El día después de que Andrés Manuel López Obrador fue elegido presidente del país, las calles aledañas a la sede de Petróleos Mexicanos (Pemex) en la colonia Verónica Anzures de la Ciudad de México estaban llenas de ruido en apoyo del político tabasqueño. Dentro de las oficinas de la empresa productiva del Estado, el silencio era sepulcral. En lugar de gritos desaforados, hubo susurros: "¿Qué vas a hacer? ¿A dónde te vas a ir?"
Desde 2015, una importante reestructuración de la compañía petrolera ha reducido la fuerza laboral de Pemex en aproximadamente 16 por ciento, lo que ha llevado a muchos gerentes a jubilarse.
La empresa podría enfrentarse a una fuga de talento, pese a que el nuevo mandatario ha prometido incrementar la producción de petróleo, afirman personas familiarizadas con la situación de la empresa. Algunos gerentes y miembros del personal de altos mandos ya se han ido, señalan las personas consultadas para este artículo, y se espera que otros más los sigan.
El temor de los que se marchan es que se les pagará menos por hacer más y que los ascensos a puestos más altos serán acaparados por personas ajenas a la empresa y seleccionadas para dirigir la compañía, añaden las fuentes. López Obrador ya nombró a Octavio Romero Oropeza, un aliado político e ingeniero agrónomo sin antecedentes petroleros, para liderar a Pemex y ayudará a seleccionar una nueva junta directiva compuesta la mitad por funcionarios gubernamentales. Si bien Pemex tiene más de 129 mil empleados, la pérdida de personal directivo y gerentes talentosos podría causar "muchas interrupciones y tiempo perdido en aprendizaje e ineficiencia, el problema número uno de la compañía hoy en día", señala Nymia Almeida, vicepresidente senior y analista principal de Pemex para Moody's Investors Service.
Cuando se le preguntó sobre la cantidad de personal de alto nivel que se ha ido desde la elección presidencial, Pemex aseguró en un comunicado que la información no estaba disponible. Un portavoz de López Obrador declinó hacer comentarios.
El temor a una reducción en los salarios está fundamentado en una ley que entrará en vigencia en enero y que prohíbe que los funcionarios del sector público ganen más que el sueldo del presidente, que está situado en 108 mil pesos al mes. No está claro si la ley incluirá a Pemex, pero la junta directiva de la compañía podría aprobar un cambio similar. "Es probable que Pemex reduzca los salarios porque van a hacer lo que el gobierno quiera", explica Almeida.
La amargura se ha estado gestando entre los gerentes intermedios de la compañía desde el inicio de las reformas energéticas en 2014, según cuatro empleados de alto nivel y dos que dejaron la empresa a principios de este año.
Ellos aseguran que los directores y gerentes se han visto obligados a sustituir a los que se fueron durante la reestructuración. Ahora, el temor de esos gerentes es que tendrán que asumir todavía más trabajo, incluida la capacitación de los empleados recién llegados.
"Muchos de los chicos están amarrando sus fondos de jubilación para no perderlos, por lo que esto tendrá un gran costo", asegura John Padilla, director gerente de la consultora de energía IPD Latin America LLC. "Esto tendrá un costo enorme para Pemex, tanto directa como indirectamente".
La producción de crudo de la compañía ha caído por 13 años consecutivos y sus refinerías están operando a solo 37 por ciento de su capacidad instalada. López Obrador ha prometido gastar alrededor de 160 mil millones de pesos para construir una nueva refinería durante tres años, misma que sometería a una consulta popular antes de lanza el proyecto, y modernizar las existentes. Otros 75 mil millones de pesos irían para ayudar a aumentar la producción de petróleo en un tercio en los próximos dos años. Sus agresivos planes, sin embargo, llegan en un momento en que la creciente deuda de Pemex, que ahora asciende a unos 106 mil millones de dólares, ha convertido a la empresa mexicana en el mayor deudor corporativo de América Latina. Las reformas a las pensiones y los recortes presupuestarios son otra fuente de frustración. A cambio de que el gobierno asumiera una parte de las obligaciones de pensiones de Pemex en 2016, la compañía agregó cinco años a los requisitos de antigüedad y edad para retirarse con beneficios completos.
No obstante, algunos empleados mantienen la esperanza de que los cambios propuestos inyecten nueva vida a la empresa. Desde 2014, Pemex ha suspendido miles de millones de dólares en inversiones en proyectos de refinería, gas natural y petroquímica, señala José Luis Vázquez Vite, supervisor de Pemex Transformación Industrial, el brazo de refinación de la compañía. "No hay mucho que hacer en estos días", afirma Vite, quien se unió a Pemex hace 36 años. Ahora, tal vez, dice, los proyectos se reiniciarán de nuevo.
Fitch Ratings ha rebajado la perspectiva de Pemex de estable a negativa desde la elección de López Obrador el 1 de julio, y Moody's ha emitido una advertencia. "Pemex enfrenta incertidumbre en la estrategia y el futuro de la compañía, junto a políticas poco atractivas para los empleados", señala Ignacio Quesada, quien es director gerente de Alvarez & Marsal Holdings LLC y ex director de finanzas de Pemex. "El futuro de Pemex es un gran desafío porque el mercado ha cambiado y la compañía no está lista".