Hay un hombre en el primer círculo del presidente Andrés Manuel López Obrador que se mantiene sereno. Tiene que hacerlo. Y además, debe hacer las veces de traductor entre su jefe y el resto del mundo financiero que todavía ve en ocasiones con cierto escepticismo el arranque del gobierno mexicano más disruptivo de las últimas décadas. Se trata de Carlos Urzúa, el titular de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
En su primer viaje al extranjero como secretario de Hacienda, Urzúa tenía un mensaje que claramente quería transmitir a la comunidad inversora de Nueva York. Fue, en esencia: no teman, el joven gobierno del presidente López Obrador comprende las leyes de la economía y no tiene intención de realizar experimentos radicales que puedan poner en peligro la salud financiera de México.
En el transcurso de una entrevista, la primera que otorga oficialmente en el cargo y que encajó en un día lleno de reuniones con los financieros de Wall Street, el funcionario declaró enfáticamente y en repetidas ocasiones que el gobierno no buscará generar un crecimiento más acelerado del que la economía puede manejar (tan solo 2 por ciento este año); que respeta la autonomía del banco central; que está recortando gastos en algunas secretarías; que no habrá aumentos de impuestos y, en todo caso, tal vez realice un recorte impositivo para apuntalar al gigante petrolero estatal Petróleos Mexicanos (Pemex).
El repunte del peso en las últimas semanas fue una afirmación, aseguró Urzúa, de la creciente confianza del mercado en un presidente de izquierda que muchos habían temido, y predijo con entusiasmo que la moneda podría seguir fortaleciéndose en las próximas semanas para alcanzar un tipo de cambio por debajo de 19 pesos por dólar o incluso mejor.
"Ha habido una serie de eventos que han hecho que se mueva un poco el tipo de cambio, internos y externos, y en este momento estamos viendo un rally a favor del peso más o menos importante", señaló Urzúa, quien tiene un doctorado en Economía de la Universidad de Wisconsin, y llevó las finanzas de la Ciudad de México entre 2000 y 2003, cuando Andrés Manuel López Obrador fue jefe de gobierno.
El funcionario estimó que la racha del peso podría continuar en el corto plazo y que el estimado del gobierno para 2019, de 20 pesos por dólar es en cierta forma pesimista.
El nivel actual, aseguró Urzúa, "me parece bien".
Las proyecciones optimistas del funcionario difieren de un sondeo de Bloomberg realizado entre 40 grupos financieros, pues el promedio de estimaciones apunta a un nivel de 19.92 pesos por dólar al cierre del primer trimestre. Dicho nivel implicaría una depreciación de la moneda mexicana de 3.5 por ciento en los siguientes dos meses y medio.
No obstante, el funcionario hizo hincapié en los elementos que apuntan a que el futuro económico del país es positivo.
"Tenemos un presupuesto que reduce sustancialmente el gasto de muchas secretarías", aseguró Urzúa. "Vamos a ser muy respetuosos con el Banco de México. Respetaremos su autonomía por completo".
Sin embargo, todo esto plantea algunas preguntas clave: ¿Realmente los mexicanos votaron a AMLO para que procediera con tanta cautela? ¿No fue el enfoque de paso lento y constante que confinó al país a tasas de crecimiento anual del 2 por ciento durante décadas lo que empujó a los mexicanos hartos de esa situación a votar abrumadoramente por AMLO? ¿Cómo reaccionarán cuando esta realidad finalmente se imponga? El secretario de Hacienda señala que mejorar los programas sociales aliviará algo de la angustia y las dificultades a corto plazo que sufren los mexicanos y aminorará la presión sobre el gobierno. Una inversión pública más eficiente y robusta ayudará a apuntalar el crecimiento en la segunda mitad del sexenio a un promedio del 4 por ciento, dijo.
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Los programas sociales se ejecutarán adecuadamente en lugar de estar plagados de corrupción"
"Los programas sociales se ejecutarán adecuadamente en lugar de estar plagados de corrupción", señaló Urzúa.
Respecto de quienes dudan que el gobierno pueda alcanzar la anhelada meta de 4 por ciento de crecimiento, el funcionario aseguró que esas discrepancias se deben a que muchos piensan que la economía estadounidense, clave para el desempeño en México, tendrá problemas hacia 2020. Sin embargo, Hacienda y el resto del gobierno federal se mantienen firmes en lograr su meta.
López Obrador recientemente pidió que el banco central (que tiene como única misión controlar la inflación y ha estado aumentando las tasas durante tres años) prestara más atención al crecimiento. Eso discrepa con la insistencia de Urzúa durante la entrevista de no interferir de ninguna manera con el trabajo del banco central.
El funcionario apuntó que la previsión presupuestaria del gobierno para 2019 de 20 pesos por dólar es algo pesimista y cree que el crecimiento económico podría alcanzar el límite superior de su estimación, que actualmente está situada en el rango que va de 1.5 a 2.5 por ciento.
