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Un chiapaneco tenía tiempo libre… y le puso color al cine mexicano

En medio de la pandemia, este joven aficionado a la edición cinematográfica le dio una nueva vida a un clásico nacional.

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Cuando los videojuegos aburrieron a Woldemberg Pérez, decidió invertir su tiempo libre en esta pandemia en una práctica cada vez más usual en el mundo del cine: darle color a la primera cinta mexicana nominada a los Premios Oscar: Macario de Roberto Gavaldón.

Fueron poco más de 143 noches las que el estudiante de quinto semestre de la carrera de Ingeniería en Tecnologías y Desarrollo de Software en la Universidad Autónoma de Chiapas dedicó para terminar una labor, en apariencia, exclusiva para realizadores consagrados como Peter Jackson (They Shall Not Grow Old, 2018) o leyendas del séptimo arte como el propio Georges Méliès (Le Voyage dans la Lune, 1902).

Primero con fotos y luego con pequeños fragmentos de video, el joven, originario de Tuxtla Gutiérrez, practicó a manera de hobby darle color a esas escenas que contaban una historia en blanco y negro. Una vez que dominó su técnica, se dispuso a 'colorear' la cinta dirigida por Gavaldón en 1960 y protagonizada por el legendario Ignacio López Tarso, Pina Pellicer y Enrique Lucero.

A 60 años de su estreno, Macario sigue siendo un referente del cine mexicano e internacional, no solo por las nominaciones al Premio de la Academia y a la Palma de Oro del Festival de Cannes que obtuvo. Tampoco por ser una cinta representativa en Día de Muertos, o por ser la adaptación homónima escrita por Bruno Traven, sino por retratar la pobreza –vigente en la actualidad– del campesinado en México, el cual no aspira a monedas de oro ni espuelas de plata, sino a tener el estómago lleno sin tener que compartir con nadie... al menos que sea la muerte quien pida bocado.

Woldemberg es un autodidacta y así es como aprendió a utilizar la inteligencia artificial para darle color a las imágenes que Gabriel Figueroa, el cinematógrafo de Macario y quien trabajó con Luis Buñuel en la monumental cinta 'Los Olvidados' (1951), concibió en blanco y negro.

"En sí la inteligencia artificial se encargaba de todo. El detalle era ponerla a funcionar, pero era de prueba y error, eran distintos modelos", comentó el estudiante de 20 años.

Sin tener el presupuesto millonario ni el equipo técnico para colorear con Photoshop cuadro por cuadro, tal y como lo hizo el director de 'El señor de los anillos' con las imágenes de la Primera Guerra Mundial, Woldemberg optó por programas de código abierto –algunos de ellos pensados para usarse en fotos fijas– para ver los paisajes de Taxco tal y como Roberto Gavaldón los vio cuando filmó Macario.

El proceso utilizado por el chiapaneco fue más empírico que teórico al colorear fragmentos de la cinta de 3 minutos, a veces más cortos, con herramientas como Deoldify, TecoGan, Dain, Phyton y Google Colab. Esta última plataforma le permitió editar de forma remota y sin tener que invertir en computadoras de alto rendimiento.

Así, por primera vez tienen color el Diablo, Dios y la Muerte, entrañables personajes de Macario, así como aquella escena inolvidable de las vidas encarnadas en velas. Y aunque por momentos se asoman los fotogramas tal y como eran, las más de 750 mil reproducciones a pocas semanas de estar en YouTube demuestran la aceptación de este trabajo.

Woldemberg también obtuvo la película en internet. El resultado final de su trabajo, una edición de Macario en Full HD a 60 fps no tiene fines de lucro y el joven no ha aceptado dinero por ella, a pesar de recibir distintas ofertas de parte de usuarios quienes pedían una copia exclusiva.

"Lo hice porque es la película favorita de mi papá y mía; sin embargo, al editarla me sentía como si fuese un mexicano que va a Estados Unidos de mojado y no sabe nada, entonces vas aprendiendo solito", comentó. "No es como que vayas a un curso; así aprendí a manejar un poquito más Python".

Los comentarios positivos han abierto una oportunidad que Woldemberg no tenía antes de la pandemia: el mundo del cine, razón por la cual continúa haciendo ediciones de otros proyectos en blanco y negro, uniéndose a grupos especializados vía Facebook e insistiendo al Instituto Mexicano de Cinematografía (IMCINE) que le den asesoría para evitar problemas legales.

"Nunca tuve respuesta de IMCINE y yo mejor lo publiqué para que todas las personas puedan verla sin fines de lucro", aseguró el estudiante quien se califica a sí mismo como un 'quisquilloso' del cine entre su familia.

"El primer paso es tener contactos con el cine porque quiero seguir con esto, pero quiero tener ese respaldo de no tener problemas por hacerlo, y de ahí pienso que podía ser posible y si me llegara la oportunidad de adentrarme a ese mundo, con mucho gusto la tomaría".

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