físico del futbol masculino dificultaría un partido completo, una justa de tiros penales podría funcionar, explica Vincent Chaudel, un consultor deportivo en París.
Hace un siglo, el futbol femenino era popular en Inglaterra, cuando las fábricas de municiones crearon equipos para sustituir a los hombres que luchaban en la Primera Guerra Mundial. En 1920, un partido en Liverpool entre Dick, Kerr & Co. y St. Helens Ladies atrajo a 53 mil espectadores, mientras que otras 14 mil personas se quedaron afuera. Al año siguiente, preocupada de que el futbol no fuera apropiado para las mujeres, la Football Association vetó a los equipos femeninos de los grandes estadios. Aunque la restricción se levantó en 1971, el deporte no se ha recuperado. "La prohibición creó normas culturales que apenas comenzaron a cambiar", dice Izzy Wray, consultora del Sports Business Group de Deloitte. "Es vital que no perdamos la efervescencia de ese fin de semana inaugural de la liga inglesa femenina".
Con la colaboración de Mario Sergio Lima y Eben Novy-Williams.