México cubrió su producción petrolera para 2019 al igual que Pemex, dijo Urzúa, y aunque durante la entrevista no reveló el precio, un día más tarde se dio a conocer que las coberturas fueron para un nivel de 55 dólares por barril. Tanto Pemex como el gobierno federal planean cubrirse nuevamente para 2020, agregó.
López Obrador ha estado limando asperezas con los inversionistas, luego de que el peso colapsó a fines de octubre cuando anunció que cancelaría el nuevo aeropuerto internacional de México (NAIM) de 13 mil millones de dólares. El peso ahora se ha recuperado completamente de esa caída gracias a un presupuesto para 2019 considerado ampliamente como prudente y un acuerdo alcanzado con los tenedores de bonos del cancelado proyecto aeroportuario.
Urzúa refirió que si bien no tiene prisa por recomprar más bonos del proyecto del aeropuerto en Texcoco, podría hacerlo más adelante si sobra dinero. México ha recomprado hasta el momento mil 800 millones de dólares del total de 6 mil millones de dólares en bonos que se emitieron para financiar la megaobra.
Añadió que las regalías que paga Pemex probablemente continuarán bajando en los próximos años, y que no cree que una ley propuesta por Morena para reducir las comisiones bancarias sea la forma adecuada de bajar esas tarifas. La afrenta del funcionario a una iniciativa del partido del presidente de la República es una escena poco común para un titular de Hacienda.
La Bolsa Mexicana de Valores repuntó tras un anuncio de que México reducirá la tasa impositiva pagada por las compañías sobre las ganancias de las ofertas públicas iniciales y eliminará un impuesto de retención para los inversores extranjeros en bonos corporativos. Sin embargo, la Bolsa no se ha recuperado completamente de las noticias a principios de noviembre de que el partido Morena en el Senado busca una ley para reducir las comisiones bancarias.
El mejor momento que por ahora atraviesa la relación de la iniciativa privada con el gobierno federal, y particularmente con AMLO, no está garantizado debido a la forma de ser del mandatario, quien en su primera entrevista en el cargo, que otorgó a El Financiero Bloomberg, afirmó que no le huye al conflicto.
"Me siento muy bien con la polémica", mencionó durante la entrevista para el programa La Silla Roja. "Lo que pasa es que no dejo pasar ciertas cosas, porque tampoco puedo estar contestando todo. Me gusta responder y me genera un poco de gozo".
AMLO mencionó en la entrevista que dentro de su gabinete está permitido el disenso y la crítica, aunque para convencerlo hacen falta argumentos de peso. Urzúa, un profesor de trato afable de 63 años, deberá cargar siempre con varios de ellos para aterrizar las elevadas aspiraciones que el presidente todavía alberga.
"Vamos a tener cerca de 700 mil millones de pesos para inversión y aseguramos que todos los programas sociales con los que nos comprometimos, sin déficit, sin deuda", dijo López Obrador en la entrevista. "En lo económico me siento optimista, hay equilibrios".
Esos balances, sin duda, son resultado de los esfuerzos que su hombre a cargo de los números ha tenido que realizar desde la Secretaría de Hacienda y a los cuales se acostumbró desde la primera vez que trabajó con AMLO a principios de la década de 2000.
Según datos del gobierno de la Ciudad de México, en ese entonces puso freno a los gastos, restringiendo el aumento del endeudamiento en términos reales al 3.3 por ciento, en comparación con el 19 por ciento de la administración anterior.
Sin duda, el presidente espera que los resultados a nivel federal sean similares. Aunque el proyecto de nación prometido a un país cansado de la corrupción y de la desigualdad exige el pago de una factura muy elevada para los próximos años. El trabajo del secretario sin duda es complicado.
Durante un breve momento durante la entrevista, parecía que Urzúa se saldría del guion y deslizó que la tasa de interés de referencia para los préstamos del 8.25 por ciento "es un obstáculo que puede ser un poco complicado".
Pero rápidamente volvió a su mensaje de no intervencionismo: "La tasa no es tan alta, y pensamos que si podemos mejorar el sistema financiero podríamos aumentar el crédito".
López Obrador tampoco se salió de su guion durante la participación que tuvo en el El Financiero Bloomberg y siguió hablando del cambio profundo que espera que su gobierno genere en los próximo años, tanto en el terreno social como en el económico, y la disrupción que se aproxima. Al final, apuntó, las promesas serán cumplidas.
"Es muy importante que la gente tenga fe, esperanza, que podemos lograr los cambios sin violencia, por la vía pacífica, por el camino de la concordia", dijo.
Quizá le faltó agregar que si lo logran será porque su hombre más sereno en el gobierno halló la forma de hacerlo sin perjudicar a la economía y tranquilizando a los mercados.