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¿Quién ganará la guerra de petroprecios?

Estados Unidos, Arabia Saudita y Rusia tienen fortalezas y debilidades de cara a una de las batallas económicas de mayor alcance e impacto en la actualidad.

Hay una batalla económica en el mercado petrolero del mundo y se está convirtiendo con mucha rapidez en una disputa de voluntades que protagonizan los líderes de tres países: Arabia Saudita, Rusia y Estados Unidos.

Mohammed bin Salman, el príncipe heredero saudí de 34 años, intensificó una guerra por el precio del petróleo con un movimiento para inundar el mundo con crudo un día después de que el mercado sufriera su peor derrota desde 1991.

Vladimir Putin, de Rusia, ayudó a comenzar la pelea para infligir un golpe a Estados Unidos.

El futuro del mercado petrolero y la industria del shale en EU está en juego, y los próximos movimientos del presidente Donald Trump podrían ser clave.

Estados Unidos se ha vuelto el mayor productor de petróleo del mundo, convirtiéndose en un objetivo para los saudíes y los rusos, que se encuentran justo por debajo. Trump, cuyo intento de reelección en noviembre se hace más difícil con la propagación del coronavirus y con cada señal descendente de los indicadores económicos clave, prometió ayudar a los perforadores estadounidenses. Todavía podría ejercer influencia sobre Arabia Saudita, que se beneficia del apoyo militar de su país.

Trump llamó ya al príncipe para discutir la guerra de precios, según dos personas familiarizadas con la situación.

"Ya no se trata de economía", explicó Chris Weafer, director ejecutivo de Macro Advisory, una consultora con sede en Moscú. "Los tres están sufriendo a este precio de petróleo".

A primera vista, Estados Unidos debería ser el perdedor. Perforar en la Cuenca Pérmica del Oeste de Texas y Nuevo México es mucho más costoso que en Siberia o el desierto de Arabia Saudita. Los productores de shale necesitan un promedio de 40 a 50 dólares por barril para alcanzar el punto de equilibrio, según Rystad Energy. Eso está muy por encima de los precios actuales. Los productores ya se han visto debilitados por los prestamistas reacios a financiar su perforación y el coronavirus, que ha reducido la demanda en todo el mundo.

Pero la coincidencia de rencor se trata menos de la economía petrolera que de la energía bruta. En esa medida, Trump podría parecer estar en una posición más cómoda. Si bien la guerra de precios iniciada por Riad y Moscú se está alimentando directamente de sus propios ingresos petroleros, es probable que ayude a los automovilistas estadounidenses, que son la mayor fuente de demanda de petróleo del mundo.

Trump aplaudió la caída de los precios hace unas semanas, tuiteando desde su cuenta que fue "buena para el consumidor".

Para Riad y Moscú, por otro lado, el asunto es de vida o muerte. Arabia Saudita depende del petróleo para casi el 70 por ciento de sus ingresos fiscales, según el Fondo Monetario Internacional. Para Rusia es el 40 por ciento, incluido el gas.

Tanto el príncipe Mohammed como Putin han tomado medidas para fortalecer su control autoritario. El príncipe hizo que dos miembros de alto rango de la familia real saudí fueran detenidos recientemente, con el argumento de que estaban tramando un golpe de Estado. Putin ha cambiado la constitución rusa en un movimiento para allanar el camino para retener influencia después de su mandato actual, el último dentro de los límites existentes y que finaliza en 2024.

Si la guerra de precios persiste durante meses, la resistencia económica determinaría al ganador. Aquí, Arabia Saudita parece estar en un punto más débil. Riad necesita más de 80 dólares por barril para equilibrar su presupuesto, más que en cualquier otro momento en los últimos 20 años. Si se trata de aprovechar la alcancía, las reservas de efectivo del reino son de 500 mil millones de dólares, un tercio menos que su pico en 2014.

Rusia, por otro lado, ha pasado los últimos cinco años restableciendo su economía a un precio del petróleo más bajo y reconstruyendo las reservas a 570 mil millones de dólares. Si bien el dolor económico sostenido llegaría en un momento incómodo para el Kremlin, ya que Putin ha prometido mejorar el nivel de vida de su país, el presupuesto tiene cierta capacidad de recuperación. Después del impacto de la caída del precio del petróleo y las sanciones de Estados Unidos en 2014, Moscú ha reducido el precio al que su presupuesto alcanza el punto de equilibrio a los 50 dólares por barril desde 115 dólares en 2013 (las compañías rusas pueden obtener ganancias a un precio del petróleo mucho más bajo).

Trump, por el contrario, puede sentir el impacto más pronto en el ámbito político interno. El dolor de la industria petrolera de EU podría afectar su popularidad en Texas, que sus oponentes demócratas consideran un posible campo de batalla electoral.

"El desencadenante para que EU se involucre es si esta caída del precio del petróleo pone en peligro la estabilidad financiera", dijo Bob McNally, fundador del consultor petrolero Rapidan Energy Group y exfuncionario de la administración George W. Bush.

El senador estadounidense John Cornyn, quien representa a Texas y sus perforadores, sugirió que la administración de Trump debería endurecer su postura contra los saudíes.

"Espero que haya comunicación directa con el reino y con el príncipe heredero sobre lo que han hecho, porque dependen de nosotros para su seguridad", advitrió Cornyn. "Creo que no reconocieron las consecuencias de lo que hicieron y cuál podría ser el impacto".

Con el dolor económico que se siente en los tres países, algunos comerciantes especulan sobre el potencial de la escalada en la guerra de voluntades. Trump ya ha mostrado su disposición a utilizar aranceles y sanciones para lograr sus objetivos políticos, mientras que Rusia y Arabia Saudita están involucrados en luchas de poder político y militar en todo Medio Oriente y más allá.

"Si este fuera el presidente Obama, tendrías más confianza en que la administración no haría nada y dejaría que el precio del petróleo encuentre su propio nivel", explicó Weafer. "Con el presidente Trump, simplemente no sabes lo que va a hacer".

Javier Blas y Jack Farchy con asistencia de Steven T. Dennis, Gregory White, Anna Andrianova, Michael Shepard y Jennifer Jacobs

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