Algo pervive en Croacia de la vieja Yugoslavia, cuyo último partido mundialista sucedió el 30 de junio de 1990, en los cuartos de final de Italia, ante Argentina.
La Guerra de los Balcanes acabó con el sistema político que, con camisa de fuerza, mantuvo unidos a los eslavos del sur desde finales de los 20. Yugoslavia fue una de las pocas naciones que asistieron al Mundial de Uruguay en 1930. Y en el resto, apareció con cierta frecuencia.
A su manera, los yugos crearon un sistema de juego ordenadísimo. Una forma de nomenclatura. Sin mucha libertad, sus jugadores, técnicamente muy respetuosos, obedecían las funciones del cargo que les tocaba ocupar en el buró de acuerdo a las circunstancias que ofrecía el rival.
En el equipo croata persiste ese tic. Su estructura es dura al mismo tiempo dócil. Su capacidad para adecuar la estructura es única.
Dará muchos problemas al equipo de Herrera, frágil en la marca y el orden. Un descuido será letal ante ese espíritu de partido que llaman Croacia.