Bloomberg

Guerra tonta e inútil de Trump vs. TLCAN acabará mal

En este texto editorial de Bloomberg, se desmenuzan las implicaciones de la propuesta de Trump de dejar los tratados comerciales, en especial el firmado con México y Canadá, por considerar que EU es el menos favorecido.

La hostilidad contra acuerdos comerciales supuestamente malos fue un tema principal de la campaña del presidente estadounidense Donald Trump, y parece ir en serio: no sólo retiró a Estados Unidos del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, por sus siglas en inglés), sino que también confirmó su intención de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). Sin embargo, sus planes exactos para el TLCAN no son claros.

El TLCAN podría soportar alguna mejora. El problema es que, desde el punto de vista de Trump, cada forma de mejorarlo lo empeoraría. Esa es la razón por la cual su aparente sinceridad es tan inquietante.

El acuerdo comercial reestructuró las tres economías, creando una zona económica altamente integrada y competitiva. Es evidente que, en términos generales, esto ayudó a los trabajadores estadounidenses - y no sólo porque el TLCAN y otros acuerdos de libre comercio abaratan los productos y promueven las exportaciones de Estados Unidos.

Un punto más sutil es igualmente importante: cuando una empresa estadounidense aprovecha el TLCAN al trasladar trabajos al exterior, esas inversiones estimulan la demanda de trabajadores en Estados Unidos.

Este beneficio sorprendente y poco comprendido no es una especulación teórica. En promedio, hay pruebas de que cuando los fabricantes estadounidenses crean 100 nuevos empleos en México, generan aproximadamente 250 nuevos empleos en Estados Unidos.

El empleo en la industria manufacturera estadounidense ha disminuido a lo largo de los años, pero, como según afirma un estudio sobre el TLCAN, se pierden más empleos de manufactura en empresas que no invierten en el extranjero. Cuando las empresas estadounidenses construyen plantas en el extranjero, no sólo contratan a más trabajadores estadounidenses, sino que también invierten y gastan más en investigación y desarrollo - en Estados Unidos.

Esta lucha por el éxito en una economía global conectada es perjudicial: algunos trabajadores pierden en el proceso, aunque otros (un mayor número) ganan. Por lo tanto, Estados Unidos necesita una red de seguridad social más sólida, mejores escuelas, más apoyo para la formación y la movilidad de los trabajadores, subsidios para empleos de bajos salarios y otras medidas.

Proteger a las empresas estadounidenses de la competencia con barreras a la importación, o bloquear sus inversiones extranjeras con amenazas u otras intervenciones, las volverán menos competitivas y harán que los estadounidenses en general estén peor.

Una política comercial que verdaderamente dé prioridad a Estados Unidos "America First" combinaría ayuda para las víctimas de la disrupción con esfuerzos para promover, no restringir, la competencia internacional y mejorar la competitividad de Estados Unidos. Resulta que existe un excelente plan para esto: el TPP antes mencionado, que incluía a México y Canadá y que, entre otras cosas, habría fortalecido las normas laborales y ambientales. Pero los Demócratas en el Congreso rechazaron este plan tan difícilmente logrado, y Trump lo declaró muerto al asumir la presidencia.

Sin embargo, la mejor esperanza para la próxima renegociación del TLCAN es que algunas de esas ideas del TPP puedan ser retomadas y revividas. Esto podría no estar descartado: el presidente no es conocido por ser consistente, y sus opiniones sobre la economía podrían ser lo suficientemente dispersas como para absorber estas ideas pro-comercio, incluso si se atribuye el crédito de haber retirado a Estados Unidos del TPP.

Un enfoque diferente sería promover algunos de los cambios propuestos por críticos como AFL-CIO, la Federación Estadounidense de Organizaciones Industriales: desmantelar el sistema para resolver disputas entre inversionistas y gobiernos, por ejemplo, o endurecer las normas de origen (para hacer más difícil que las empresas vendan productos fabricados con componentes procedentes de fuera del TLCAN). Medidas de este tipo son imprudentes, porque buscan inhibir en lugar de promover la competencia, pero aplicadas con moderación, no necesitarían destruir el acuerdo.

Más medidas de fuerza, como el impuesto fronterizo mencionado por Trump, podrían hacer justamente eso. Debido a que el TLCAN ha creado un mercado tan integrado, nuevas barreras al comercio podrían ser enormemente perjudiciales para los consumidores, los productores y los trabajadores.

Por lo tanto, señor Presidente, siéntete libre de seguir jactándote de ser un negociador duro y de hacer retoques al TLCAN a los que califica de cambios radicales. Y cuide mejor a los trabajadores afectados por el acuerdo. Pero no se equivoque: el TLCAN funciona. Así que no hay que arruinar una cosa buena.

Este es el texto editorial publicado por Bloomberg este lunes. Esta columna no necesariamente representa la opinión de Bloomberg LP y sus propietarios.

También lee: