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¿Por qué ya no es una locura el petróleo a -100 dólares?

En poco tiempo no habrá sitio para almacenar crudo, lo que empujaría los precios a terreno negativo en todo el mundo.

Orbitando a cientos de kilómetros sobre la Tierra, los satélites Sentinel-1 son los ojos en el cielo que revelan por qué los precios del petróleo estadounidense cayeron por debajo de cero y por qué es probable que otros petróleos del mundo sigan sus pasos.

El satélite rebota las señales de radar de los enormes tanques que almacenan petróleo y esos datos se utilizan para calcular la cantidad de crudo que contienen. El mensaje es alarmante: queda poco espacio para almacenarlo.

Es algo que nunca antes había sucedido y el mercado apenas comienza a vislumbrar lo que significará. Los expertos afirman que en cuestión de semanas ya no habrá espacio para almacenar crudo, un evento que en la jerga de la industria se conoce como "tank tops", cuando los depósitos han alcanzado su capacidad máxima. La consecuencia sería precios del petróleo cercanos a cero en muchas partes del mundo, y en algunos casos podrían caer en terreno negativo.

"Estamos en camino de llegar a ese punto límite a fines de mayo o principios de junio", expuso Florian Thaler de Oilx, una firma de investigación que utiliza datos satelitales.

El caos que vivió el mercado petrolero estadounidense el 20 de abril podría presagiar lo que ocurrirá a nivel mundial si otros reservorios comienzan a llenarse. También refleja que el mercado seguramente reaccionará con anticipación al almacenamiento máximo, en lugar de esperar a bajar cuando se rebase el límite. Algunos productores de petróleo están ya modificando sus contratos para evitar que sus precios se vuelvan negativos.

La turbulencia continuó el 21 de abril. Los futuros del Brent para entrega en junio perdieron un 15 por ciento al ​​cotizar cerca de 16 dólares por barril, el nivel más bajo en casi 21 años. Los principales crudos europeos y africanos, que se negocian con descuento frente al crudo de referencia Brent, cotizarían por debajo de los diez dólares e incluso por debajo de los cinco en algunos casos.

"Claramente hemos pasado a una crisis de gran escala", dijo Paul Sankey, un curtido analista petrolero de la firma nipona Mizuho Bank, que advirtió atinadamente sobre los precios negativos del crudo en marzo. Sankey fue todavía más lejos: "¿Llegaremos a los 100 dólares negativos por barril el próximo mes (mayo)? Muy posiblemente".

El mundo de los precios negativos no tiene piso, y después de los últimos días, todo es posible. Lo cierto es que los datos satelitales más recientes muestran una sobreoferta masiva. Cada semana se almacenan 50 millones de barriles de crudo, suficiente para alimentar a Alemania, Francia, Italia, España y Reino Unido juntos.

La capacidad de almacenamiento en la India está al 95 por ciento, según funcionarios de tres plantas procesadoras de propiedad estatal. Nigeria, entre tanto, reducirá su producción porque no tiene lugar para almacenar crudo, declaró a un medio local Mele Kyari, director de la compañía petrolera estatal NNPC.

Las refinerías no están comprando crudo porque no hay demanda de gasolina. Algunos productores están recortando la producción, pero otros continúan bombeando. Unos cuantos dólares son mejores que nada para algunas compañías. El petróleo no tiene a dónde ir sino a los depósitos.

Los datos satelitales podrían incluso estar sobreestimando la cantidad de espacio disponible, pues gran parte del espacio vacío ha sido alquilado por traders.

"Podemos tener precios negativos y precios muy negativos", apuntó Pierre Andurand, fundador del fondo de cobertura petrolera del mismo nombre, y agregó que el petróleo es un "mercado peligroso para negociar en este momento".

Desde arriba, el mercado petrolero parece un sistema global profundamente interconectado. Pero en realidad es una colección de islas pequeñas y grandes, todas conectadas a través de delgadas venas. Lo importante no es cuándo se llenará el reservorio total del mundo, sino cuándo cada una de esas islas, o centros regionales, alcanzará la capacidad máxima, o amenace con hacerlo.

Para el mercado de Estados Unidos, todo se reduce a Cushing, Oklahoma, que es el punto de entrega de los contratos de futuros del crudo WTI (West Texas Intermediate).

La ciudad, que se describe a sí misma como "el punto donde se cruzan los oleoductos del mundo", alberga una docena de granjas de tanques, lo suficientemente grandes como para contener casi 80 millones de barriles.

Cuando los contratos de WTI expiran, la parte que acordó comprar recibe el petróleo en Cushing y debe encontrar un lugar para almacenar los barriles o distribuirlos. La parte que acordó vender tiene que entregar el petróleo.

Los precios del petróleo se desplomaron el 20 de abril cuando los traders que poseían contratos de WTI para entrega en mayo quisieron salirse de esos contratos antes del vencimiento (su fecha de entrega) pues no tenían tanques para almacenar el petróleo. En el peor momento, alguien llegó a pagar 40.32 dólares por barril para evitar recibir petróleo.

En el mercado físico del petróleo, los traders negociaron barriles a precios negativos aún más altos. En este inédito "págame para que me lo lleve", Plains All American Pipelines LP, uno de los principales transportistas de petróleo en Estados Unidos, pidió 55.05 dólares por barril a cambio de comprar (y llevarse) una mezcla llamada Eastern Kansas Common.

"El almacenamiento terrestre es muy limitado", reconoce Ben Luckock, codirector de comercialización de petróleo en Trafigura Group, un importante comerciante de commodities.

Entre los puntos de almacenaje que pronto podrían alcanzar su máxima capacidad está Rotterdam, un centro neurálgico de refinerías para Europa occidental, varias islas en el Caribe y Singapur. Aunque los buques petroleros están sirviendo como reservorios temporales, también terminarán por llenarse.

En el mundo del almacenamiento, Royal Vopak NV, con sede en Rotterdam, es la empresa de mayor envergadura. Sus ejecutivos ya se han lanzado a una búsqueda global para conseguir más tanques. Y según su director financiero, Gerard Paulides, "la capacidad disponible está casi completamente agotada".

Javier Blas con la colaboración de Fred Pals, Jack Wittels y Anthony Di Paola

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