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Gran Premio de México: un circuito de grandes leyendas del automovilismo

Desde Jim Clark hasta Lewis Hamilton, la pista mexicana ha visto grandes pilotos y victorias inolvidables.

La tarde del 27 de octubre de 1963, el piloto británico Jim Clark subió a su Lotus 25 en un sitio muy común para él: la pole position. Para ese momento, Clark, considerado por muchos como el mejor piloto de la historia, había ganado cinco de las ocho carreras celebradas en el campeonato de Fórmula Uno de ese año y subido al podio en dos más. Únicamente en Mónaco, la primera fecha en el calendario de carreras de la máxima categoría, no había podido sumar puntos tras llegar en octavo lugar en medio de un océano de frustración. Dos semanas atrás, en el circuito de Watkins Glen, en Nueva York, Clark ocupó el tercer sitio aunque registró la vuelta más rápida de la carrera.

Pero ahora era una nueva competencia, en un circuito que todavía olía a nuevo y en un país que debutaba como Gran Premio de Fórmula Uno de manera oficial. Clark conocía muy bien el trazado del autódromo de la Magdalena Mixhuca, una obra del ingeniero Óscar Fernández Gómez Daza finalizada en 1959, por encargo del entonces presidente Adolfo López Mateos, un mandatario fanático del automovilismo.

Un año atrás, en 1962, Clarke acudió junto a otras leyendas como Jack Brabham y Bruce McLaren a la carrera de exhibición del nuevo circuito mexicano. Clarke ganó también esa competencia.

El ambiente en la primera carrera oficial de Fórmula Uno en el país estuvo ensombrecido. El mexicano Ricardo Rodríguez, una de las estrellas nacientes del automovilismo mundial, perdió la vida en las prácticas previas a la carrera. Ese primer premio en suelo nacional se lo llevó Clark con total autoridad, en camino a convertirse en campeón del mundo con un porcentaje de victorias de 70 por ciento, el más elevado en la historia del deporte.

Desde su debut como Gran Premio de la Fórmula Uno, el circuito mexicano se convirtió en una de las pistas que ha entregado varios de los momentos más icónicos del automovilismo y ha coronado a varias leyendas del deporte del motor.

De 1963 hasta 1970, la primera etapa de México en el calendario oficial de la Fórmula Uno, Jim Clark se llevó dos veces el triunfo (1963 y 1967), mientras que los icónicos británicos Graham Hill, John Surtees y el belga Jacky Ickx, se coronaron al menos una vez en ese periodo.

Fue nuevamente en 1986, el mismo año que México se volvió sede por segunda vez de la Copa del Mundo de futbol, que la Fórmula Uno volvió a encender motores en el ahora llamado Autódromo Hermanos Rodríguez. Gerhard Berger, un austríaco que en su carrera sumó apenas 10 victorias, con- siguió una de ellas en el reestreno nacional en la categoría. Luego vendrían algunos de los años e instantes más gloriosos para el premio.

Nigel Mansell, Alain Prost y Ayrton Senna dominaron el Gran Premio de México hasta 1992. Solo el italiano Riccardo Patrese logró colarse en 1991 en el cuadro de los vencedores. Si hablar de Ricardo Rodríguez o Jim Clark suena a memorias lejanas propias de una generación cada vez menos numerosa, lo contrario ocurre con las hazañas de Mansell, Prost y Senna en tierras mexicanas.

Durante el Gran Premio de México de 1990, ocurrió el que podría ser considerado el mejor rebase en la historia de la Fórmula Uno. Faltaban solo tres vueltas para el final de la carrera cuando el británico Mansell, en ese momento en cuarto lugar, rebasó a Berger por la parte exterior de la curva peraltada del circuito a casi 300 kilómetros por hora. Hoy, esa parte del circuito es llamada la curva Mansell. La hazaña no ameritaba menos.

En 1991, Senna arrastraba uno de los mejores momentos de su carrera, con cuatro premios conseguidos al hilo. El brasileño se había alzado con el triunfo en México dos años atrás y la afición nacional solía apoyarlo como uno de los suyos. No obstante, durante un cambio de velocidades, la leyenda perdió el control en la curva peraltada y se estrelló contra el muro de neumáticos.

Su auto quedó de cabeza y la afición sin respiración. Senna salió ileso de uno de los peores accidentes de su carrera. El siguiente percance grave que sufriría el brasileño sería tres años más tarde en Imola, Italia. En ese accidente perdió la vida.

El Gran Premio de México no solo ha sido testigo de los triunfos de varios de los más grandes pilotos de la historia, también las ha visto nacer. El 22 de marzo de 1992, el último premio celebrado en esa segunda etapa en tierras mexicanas, el alemán Michael Schumacher subió a un podio de la Fórmula Uno por primera vez en su carrera. Siete campeonatos del mundo más tarde, Schumacher es el máximo ganador de títulos de esa categoría del automovilismo.

Más de dos décadas tuvieron que pasar para que la Fórmula Uno volviera a México, un país con una base muy grande de aficionados al automovilismo y que han hecho del Gran Premio mexicano una de las fechas más emotivas en el calendario del deporte. Cuatro años al hilo, la carrera en México ha sido considerada como el mejor premio del año en la Fórmula Uno. En dos ocasiones, 2017 y 2018, México ha sido la parada decisiva para coronar al campeón mundial, Lewis Hamilton en ambos años.

Y las hazañas no han tardado en llegar. En 2016, durante la etapa de prácticas, el finlandés Valtteri Bottas registró la vuelta más rápida en la historia de la Fórmula Uno, alcanzando los 372.5 kilómetros por hora.

Aquella tarde nublada del primer Gran Premio de México como parte oficial del calendario de la Fórmula Uno, Jim Clark dominó la carrera de principio a fin.

Desde la pole position, rebasó a todos sus contrincantes con la excepción del segundo y tercer lugar. Clark concluyó las 65 vueltas del circuito de la Magdalena Mixhuca en 2 horas 9 minutos y 52 segundos, casi dos minutos menos que su más cercano perseguidor. En México, Jim Clark consiguió dos victorias oficiales, una más en una carrera de exhibición, cinco pole positions y cuatro vueltas más rápidas. El Gran Premio de México le venía bien a una de las más grandes figuras del automovilismo de la historia.

El Gran Premio de México es un circuito hecho para las leyendas.

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