El suelo de la Ciudad de México se hunde a un ritmo de casi 50 centímetros por año, de acuerdo con un estudio, pero, ¿hay algo que se pueda hacer? Autores de la investigación dicen que estos cambios son “casi totalmente irreversibles”.
Investigadores encontraron que las tasas de hundimiento en la ciudad han sido constantes, por lo que desde 1950 han alcanzado un ritmo de casi 50 centímetros de hundimiento al año. Precisamente en el año 50 se tomó la última decisión de gestión profunda para el suministro local de agua subterránea.
El peso continuo de una ciudad en expansión y la explotación constante de las aguas subterráneas hacen que sea inevitable un mayor hundimiento.
Tras siglos de drenaje de agua de los acuíferos subterráneos, el lecho lacustre sobre el que se asienta la ciudad se ha ido secando, provocando que las láminas de arcilla se compriman y agrieten a un ritmo prácticamente imparable.
115 años de mediciones terrestres, 24 años de mediciones espaciales y 14 años de datos GPS revelaron que amplias franjas del suelo bajo la ciudad se están compactando constantemente.
“A partir de 2020, en promedio, la arcilla superior de la ciudad se compactó en un 17 por ciento y estimamos que, en las condiciones actuales, puede llevar unos 150 años alcanzar la compactación completa”, concluyen los especialistas.
El 70 por ciento del agua potable de la capital proviene de la extracción de agua subterránea de pozos con una profundidad promedio de 600 metros y una profundidad máxima de 3 mil metros. En ese sentido, el hundimiento agrava el riesgo de inundaciones y daña tanto la infraestructura de distribución de agua como las redes de alcantarillado, provocando fugas y contaminación.
Estas tasas de hundimiento persistirán a menos que los niveles de agua vuelvan a subir a profundidades poco profundas, sugiere la investigación.