¡Qué comienzo de año tan impresionante para las acciones estadounidenses! El índice S&P 500 no solo logró su mayor ganancia en el primer trimestre desde 2019, sino que lo hizo en medio de importantes desafíos.
A pesar de las trágicas y mortales guerras en Gaza y Ucrania; la escalada de tensiones entre las principales potencias mundiales, el mayor uso de las restricciones a la inversión como armas y las inquietantes noticias de que tres importantes economías avanzadas están cayendo en recesión (Alemania, Japón y el Reino Unido), las ganancias del S&P 500 se aceleraron y ampliaron. El índice de referencia subió 10.2 por ciento superando al Dow Jones Industrial (5.62 por ciento) y al índice Nasdaq Composite (9.11 por ciento).
Sorprendentemente, estas ganancias se produjeron junto con un cambio notable en las expectativas sobre las tasas de interés que resultó en un aumento de 30 puntos básicos en los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense a dos años y un movimiento similar para los rendimientos a 10 años. El aumento del precio de 13 por ciento del petróleo Brent tampoco logró descarrilar el fuerte repunte.
Esta fortaleza del mercado de valores en medio de condiciones globales aparentemente adversas es sorprendente, especialmente dadas las incertidumbres políticas internas en países clave y la limitada coordinación de políticas globales frente a problemas comunes a muchos países. La fortaleza puede atribuirse a dos factores principales: influencias de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo.
Desde una perspectiva ascendente, en el primer trimestre los inversores adoptaron mucho más la promesa de la inteligencia artificial generativa, como lo ilustra más vívidamente el aumento de 82 por ciento de Nvidia. Esto se vio respaldado por el creciente reconocimiento del potencial de la tecnología innovadora para mejorar la productividad en muchos sectores y de manera duradera.
Por lo tanto, no sorprende que el repunte se extendiera más allá de las acciones a muchos otros activos. Esto incluyó a Bitcoin, que se disparó 64 por ciento y algunos consideran que ofrece exposición “sin riesgo” y otros como “con riesgo”, y el oro, que saltó 8.09 por ciento y se considera “sin riesgo”, pero se vio reforzado por los desafíos que enfrentó la Reserva Federal en lograr finalmente que la tasa de inflación baje a su objetivo del 2%. El repunte traspasó fronteras, con un aumento notable de las acciones japonesas (a pesar del primer aumento de tasas del Banco de Japón en 17 años y su retirada del control de la curva de rendimiento) y un mayor interés de los inversores en las acciones de los mercados emergentes.
El primer trimestre de 2024 nos recordó que las acciones estadounidenses pueden prosperar en medio de una incertidumbre considerable, especialmente cuando están respaldadas por una narrativa sectorial transformadora y un banco central solidario. Los inversores deberían celebrar este entorno y, al mismo tiempo, ser conscientes de la necesidad de ampliar los impulsores del repunte más allá de estas dos influencias.