Vive lujosamente, vete de manera extravagante.
Para muchos de los ricos y poderosos, los funerales se están convirtiendo en la última oportunidad para hacer alarde de una inmensa riqueza, compitiendo con bodas y cumpleaños como un rito de paso en el que vale la pena gastar una pequeña fortuna.
Eligen descansar en ataúdes chapados en oro de 60 mil dólares y ser transportados en carruajes funerarios tirados por caballos o en coches fúnebres Rolls-Royce. Algunos incluso llevan a amigos y parientes en vuelos a lugares exóticos para sus funerales.
Se ha creado una industria artesanal de asesores para satisfacer la demanda, y algunos administradores de patrimonio están alentando a los clientes a enfrentar su propia mortalidad y hacer planes por adelantado, no solo para aliviar el dolor de los que quedan, sino también con fines tributarios.
"Hay un cierto conjunto de expectativas sobre cómo se supone que uno debe partir", dijo Ted Klontz, máximo ejecutivo de Klontz Consulting. "Se ha convertido en una última exhibición de poder y riqueza".
Los hombres de negocios y los multimillonarios a menudo son agresivamente competitivos en la vida "y eso no termina cuando creen que van a morir", explicó Klontz, psicólogo financiero de Nashville, Tennessee.
Coros Gospel
Algunos incluyen coros de gospel en grandes salones, en medio de un mar de sus flores favoritas enviadas en un jet privado. Otros transportan en avión a sus seres queridos al exterior para ver cómo sus cuerpos son llevados al mar como guerreros vikingos en un barco al que luego se le prende fuego.
"Cualquier cosa que podamos hacer que sea legal, dentro de la ley y de acuerdo con la integridad de nuestra profesión, lo haremos", dijo William Villanova, gerente general de Frank E. Campbell Funeral Chapel, la 'funeraria para las estrellas' de Nueva York.
Los coches fúnebres Rolls-Royce Phantom VII hechos a medida y una flota de 25 sedanes Rolls-Royce a juego, propiedad de la funeraria británica A.W. Lymn, se solicitan internacionalmente, señaló el máximo ejecutivo, Nigel Lymn Rose.
"Recibo consultas de personas que siempre han conducido un Rolls-Royce y quieren que su viaje final sea en un Rolls-Royce", precisó Lymn Rose, quien ha recibido solicitudes de trasladar los automóviles a Estados Unidos, Rusia y otros lugares. "Quieren dejar un mensaje: condúcelo en la vida y condúcelo en la muerte".
David Monn ha planeado algunos de los funerales más importantes, incluido el servicio de Oscar de la Renta en la Iglesia de San Ignacio de Loyola en 2014, que estuvo lleno de famosos.
En el reciente funeral de otro diseñador de moda, reunió a 120 cantantes de gospel que actuaron mientras sacaban el féretro del salón. Hizo los arreglos para contar con una banda marcial en un servicio y, en una oportunidad, cubrió el Alice Tully Hall del Lincoln Center con hortensias azules para replicar la casa de los Hamptons de su cliente.
’Temas tributarios’
Los administradores de patrimonio privados y contadores están aconsejando a sus clientes ultra ricos "manejar el tema de su propia mortalidad", comentó Elizabeth Meyer, quien trabaja como asesora funeraria para familias adineradas y empresas que buscan invertir en la industria.
"Solía ser un lujo no lidiar con la muerte", puntualizó Meyer, autora de una autobiografía llamada Good Mourning (Buen duelo). "Pero a un cierto nivel económico, la planificación al final de la vida es un tema fiscal". Particularmente cuando los costos pueden ascender a millones.
Una cripta debajo de la antigua Catedral de la Basílica de San Patricio de Nueva York tiene un valor de 7 millones de dólares. No es sólo una cripta: es uno de los últimos lugares para entierros de cuerpo completo en Manhattan y puede contener nueve ataúdes y 10 restos cremados.
Tres familias prominentes ya han expresado interés, mencionó Frank Alfieri, quien supervisa el cementerio de la iglesia.
Pasar la eternidad en un ataúd chapado en oro en las catacumbas debajo de una iglesia de 200 años podría ser el cenit de una vida bien vivida.