Para el mundo exterior, Donald Trump está en un pequeño aprieto.
Los fiscales se están acercando cada vez más, mientras su propio abogado, Michael Cohen, coopera con ellos. Parece que el presidente republicano perderá el control de la Cámara de Representantes ante los demócratas en las elecciones de mitad de período, lo que podría desencadenar un juicio político.
También está perdiendo personal, esta semana, el abogado de la Casa Blanca. Su agenda legislativa está estancada y el sector corporativo está aterrorizado ante la perspectiva de una guerra comercial, especialmente con una China cada vez más poderosa.
Sin duda, es solo cuestión de tiempo para que deba replegarse.
Pero la imagen que tiene el hombre sentado detrás del escritorio 'Resolute' en la Oficina Oval no podría ser más diferente. El presidente de Estados Unidos se otorga a sí mismo un A+.
Está presidiendo en un boom económico la investigación de Robert Mueller es 'ilegal' y el juicio político no es posible porque no pueden "impugnar a alguien que está haciendo un gran trabajo", señaló el jueves en una entrevista con Bloomberg News. "El nivel de amor" en sus mítines "es algo hermoso de observar".
¿Y reemplazar al asesor de la Casa Blanca, Don McGahn? No es problema. "Te diré una cosa: todo el mundo quiere el trabajo, todos lo quieren".
Más de lo mismo
Dado su éxito, en términos de política, la única respuesta racional a juicio de Trump es más de lo mismo. Por ejemplo, veamos el comercio. En palabras de Trump, México ya ha sido incorporado a sus líneas y Canadá es el próximo. China será golpeada y golpeada y cederá, porque Estados Unidos es más fuerte.
Y los europeos, "casi tan malos como China, solo que más pequeños", serán los próximos: su oferta de aranceles cero para los automóviles "no es lo suficientemente buena", declaró el mandatario estadounidense.
Mientras está en ello, la Organización Mundial de Comercio está bajo aviso: Estados Unidos se retirará si no se "adapta".
Desde su perspectiva, lejos de meter la pata en todo el mundo con su bola demoledora, el presidente ha sido tolerante hasta el extremo.
"Tengo más paciencia que cualquier ser humano en el mundo", dijo sobre sus negociaciones con Corea del Norte. Postergó el castigo a los chinos con aranceles durante todo un año, para ver si corregían su proceder y ayudaban a presionar a Pionyang para que renunciara a sus armas nucleares.
Decepciones de aliados
Varios lo han defraudado: en Alemania, Angela Merkel y en Turquía, Recep Erdogan. Ha mantenido a su fiscal general, Jeff Sessions, y solo desearía que hiciera un mejor trabajo, especialmente en controlar a los demócratas, que están mucho más empeñados contra Rusia que nadie, según el presidente.
En un mundo donde otros países están manipulando sus monedas, la única moneda que importa en el mundo de Trump es la aprobación del presidente.
No es sorprendente para él que casi todos los republicanos que él respaldó hayan ganado sus primarias de 2018. Y su premonición se extiende a sus oponentes: cuando vio a la joven candidata socialista en el Bronx, Alexandria Ocasio-Cortez, inmediatamente supo que iba a ganar.
Su cumbre de Helsinki con Vladimir Putin fue un gran éxito porque él sabe que así fue: cualquier otra interpretación es una noticia falsa.
Para los críticos de Trump, tanto en casa como en el extranjero, esta es una evidencia más de un narcisista que se ha escapado de la realidad, y que tarde o temprano recibirá su merecido. Eso podría ciertamente suceder: hay muchas trampas que probarían su incompetencia en las que Trump puede caer.
Pero también hay dos razones por las que puede tomar mucho tiempo, mucho más de lo que esperan sus oponentes.
Verdaderos logros
El primero es que detrás de la arrogancia, hay logros reales que cualquier crítico justo debe reconocer. La economía está realmente cerca de un repunte récord, al igual que Wall Street.
En comercio, está cerca de un nuevo Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) con México y Canadá.
En política exterior, el ingenuo provinciano -que se esperaba que se centrara en las preocupaciones domésticas debido a su ignorancia- se ha convertido en una figura de importancia. Corea del Norte ya no amenaza públicamente a Estados Unidos con la destrucción.
Europa está gastando más en defensa. Muchos empresarios esperan desesperadamente que logre que China abra sus mercados.
A pesar de los escándalos y problemas legales, la tasa de aprobación de Trump entre los republicanos es, de hecho, alta.
El segundo problema es que, independientemente de si la visión del mundo de Trump es una patraña, Trump simplemente lo cree, por lo tanto continuará haciendo más de lo mismo.
China recibirá los aranceles sobre productos por 200 mil millones de dólares la próxima semana, y los europeos probablemente obtendrán su propia medicina poco después.
Las consecuencias pueden ser benignas o desastrosas. Pero este es un presidente que cree que la única manera de superar sus dificultades es pisar más el acelerador. Él es un blanco móvil para sus críticos.
En 1980, en los días oscuros en el cargo de primera ministra, con disturbios en las calles y una serie de eminentes economistas - e incluso una parte sustancial de su propio gabinete- instándola a cambiar de rumbo, Margaret Thatcher emitió la siguiente respuesta: "A los que esperan con gran expectativa un cambio de rumbo, sólo tengo una cosa que decires. Tú cambias de dirección si quieres. La señora no está para dar la vuelta".
Thatcher estaría horrorizada por mucho de lo que está haciendo el presidente de Estados Unidos, desde su guerra comercial hasta sus jueguitos con Stormy Daniels.
Pero el espíritu es el mismo. Este presidente no está para dar la vuelta.
El autor es editor en jefe de Bloomberg News