Los acontecimientos de los últimos meses han supuesto un funesto recordatorio de que, a pesar de su naturaleza anticuada, las monarquías hereditarias tienen ventajas sobre otros sistemas meritocráticos.
No, no nos referimos a nada que esté ocurriendo en Washington; es Seúl la que está dejando a las casas gobernantes en buen lugar.
Desde que fue nombrado parte de la junta de gestión de nueve miembros de Samsung Electronics el pasado mes de octubre, el hijo y heredero de su presidente Jay Y. Lee ha sido interrogado por investigadores y objeto de examinaciones cruzadas de los legisladores, que investigaban el tráfico de influencias con otra dinastía local, la de la presidenta de Corea del Sur actualmente suspendida, Park Geun-hye.
A pesar de que los investigadores anunciaron sus planes de arrestarlo por cargos de cohecho y malversación el lunes, las acciones de Samsung han subido un 19 por ciento desde su nombramiento de 2016.
Este olvido es, de hecho, algo bueno. Al hacer subir las acciones de Samsung a pesar de los problemas legales de su vicepresidente, los accionistas han indicado que el verdadero genio de la compañía no está en sus principales ejecutivos, sino en los equipos de diseñadores, ingenieros y expertos en productos, que soportarán cualquier intriga palaciega.
Esta distinción está inscrita en los más profundo del ADN de la empresa. Mientras que las compañías occidentales están típicamente dirigidas por un ejecutivo centralizado que se mantiene en línea con las cabezas pensantes de la sala de juntas, Samsung funciona como una especie de monarquía constitucional.
El padre de Lee, el presidente Lee Kun-hee, tiene el poder no escrito de un soberano, pero lo usa de forma dosificada al operar a través de su gabinete, que toma la forma de la junta empresarial. El papel de su director ejecutivo, lejos de ostentar la preeminencia, está dividido entre nada menos que tres individuos que forman un comité de gestión.
Esta estructura colegiada no significa que Lee sea prescindible, sin embargo. De hecho, su propio carácter reemplazable es lo que lo convierte (o a alguien como él) en paradójicamente indispensable para la compañía como un todo.
Buena parte del éxito de Samsung viene de su estructura descentralizada, que le ha permitido ser ágil en su adaptación de unos mercados a otros en busca de ventajas.
Hasta 2011, la empresa todavía obtenía la mayor parte de sus ingresos de la venta de electrodomésticos como frigoríficos o lavadoras; los teléfonos eran su tercera división por ingresos hasta hace tan poco como 2006.
Los semiconductores supusieron la principal parte de las ganancias operativas hasta que las telecomunicaciones tomaron el revelo en 2007, el año del lanzamiento del iPhone. Tras ocho años en los que los teléfonos habían liderado el sector en todos los ejercicios fiscales excepto uno, han vuelto a la cúspide otra vez desde 2015.
Tal y como Tim Culpan, de Gadfly, argumentaba la semana pasada, el centro financiero de Samsung juega un valioso papel al provocar que sucedan estos cambios de un producto a otro, lo que ayuda a la empresa a fijar prioridades estratégicas a largo plazo y decidir qué divisiones favorecer mediante la asignación de capital.
La agilidad de la compañía en identificar la próxima tendencia aumenta mucho gracias a que la toma de decisiones no queda comprometida con ningún partido o facción; pero esta cualidad brilla por su ausencia en los tres cortesanos del comité de gestión.
Kwon Oh-hyun, director del negocio de semiconductores, ha pasado más de tres décadas en esa división, mientras que sus codirectores ejecutivos J.K. Shin y Yoon Boo-keun están asociados por igual con teléfonos inteligentes y dispositivos y pantallas, respectivamente.
Todo esto es un buen motivo para apoyar a la hermana de Jay Y. Lee, Lee Boo-jin, que en la actualidad dirige el negocio de hostelería de Samsung Group, Hotel Shilla Co.
Este movimiento afianzaría con seguridad el poder de la familia dirigente, pero también significaría un cambio necesario respecto a la cultura de predominio tradicional masculino del modelo coreano Chaebol.
El rey de Samsung Lee Kun-hee y su príncipe regente aún continúan al mando. Pero si los problemas de salud del primero y las preocupaciones legales del segundo los apartan de sus importantes puestos, será el momento de que la compañía adopte un nuevo lema: Larga vida a la reina.
Esta columna no refleja necesariamente la opinión de Bloomberg LP y de sus propietarios. Ni de El Financiero
El autor es el columnista de Bloomberg Gadfy que cubre commodities, así como empresas industriales y de consumo. Ha sido reportero de Bloomberg, Dow Jones, Wall Street Journal, Financial Times y The Guardian
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