¿Recuerdas aquellos besos prohibidos entre Gael García y Vanessa Bauche en Amores Perros al ritmo de Lucha de Gigantes? ¿O aquel emotivo y pianístico final de Biutiful donde Javier Bardem se reencuentra con su padre en el bosque? ¿O ese momento en Roma en el que Yalitza Aparicio tiende las camas al ritmo de una canción de Leo Dan?
Fellini decía que un buen vino es como una buena película: dura un instante pero te deja en la boca un sabor a gloria. Lynn Fainchtein es una experta en esos menesteres. Sus conocimientos musicales la han convertido en esa mente maestra capaz de encontrar la canción perfecta para acariciar o para moler a golpes al espectador.
La gente como Lynn pone su vida al servicio de su vocación. Quizás los nacidos antes de 1980 la recuerden como programadora de Rock 101 o MTV, pero la realidad es que su trabajo abarca un amplio abanico cinematográfico: Precious, Birdman o Revenant y una extensa lista de series. Actualmente trabaja para Netflix supervisando la música de series en España, Jordania, Brasil, Alemania, Turquía, Colombia y México.
Pocas personas viven, respiran, transpiran y se alimentan de música como ella. Situación completamente lógica para alguien que compró su pasaporte al éxito, y a la supervivencia, con una colección de vinilos.
El hito en la vida de Lynn sucedió a sus 20 años, cuando su madre murió a causa de un cáncer agresivo, dejándola a ella y a sus dos pequeños hermanos en la orfandad.
Sobre su padre nunca supo mucho, apenas unas cuantas anécdotas. "La sensación de estar sola en el mundo es incomparable. Es entonces cuando te preguntas ¿qué voy a hacer hoy para comer mañana?", dice.
Lynn se define como una mujer que encuentra ideas para salvarse la vida. Y cuando no las encuentra, se las inventa. Eso fue lo que hizo. Vendió la casa que tenía su familia en Satélite y se las ingenió para llenar sus bolsillos. Los fines de semana vendía pasteles en una panadería de Barranca del Muerto y el resto de los días impartía clínicas de teatro en una granja de enfermas mentales en el IMSS de Texcoco. En aquellos años ya estaba inscrita en la carrera de psicología de la UNAM, pero no pudo concluirla por falta de tiempo.
"Un domingo en la pastelería escuché Rock 101 y me di cuenta que ahí pasaban a Led Zepellin, Elton John y toda la música que me gustaba. Desde muy chica supe que los discos me darían de comer y para ese año yo ya contaba con una colección respetable de vinilos. Fue justo esa colección mi carta de presentación con la que me paré en las oficinas de la estación para pedirle trabajo a Luis Gerardo Salas", relata.
Lo que vino después lo sabe todo el mundo: Lynn Fainchtein se convirtió en una de las personalidades más respetables de la industria musical. Tanto como productora y supervisora musical de series y películas.
"Cuando tienes hambre en la vida, te levantas desde muy temprano. Siempre he creído que son las ideas, y no el dinero, las que te van a salvar", asegura.