La pandemia estaba fuera de control y las ciudades del norte de Italia habían decretado el aislamiento cuando el doctor Yasel Castillo y su equipo de médicos cubanos aterrizaron en marzo. El neumólogo formado en La Habana y unos cincuenta colegas tenían una doble misión: aligerar la carga de los médicos italianos desbordados por el brote de COVID-19 más intenso de Europa y obtener divisas para ayudar a la economía cubana a superar su peor crisis desde el colapso de la Unión Soviética.
"La noche que llegamos, los italianos en el aeropuerto nos aplaudieron", relata Castillo por teléfono desde Crema, a 40 kilómetros de Milán, donde estuvo dos meses y medio. Cuando Castillo llegó, todos los pacientes en su sala estaban gravemente enfermos y con ventiladores, cuenta. Ahora, casi todos están en camino a la recuperación y su equipo se prepara para partir después de tratar a unos cinco mil italianos.
Mientras tanto, en casa, la economía de la isla atraviesa su peor recesión desde principios de la década de 1990. El presidente estadounidense Donald Trump endureció las sanciones en 2019 y el colapso económico de su antiguo aliado político, Venezuela, ha detenido los generosos subsidios que Caracas concedía a La Habana. El turismo desapareció con la pandemia y las remesas cayeron a medida que muchos cubanoamericanos perdieron sus empleos cuando Estados Unidos entró en recesión. La Comisión Económica para América Latina y el Caribe prevé que la economía de Cuba se contraerá un 3.7 por ciento en 2020.
Ante ese escenario, las brigadas médicas como la de Castillo son la principal fuente de divisas del país. Han sido enviadas para combatir la pandemia en más de dos docenas de países, incluidos China, Jamaica, México, Kenia, Perú, Arabia Saudita, Sudáfrica y Turquía.
El sistema de salud cubano ha sido durante largo tiempo motivo de orgullo para sus gobernantes comunistas. Cuba tiene 8.19 médicos por cada mil habitantes, la tasa más alta de cualquier país monitoreado por la Organización Mundial de la Salud (la densidad en Italia es de 4.09 por cada mil). Las exportaciones de servicios médicos le reportaron a la isla 6 mil 400 millones de dólares en 2018, el último año para el cual el gobierno publicó cifras.
Desde su revolución hace seis décadas, Cuba ha enviado a cientos de miles de profesionales médicos, enfermeros, capacitadores y técnicos para responder a toda clase de incidencias, desde huracanes y terremotos en el Caribe hasta el brote de ébola en África occidental.
El programa se convirtió en un generador de ingresos para el gobierno a principios de la década de 2000, cuando Hugo Chávez, el fenecido presidente venezolano, comenzó a pagar por los trabajadores sanitarios con envíos de petróleo.
Desde entonces, Cuba ha desarrollado un sistema escalonado en el que cobra a las naciones más ricas pero no a las pobres.
La administración Trump instó a otros gobiernos a no aceptar al personal médico cubano, bajo el argumento de que los ingresos que generan ayudan a apuntalar una tiranía comunista. En abril, el secretario de Estado Mike Pompeo dijo que los países que pagan por las misiones "están ayudando al gobierno cubano a obtener ganancias con la trata de personas".
Pero cuando el coronavirus se extendió y los gobiernos cuestionaron si sus sistemas de salud podrían hacerle frente, esas advertencias fueron ignoradas. Las misiones médicas han tratado a más de 100 mil pacientes COVID, según el gobierno de Cuba. "Necesitan el apoyo médico. ¿Por qué dirían que no? No le prestan atención a lo que dice la administración Trump, sino a lo que ellos necesitan", dice el diplomático Jeffrey DeLaurentis, exencargado de negocios en la embajada de Estados Unidos en Cuba.
La economía cubana empeoró el año pasado cuando Trump endureció las sanciones, lo que condujo a una fuerte caída en el número de estadounidenses que visitan la isla y redujo la inversión. Entre tanto, el colapso paulatino de la petrolera estatal de Venezuela ha resultado en un fuerte declive en los envíos de petróleo, obligando al gobierno de Miguel Díaz-Canel a comprar combustible de otros países.
Una señal reveladora de que las divisas fuertes escasean en la isla es que los alimentos básicos de la dieta cubana, incluido el pollo y el arroz, también se han vuelto más escasos, orillando al gobierno a restablecer un sistema de racionamiento. Cuba importa alrededor del 60 al 70 por ciento de sus alimentos.
Hace unos días, Yanelis Méndez, una madre de 26 años que vive en el barrio Diez de Octubre en el centro de La Habana, esperó en una fila de más de 200 personas con la esperanza de obtener raciones de atún enlatado, papel higiénico y subproductos cárnicos. Después de cuatro horas, el camión que transportaba los suministros finalmente llegó.
Tres horas después, cuando le tocó el turno, la carne y el atún se habían agotado, por lo que recibió algunos rollos adicionales de papel higiénico y botellas de refresco. "Tienes que llegar a las 4 de la mañana solo para conseguir un boleto", dice Méndez, quien vive con su hijo, esposo, madre y dos hermanos en La Habana. "Para cuando es tu turno, las cosas se han acabado".
La crisis actual es la peor desde el llamado 'periodo especial' a principios de los años noventa, cuando la disolución de la Unión Soviética dejó a Cuba sin las importaciones de alimentos y combustible, lo que provocó cortes de energía y hambre generalizada, explica Ricardo Torres, quien es profesor de economía en el Centro de Estudios de la Economía Cubana en la Universidad de La Habana. "Solo hay que mirar las largas colas por la escasez de productos básicos", dice. "Ya no hay arroz en los mercados, solo a través de las libretas de racionamiento. Los cubanos comen mucho arroz, así que cuando hay escasez, lo sustituyen con pasta, y eso también está escaso".
Incluso para alimentos que Cuba produce, como el cerdo, el país depende de pienso importado, dice Torres. Eso significa que la falta de divisas para pagar las importaciones es grave.
Debido a la falta de dólares estadounidenses, Cuba se atrasó con los pagos establecidos bajo un acuerdo de deuda de 2015 con un grupo de gobiernos extranjeros. Se suponía que el acuerdo allanaría el camino para que el país finalmente regresara a los mercados de capital internacionales. El gobierno cubano ahora ha pedido a esos países una moratoria en los pagos de la deuda hasta 2022.
"Están desesperados. No tienen para comprar alimentos, menos para pagar la deuda", afirma Emilio Morales, presidente y director de Havana Consulting Group, una empresa con sede en Miami que proporciona datos y análisis sobre la economía cubana.
Por muy mal que estén las cosas, Cuba todavía tiene amigos poderosos que lo rescatarán antes de verlo desmoronarse, dice el embajador DeLaurentis. "Un país como China, Rusia u otros, por razones ideológicas o políticas, no lo dejaría implosionar".
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