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Los costosos errores en una era de incertidumbre

Planear con anticipación y tomar en cuenta los escenarios más pesimistas evitará que la crisis derivada de la pandemia sea aún más difícil de librar.

OPINIÓN

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Nos encontramos en una era de gran incertidumbre. El mundo predecible y cierto ya quedó completamente atrás.

Ya había muchas sorpresas antes de que la pandemia de Covid-19 se nos viniera encima en este año. Sin embargo, ya con ella, el mundo se ha convertido en un territorio inédito.

Hoy es casi imposible planear y predecir. Los márgenes de error pueden ser tan amplios que nos conducen a tomar decisiones equivocadas si pensamos que los mecanismos usuales para anticipar el comportamiento social y económico siguen estando vigentes.

En abril, las autoridades mexicanas consideraban que el pico de la pandemia habría de presentarse en la primera quincena de mayo y que a partir de entonces empezarían a bajar los nuevos contagios. Sobre esa base se diseñó un programa de reapertura económica que comenzó en junio.

Las cosas fueron diferentes a lo previsto. No hubo tal pico y los contagios siguieron creciendo. No obstante, no se modificó el calendario de apertura y con ello se aceleró el número de casos y de fallecidos.

México no fue el único país que incurrió en tales equívocos.

En Estados Unidos pasó lo mismo en una parte de su territorio.

Luego de que hasta mayo parecía darse una trayectoria a la baja en los contagios, semejante a la que se presentó en diversos países de Europa, en junio repuntó y no se ha detenido.

Esto ha llevado a frenar los procesos de reapertura y, por lo mismo, afectó adicionalmente a la economía.

En el caso de México, los pronósticos económicos han tenido que revisarse mes con mes y se han perfilado escenarios más negativos en cada ocasión.

En Estados Unidos, tras iniciar la reapertura, se presentaron algunos indicios positivos que sorprendieron, como fue el caso de las ventas minoristas, que crecieron 18 por ciento en mayo respecto a abril y volvieron a crecer 6 por ciento en junio.

El problema es que pareciera que el ritmo que adquirió el rebote económico no podrá mantenerse en un esquema donde la reapertura tiene que revertirse, al menos en algunos lugares donde los contagios han vuelto a subir.

Los modelos para anticipar la trayectoria de la pandemia se han mostrado en algunos casos imprecisos y en otros completamente erróneos.

Eso revela nuestro limitado conocimiento respecto de la dinámica de esta enfermedad.

Lo anterior se va a acentuar en el curso de los próximos meses. Tradicionalmente, en el hemisferio norte, comienza la era de la influenza estacional durante octubre y no se tiene todavía certeza del modo en que puedan interactuar en el organismo los virus del Covid-19 y el de la influenza.

Igualmente, en casi todo el mundo se ha observado que es prácticamente inevitable que con los procesos de reapertura haya rebrotes. Los países, sobre todo en Asia y Europa, que los han detectado con oportunidad y que han establecido medidas para confinarlos, identificando los contactos de los contagiados, han logrado evitar que se repita el crecimiento exponencial de la primera fase la pandemia.

En naciones como México, Brasil o India, la situación puede ser mucho más compleja debido a la dispersión de la población, pero sobre todo a la insuficiencia de los sistemas de salud para la detección oportuna, así como para trazar los contactos, lo que puede dar lugar a que una nueva ola pueda ser de mayor importancia que las que se han presentado ya en países que lograron contener los rebrotes.

Uno de los factores que explican la imprecisión de los modelos epidémicos es el hecho de que en realidad no conocemos el número de contagiados. Que la mayoría de los portadores de este virus no desarrollen síntomas, pero sí tengan capacidad de transmitirlo, hace muy difícil determinar la verdadera evolución del proceso epidémico.

Si las series de tiempo en las que se basan los modelos son imprecisas, también es probable que lo sean sus resultados. Por ejemplo, el experto de Johns Hopkins, Amesh A. Adalja, dijo a Bloomberg que estima que el número efectivo de contagios en México sume ya más de 7 millones, en lugar de los cientos de miles que son reportados por la autoridad sanitaria. Ante tal circunstancia, es complejo desarrollar un modelo que realmente anticipe la dinámica de la enfermedad.

En este momento, sobre la base de las estimaciones de los expertos, se espera una caída del Producto Interno Bruto en México de este año en alrededor del 10 por ciento.

El problema con esta cifra es que o puede ser exagerada o puede quedarse corta. Todo depende de procesos cuya incertidumbre sigue siendo muy elevada, como la duración de la pandemia y la intensidad de los contagios.

En este contexto, ¿qué hacer para planear y tomar decisiones en ámbitos tan diversos como las finanzas personales o la economía del país?

Lo único que queda es realizar continuamente ajustes a los escenarios esperados. Hoy, la planeación debe debe ser altamente dinámica y ajustarse con agilidad ante circunstancias que son muy cambiantes.

Sin embargo, se debe partir de la base de los escenarios más pesimistas para que, en caso de darse, no nos tomen mal parados, sino ya preparados, identificando lo que debe hacerse en caso de presentarse.

Estamos en circunstancias inéditas. El hecho de que la economía mexicana haya caído casi 19 por ciento en el segundo trimestre de este año, el mayor retroceso de toda la historia documentada, indica con claridad que nos estamos moviendo en territorio desconocido.

Más nos vale tener atención extrema a todas las circunstancias y estar listos para reaccionar de la manera más rápida.

En las empresas esto implica una importante modificación de sus procesos de toma de decisión para hacerlos más ágiles.

En el ámbito del Estado, se requiere actuar con una celeridad que casi siempre choca con las inercias de las burocracias, o bien con los lentos procesos de negociación de las fuerzas políticas.

Estos tiempos también implican algo que es muy complicado: reconocer los errores. Para hacer ajustes frecuentes a las políticas públicas o a las acciones empresariales, hay que tener la humildad de reconocer cuando nos equivocamos.

En el manejo de las políticas públicas en México, más vale que el gobierno acepte que debe apoyarse a las empresas y los empleos.

Falta mucho para salir de esta crisis y, dejar que las unidades económicas sigan a su suerte, puede producir un impacto negativo tan grande que hasta los escenarios más pesimistas del presente parezcan optimistas frente a lo que vendría.

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