Los miles de millones de dólares invertidos en las vacunas contra el COVID-19 han arrojado resultados prometedores en las pruebas de Pfizer, BioNTech, AstraZeneca y Moderna, una buena noticia en la batalla contra el brote mundial. Pero para los científicos que estudian otra enfermedad respiratoria que se sabe que desencadena pandemias, la influenza, la noticia es igualmente importante, porque augura una aceleración de su investigación. "Lo que estamos viendo son varias tecnologías que se probarán al mismo tiempo", advierte Gregory Glenn, jefe de investigación de Novavax Inc., quien trabaja en las vacunas contra la gripe y el COVID. "Es una especie de gran demostración tecnológica, vas a ver cómo funcionan las vacunas".
Los virus de la influenza que infectan a las personas cambian constantemente, por lo que dos veces al año, alrededor del pico de las temporadas de influenza en los inviernos del hemisferio norte y sur, la Organización Mundial de la Salud hace su mejor conjetura sobre las cepas que probablemente surgirán el año siguiente. Las compañías farmacéuticas utilizan la información para desarrollar vacunas y pronto comienzan la producción, generalmente inyectando virus en cientos de millones de huevos de gallina donde crecen durante unos días antes de su extracción. Después de varias semanas de procesamiento adicional, a fines del verano, los fabricantes envían las vacunas contra la gripe a diversas clínicas y farmacias para distribuirlas a los pacientes durante el otoño.
Algunos años, el procedimiento funciona razonablemente bien; otras veces su desempeño es pésimo. Las vacunas han tenido entre un 10 y un 60 por ciento de efectividad durante los últimos 15 años, según el experto en enfermedades infecciosas de EU, Anthony Fauci. "Una vez que se inicia el proceso de producción de la vacuna, es casi imposible comenzar de nuevo si surge una cepa diferente", dijo el especialista al Congreso de su país el año pasado.
La tecnología para incubar virus en huevos fue desarrollada en la década de 1940 por un equipo de investigación respaldado por el ejército, codirigido por Jonas Salk, quien más tarde se hizo famoso por su vacuna contra la polio. Un inconveniente del proceso es que los virus pueden mutar mientras crecen en los huevos, por lo que no siempre ofrecen protección contra las enfermedades que circulan entre humanos. "La tecnología basada en huevos se atoró en el tiempo, víctima de su propio éxito", señala John Shiver, jefe de desarrollo de vacunas de Sanofi Pasteur, el fabricante número uno de vacunas contra la gripe.
Algunas técnicas que están explorando los investigadores de COVID son diferentes. En lugar de proteínas virales, las vacunas de Pfizer-BioNTech y Moderna contienen el llamado ARN mensajero o ARNm, instrucciones genéticas que impulsan al cuerpo a producir antígenos específicos de la enfermedad, convirtiéndolo efectivamente en su propia fábrica de vacunas. La tecnología es nueva y un debut exitoso contra el COVID reforzaría la confianza del público en las vacunas de ARNm para la gripe y otras enfermedades, menciona Meagan Fitzpatrick, profesora de la facultad de medicina de la Universidad de Maryland. "Esto va a ser un gran impulso", añade. "Los mayores obstáculos ya se habrán superado".
Una segunda tecnología que está preparada para recibir un impulso de la investigación de COVID es la llamada vacuna recombinante, una idea que están siguiendo Novavax y Sanofi. En este proceso, los científicos extraen del virus el ADN que desencadena una respuesta del sistema inmunológico. Los técnicos combinan la información con material genético que puede penetrar en las células de insectos como polillas, que producen proteínas y son fáciles de cultivar. Estos luego producen antígenos que se pueden recolectar para usar en una vacuna. Una subsidiaria de Sanofi firmó un acuerdo de 226 millones de dólares en diciembre pasado con el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EU para expandir la capacidad de producción de vacunas recombinantes contra la influenza en una instalación en Pensilvania.
Los crecientes temores de lo que algunos llaman una pandemia doble han despertado un interés récord en las vacunas contra la gripe este año, con casi 200 millones de dosis disponibles solo en EU, un aumento de hasta 13 por ciento respecto de 2019. Aunque no se utiliza para la investigación de COVID, las llamadas vacunas de cultivo celular, que también evitan el uso de huevos, se están beneficiando de ese interés. En este enfoque, el virus se cultiva en células derivadas de mamíferos, que son preferibles porque el virus no busca adaptarse a su huésped aviar. CSL de Australia, el segundo fabricante de vacunas contra la gripe, ha expandido la producción anual de vacunas a base de células de dos a 30 millones de dosis y dice que eliminará en gran medida las vacunas contra la gripe a base de huevo para 2026. El 16 de noviembre, CSL aseguró que gastará alrededor de 585 millones de dólares en una nueva instalación en Australia para fabricar vacunas contra la influenza y antídotos para las mordeduras de serpientes.
Solo un puñado de empresas ha adoptado la tecnología celular, que requiere mucha experiencia e inversión inicial.
Algunos dicen que hay pocas razones para renunciar a los métodos de prevención de la gripe que se conocen. Si bien Sanofi planea expandir la producción de sus vacunas recombinantes contra la influenza, también continuará usando huevos. Y GlaxoSmithKline dice que estos permiten una producción rápida y económica de los millones de dosis necesarias para producir suministros cada año.
Aun así, el enfoque renovado en la influenza y el dinero que se gasta en la prevención de COVID acelerarán el cambio a medida que las nuevas tecnologías se vuelvan más aceptadas, dice Leo Poon, director del laboratorio de ciencias de salud pública de la Universidad de Hong Kong. "Eso definitivamente ayudará a desarrollar mejores vacunas y más efectivas para otras enfermedades", dice. Pfizer, BioNTech y Moderna, que no ofrecen vacunas contra la gripe en la actualidad, ya están aplicando vacunas de ARNm a más que solo el COVID. "La tecnología también cambiará el mercado de la gripe", dijo Mikael Dolsten, director científico de Pfizer, en una llamada con analistas en julio. "Vemos una gran oportunidad".