Ni siquiera los peces podrán escapar al embate de las cámaras de reconocimiento facial.
Las caras de millones de salmones atlánticos podrían quedar almacenadas en bases de datos para monitorear su salud e identificar a aquellos que representan una amenaza para su entorno marino.
Antes de preguntar si los peces tienen cara, sí, la tienen. La firma noruega Biosort ha desarrollado un escáner 3D que puede diferenciar al salmón según el patrón distintivo de manchas alrededor de sus ojos, boca y branquias.
El gigante de la piscicultura Cermaq Group AS quiere llevar esta tecnología a los criaderos de salmón en los fiordos noruegos, apostando a que puede prevenir la propagación de epidemias como el piojo de mar que infecta a cientos de millones de peces en granjas piscícolas y le cuesta a la industria mundial más de mil millones de dólares cada año.
"Podemos construir un registro médico individual para cada pez", afirmó Harald Takle, jefe investigador de Cermaq, uno de los socios que está probando el sistema conocido como iFarm. "Será una revolución".
En un mundo donde la tecnología de vigilancia se está implementando en prácticamente todas partes, de aeropuertos y estadios a escuelas públicas y hoteles, tal vez sea inevitable que las granjas en tierra y mar encuentren formas de aprovecharla para mejorar la productividad.
Este año, el gigante agroindustrial estadounidense Cargill dijo que estaba trabajando con una empresa irlandesa en un sistema de reconocimiento facial para monitorear a las vacas, de suerte que los agricultores puedan ajustar los regímenes de alimentación para mejorar la producción de leche. Los escáneres les permitirán rastrear la ingesta de alimento y agua e incluso detectar en qué momento las hembras tienen días fértiles.
Los salmones podrían ser los siguientes en la fila. A medida que los peces compiten con la carne de res y el pollo como el alimento proteico preferido del mundo, los grandes exportadores como Noruega, el mayor productor mundial de salmón, se han convertido en el punto focal de métodos radicales de cultivo marino diseñados para ayudar a que la industria de la acuicultura de 232 mil millones de dólares alimente al mundo.
Cargill quiere aplicar el reconocimiento facial en las granjas acuícolas, y Cermaq, operador de más de 200 granjas de salmón y trucha en Noruega, Canadá y Chile, ya está realizando pruebas del concepto iFarm con su socio tecnológico noruego BioSort AS.
El concepto se parecerá mucho a las actuales granjas acuícolas, con redes circulares de 160 metros que suelen tener una profundidad de 35 metros y albergan hasta 200 mil salmones. La diferencia es que la iFarm estaría equipada con escáneres en la superficie. En un día cualquiera, 40 mil salmones en cada corral se elevarán por encima del agua por un trago de aire, algo que sus vejigas necesitan para regular la flotación.
Cada vez que un salmón haga esto, por lo general cada cuatro días, pasaría por un embudo equipado con sensores que escanearían la cara y el cuerpo para mantener registros de cada pez. Si las máquinas detectan anomalías como piojos o úlceras en la piel, los peces infectados pueden ponerse en cuarentena para recibir tratamiento médico.
Todo el proceso, según un video de Cermaq que detalla esta nueva tecnología, está automatizado y requiere una supervisión mínima, aunque especializada. En algunos casos, el escaneo arroja datos como la biomasa de los especímenes que evalúa.
"Solo el pez que realmente lo necesite será clasificado para el tratamiento, lo que generalmente significa entre el 5 y el 20 por ciento. Esto evita un proceso estresante para todos los peces sanos", explicó Geir Stang Hauge, uno de los inventores del software y CEO de la startup BioSort, con sede en Langhus, al sur de Oslo, la capital noruega.
Stang estima que la detección temprana de enfermedades podría reducir la mortalidad en un 50 a 75 por ciento, lo que sería revolucionario para países que han visto cómo las infestaciones de piojos afectan a las poblaciones de salmón en los últimos años y con ello se evaporan miles de millones de dólares de potenciales ganancias en una industria que crece de forma acelerada.
Los piojos de mar han existido por millones de años, aunque su número se ha incrementado notablemente. Este parásito se alimenta del moco, la piel y la sangre del salmón. Las lesiones hacen que el pez ya no sea apto para la venta y han desarrollado a lo largo de los años una resistencia a los tratamientos químicos comunes, que todavía se emplean en la mayoría de las granjas de salmón en el mundo. Incluso los enfoques libres de pesticidas (como bañar al salmón en agua tibia) son defectuosos pues no sirven de protección para los peces sanos que siguen desarrollándose en la población general del criadero.
"En la mayoría de la acuicultura, son esos problemas de salud los que limitan el crecimiento", señaló Einar Wathne, responsable de productos marinos en la unidad de nutrición animal de Cargill, quien ha estado desarrollando soluciones y tratamientos para peces durante alrededor de treinta años. "De lo contrario, podríamos haber producido más, podríamos haber vendido más, podríamos haber alimentado más".
Con la colaboración de Deena Shanker y Hayley Warren