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Las mujeres latinas emergen como una poderosa fuerza en el mercado laboral de EU

Las hispanas participan en la economía en un mayor porcentaje que el total de las mujeres en la economía de ese país.

Mientras crecía, Mayra Macías a menudo veía a su padre derrumbarse en el sofá después de un día de 14 horas como basurero para la ciudad de Chicago.

"No quería, pero hacía cualquier cosa para sacar adelante a su familia", dice la hija de inmigrantes mexicanos de 31 años. "No tomé su sacrificio a la ligera".

Macías se graduó de la Universidad de Yale y se convirtió en una de las 12 millones de mujeres hispanas que representan una parte cada vez mayor del mercado laboral en Estados Unidos. Hoy, en su trabajo como directora ejecutiva del Latino Victory Project, trabaja para elegir hispanos progresistas para ocupar cargos políticos.

Macías es un ejemplo de una característica destacada de la expansión económica estadounidense en los últimos años: el aumento de mujeres que quieren un trabajo o que ya lo tienen. Las tasas de participación laboral para las latinas destacan en particular. Hoy, el 61 por ciento de las latinas están en mercado laboral, un porcentaje más alto que la tasa nacional para las mujeres que ronda el 59 por ciento, según datos laborales de noviembre.

En un momento en que la administración Trump toma medidas enérgicas contra la inmigración ilegal, la estadística muestra que la economía de EU sigue dependiendo de los migrantes y sus hijos.

Para 2028, se prevé que las mujeres hispanas representen el 9.2 por ciento de la fuerza laboral total, frente al 7.5 por ciento de 2018, según la Oficina de Estadísticas Laborales. Los latinos, tanto mujeres como hombres, representarán una quinta parte del grupo de trabajadores para entonces.

El ascenso de las latinas trabajadoras se produce cuando la Reserva Federal prueba los límites de un mercado laboral ajustado, un experimento que también está beneficiando a otros grupos, como los afroamericanos.

Ernie Tedeschi, investigadora de Evercore ISI en Washington, asegura que el aumento en el nivel educativo y posiblemente las "normas culturales cambiantes" en las familias hispanas también están impulsando la participación de la fuerza laboral latina.

Yai Vargas, de 36 años, llegó a Estados Unidos desde República Dominicana a los 3 años. Su madre trabajaba como mesera en Costco y su padre vendía bienes raíces. Ella se abrió camino en la universidad y finalmente ganó suficiente dinero para mudarse a su propio departamento.

"Mi madre no me habló durante meses porque estaba horrorizada por romper una tradición cultural al irme de casa antes del matrimonio", dice Vargas, fundadora de The Latinista, una compañía que ayuda a las mujeres de color en su desarrollo profesional.

El número de mujeres hispanas con títulos universitarios se ha duplicado en los últimos 10 años a 4.8 millones, aumentando su capacidad de involucrarse con la fuerza laboral.

Los datos de matriculación muestran que una parte significativa de las latinas permanece inscrita en la escuela después de los 21 años, lo que sugiere que están cursando estudios de posgrado o haciendo malabarismos con el trabajo y el apoyo familiar.

Estados Unidos necesita de la migración para tener un mayor potencial económico. Si bien la proporción de inmigrantes en la población de EU está justo por debajo de los máximos históricos establecidos hace más de un siglo, algunas estimaciones de la inmigración no autorizada están disminuyendo. El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, dijo a los legisladores el mes pasado que la inmigración es un "aporte clave" para mayores tasas de crecimiento.

"Sin inmigrantes y sus hijos, nuestra fuerza laboral en realidad se reduciría", explica Randy Capps, director de investigación en el Instituto de Política de Migración en Washington.

A pesar de las ganancias en el mercado laboral y en la educación de las mujeres hispanas, sus ingresos semanales promedio de 661 dólares están rezagados respecto a otros grupos.

Marie Mora, economista laboral en la Universidad de Missouri-St. Louis, afirma que la brecha salarial podría provenir de una variedad de causas. La población hispana tiende a ser más joven y más precoz en sus carreras, y hay una "representación desproporcionada" de las latinas en los trabajos de servicio, que tienden a ser de baja remuneración. Una tercera causa podría ser discriminación, añade.

"Esperaríamos que si tuvieras un grupo más educado verías que algunas de estas brechas se reducen", dice Mora.

Las barreras al trabajo a menudo dan lugar a la propiedad empresarial y el espíritu empresarial en la comunidad hispana. Mora menciona que su investigación revela que gran parte del crecimiento de las pequeñas empresas hispanas es impulsado por mujeres, particularmente inmigrantes. El emprendimiento ha ayudado a impulsar el empleo, pero es posible que no cierre la brecha salarial si surge de quedar excluido de otras formas de trabajo, añade la especialista.

Diana Franco, directora ejecutiva de WE NYC, un programa del gobierno de la ciudad de Nueva York que brinda servicios de apoyo a mujeres emprendedoras, señala que aproximadamente el 35 a 40 por ciento de los más de 9 mil participantes en el programa desde 2015 han sido hispanos.

Y el número de empresas propiedad de mujeres de color ha aumentado aproximadamente el doble de la tasa de empresas propiedad de mujeres en general desde 2014, según un informe de American Express de este año.

Ramona Cedeño, de 43 años, comenzó su negocio llamado FiBrick Financial Services en Nueva York hace cuatro años, después de llegar a Estados Unidos desde República Dominicana cuando tenía 18 años. Su primer trabajo fue en una zapatería para ayudar a su madre a pagar el alquiler y ahorra para llevar a sus tres hermanas a ese país.

"Mi madre siempre fue emprendedora, siempre tuvo un negocio secundario en casa", dice Cedeño, contadora pública certificada con un MBA de la Universidad Fairleigh Dickinson.

Para las latinas, el impulso de ir a la escuela y al trabajo, como ocurre con muchos grupos de inmigrantes, a menudo proviene de ver a sus padres sacrificarse mientras sus familias luchaban por encontrar un punto de impulso en la economía.

"Para nosotros, el fracaso significa literalmente estar en la calle", comenta Leslie Rangel, hija de inmigrantes mexicanos en Austin, Texas.

Rangel vivía en un refugio para personas sin hogar a los 8 años. Eso dejó una marca indeleble en ella, que ahora tiene 30 años y se desempeña como presentadora de televisión. "Sabía que la universidad sería igual a nunca volver a estar sin hogar", dice.

Mirando a las mujeres que limpian su oficina en la noche, Rangel afirma que tiene este pensamiento: "Yo podría ser tú, ellas podrían ser yo. Solo nos separa una oportunidad".

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