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No todas las tecnológicas serán triunfadoras cuando finalmente acabe la pandemia

Meses de confinamiento y trabajo remoto han probado los límites de algunas plataformas.

El año pasado fue sombrío, solitario y profundamente traumático, pero para la industria de la tecnología fue, además, enormemente lucrativo. Desde hace tiempo Silicon Valley se ha especializado en tecnologías que compiten con la interacción social cara a cara, y este año esa competencia desapareció. "La pandemia nos ha permitido probar hipótesis que ya sopesábamos pero que nunca nos habíamos atrevido a probar completamente", declara Diego Comin, profesor de economía en la Universidad de Dartmouth que estudia la adopción de la tecnología.

"Aprendizaje remoto, conferencias virtuales masivas, ocio con un gran componente digital. Como no tenemos otra alternativa ahora, tuvimos que probarlas con una actitud positiva".

Las empresas detrás de esas tecnologías (Zoom, Slack, DoorDash, Netflix y Amazon, por nombrar algunas) han visto el auge de sus negocios en medio de una crisis económica más general. Pero en algún momento, tal vez incluso este año, las cosas empezarán a volver a la normalidad. Lo que suceda entonces es una enorme incógnita para la industria.

¿Cuál de estas nuevas herramientas conservará su valor cuando el contacto humano ya no esté cargado de contagio y muerte? Aquí hay algunas hipótesis.

Herramientas de transacción: Al preguntarle qué tecnologías boyantes en la pandemia permanecerán, Patrick Walravens, analista de tecnología de JMP Securities, menciona a DocuSign, la compañía de software líder para firmar contratos electrónicos. Luego relata la historia de cuando recogió su Jeep del taller mecánico: "Llegas allí, y todos llevan mascarillas, y hay un montón de letreros sobre las recomendaciones sanitarias, cubren los asientos de tu auto con plástico y desinfectan tu auto". Pero justo cuando casi ha salido por la puerta, a Walravens se le entrega un bolígrafo y se le pide firmar un papel. "Hay tantos lugares donde todavía tocamos bolígrafos, papeles y contratos sucios", dice con molestia.

El rápido crecimiento de DocuSign sugiere que el coronavirus finalmente ha jubilado a la firma con tinta, incluso el mecánico de Walravens se mostró abierto a la idea. Pero los contratos digitales no son solo más higiénicos que los de papel, también son más fáciles de personalizar, enviar, almacenar y encontrar. Esas cosas seguirán vigentes mucho después del COVID-19.

Walravens compara eso con las plataformas de videoconferencia y comunicación empresarial como Zoom o Slack. Hemos aprendido que podemos hacer mucho más en esas plataformas de lo que pensábamos antes, pero meses de trabajo puramente remoto también han revelado sus límites: en una oficina, alguien que no sabe cómo hacer algo puede simplemente ponerse de pie, buscar a un colega con más experiencia y pedirle que venga y vea qué está haciendo mal.

Es difícil replicar eso por medio de una videoconferencia. Zoom era una plataforma de rápido crecimiento incluso antes de la pandemia, pero a medida que disminuya el distanciamiento social, podría perder a muchos de sus usuarios más nuevos y menos naturales, como escuelas y empresas pequeñas sin oficinas muy distantes.

En opinión de Walravens, la distinción relevante es entre transacción y diálogo. Un contrato de DocuSign meramente registra los resultados de una conversación; Zoom tiene la tarea mucho más difícil de transmitir la conversación misma.

Trabajo colaborativo: Figma es una herramienta de diseño basada en la nube que reemplaza el complicado proceso de enviar y recibir archivos PDF o guardar y volver a subir archivos en una unidad compartida. En su lugar, permite que todos los involucrados trabajen juntos en tiempo real a través de un navegador web en un solo lienzo digital compartido. "La posibilidad de que múltiples personas diseñen en él ha mejorado realmente el proceso de trabajo", dice Mike Volpi, socio de Index Ventures, uno de los inversores de Figma.

Para Volpi, la herramienta no es solo una mejor manera de realizar trabajos de diseño a distancia, es una mejor manera de realizar trabajos de diseño. Y en teoría, cuantas más personas utilicen estas herramientas, más poderosas se volverán. "Hay algunos de estos servicios que aprovecharon la llegada del virus para desatar su propia viralidad, valga la expresión", añade Volpi. "Y esos probablemente se verán menos afectados por la desaparición del COVID".

Un servicio de reparto de comida como DoorDash, por otro lado, no tiene esa dinámica. Tener más restaurantes para elegir lo hace más atractivo para más clientes, y viceversa, pero al final del día cada cliente actúa solo. "No es que porque mi vecino lo esté usando, es más probable que yo lo use", dice Volpi.

Trabajar, no jugar: Hay otra explicación que podría afectar el destino post-pandemia de las herramientas de trabajo colaborativo y las aplicaciones de reparto de comida. El profesor Diego Comin plantea que las lecciones que hemos aprendido sobre el poder de la tecnología difieren radicalmente según se trate de trabajo o diversión. Antes del COVID-19 ya existía una demanda significativa de esquemas laborales más flexibles. Sin embargo, no había un clamor por las horas felices en Zoom o los conciertos a los que solo se podía asistir a través de una computadora.

La gente ha pasado su tiempo libre haciendo esas cosas porque no tenía otra opción. "Hemos experimentado, en general, una disminución en la calidad del ocio", dice Comin. Como anécdota personal, cuenta que ha tenido que conformarse con ver películas ambientadas en lugares lejanos para saciar su pasión por los viajes; para una probadita de Bangkok, vio la segunda parte de '¿Qué pasó ayer?' Pero planea remediar eso tan pronto como sea humanamente posible. "Si pudiera viajar, lo haría ahora, ni siquiera haría maleta, me iría directamente al aeropuerto".

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