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Triunfo ‘amargo’ para Musk: A tres años de la entrada de Tesla en el S&P, prevén caída en acciones

Las condiciones podrían complicarse aún más para Tesla, a medida que se ‘enfríe’ la demanda de vehículos eléctricos.

Mañana se cumplen tres años de que Tesla Inc. empezó a cotizar en el índice Standard & Poor’s 500. Desde entonces, los accionistas de la empresa han vivido una carrera desenfrenada que les ha hecho preguntarse si deberían haber invertido su dinero en la renta variable.

Las acciones de Tesla cerraron en torno a 232 dólares el 18 de diciembre de 2020, la sesión anterior a que la empresa se incorporara al S&P 500. Hoy rondan los 247 dólares, un 6,7 por ciento más según los precios de cierre. Mientras tanto, el S&P 500 ha subido aproximadamente un 27 por ciento, liderado por valores tecnológicos de megacapitalización como Microsoft Corp, Apple Inc. y Nvidia Corp.

Tesla, que tiene la séptima mayor ponderación en el índice, se encuentra entre la mitad inferior de los valores del S&P que más han subido en ese periodo.

“La valoración de Tesla estaba muy sobrevalorada cuando entró en el S&P, por lo que no es de extrañar que las acciones estén rindiendo por debajo de lo esperado y probablemente lo hagan durante los próximos dos años”, dijo en una entrevista Craig Irwin, analista de Roth Capital Partners. “Operar con la volatilidad es la estrategia adecuada para ganar dinero en las acciones actualmente”.

De hecho, la mediocre rentabilidad de Tesla en tres años oculta una trayectoria muy volátil. En un momento dado, la acción subió casi un 80 por ciento desde su precio justo antes de entrar en el S&P, mientras que en otro estaba a menos de la mitad de ese valor.

El rally ‘cubre heridas’

De cara al futuro, las condiciones podrían complicarse aún más para Tesla a medida que se enfríe la demanda de vehículos eléctricos. Incluso la posición dominante de la empresa en el sector, que la convierte quizá en la única apuesta viable para los inversores en la industria, podría no ser suficiente para ayudar a la cotización de sus acciones en los próximos años.


Aun así, el eufórico repunte que precedió a la entrada de Tesla en el S&P 500 hace que el débil comportamiento de las acciones resulte aceptable para algunos inversores. Las acciones subieron un asombroso 731 por ciento en 2020 hasta el 18 de diciembre, ya que las expectativas de que la empresa pronto alcanzaría la categoría de ‘blue-chip’ atrajeron tanto a inversores institucionales como minoristas.

Conseguir un puesto en el S&P significó que muchos gestores de fondos que desconfiaban de la volatilidad, del extravagante e impredecible consejero delegado de la empresa, Elon Musk, y del incipiente sector de los vehículos eléctricos tuvieron que prestar atención. Y en el caso de los fondos que siguen el índice de referencia, los gestores de cartera tuvieron que comprar acciones de Tesla para reflejar la nueva composición del índice.

Jerry Braakman, director de inversiones de First American Trust, que poseía unas 16 mil acciones de Tesla al 30 de septiembre, afirma: “Los inversores en índices pasivos que se lanzaron tras la subida de 2020 no han obtenido grandes beneficios teniendo en cuenta la volatilidad”. Pero “cambia el punto de partida solo un poco y es obvio cuánto valor se puede crear manteniendo Tesla”.

La cuestión a partir de aquí es cuánto espacio queda en una valoración de mercado que ya se eleva por encima de otros fabricantes de automóviles y se asemeja a la de las mayores empresas tecnológicas.

Futuro autónomo

El consenso actual de Wall Street parece ser: quizá ninguno.

El precio objetivo medio de los analistas sobre Tesla refleja una previsión de caída de las acciones de alrededor del 2,4 por ciento en los próximos 12 meses. No es de extrañar, dado que se prevé que la demanda de coches eléctricos disminuya en 2024, antes de volver a repuntar.

Como han señalado en los últimos meses empresas automovilísticas como Tesla, proveedores de vehículos eléctricos e incluso empresas de alquiler de coches, parece que se ha agotado el grupo de los primeros en adoptar la tecnología, y una mezcla de cuestiones relacionadas con la economía, los vehículos caros y los altos tipos de interés están manteniendo alejados a los principales compradores.

Y luego está la esperanza de que Tesla sea capaz de fabricar un coche realmente autónomo antes que nadie.

En opinión de Nicholas Colas, de DataTrek Research, aproximadamente dos tercios de la valoración de la empresa dependen del éxito de su tecnología de “conducción autónoma total”. Pero ha sufrido algunos tropiezos. El revés más reciente se produjo la semana pasada, cuando Tesla anunció que retiraría más de dos millones de coches del mercado después de que el principal regulador de seguridad automovilística de Estados Unidos dijera que el sistema no hace lo suficiente para evitar el uso indebido.

“La valoración de Tesla y, por tanto, su volatilidad y potencial de rentabilidad futura están inextricablemente ligadas a su capacidad para ofrecer un vehículo verdaderamente autónomo”, afirma Colas. “Los inversores que crean que eso va a ocurrir poseerán las acciones. Los que duden de que Tesla pueda llegar a la meta en primer o segundo lugar no lo harán. Es un caso de inversión bastante binario en este momento”.

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