Si no hacemos cambios drásticos en materia del agua subterránea nos encaminaremos a una catástrofe silenciosa, la cual no es visible como cuando el nivel de las presas disminuye, un río está contaminado o un manantial se seca. Incluso la capital del país podría quedarse sin agua en los próximos 40 años, afirmó Manuel Perló Cohen, del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM.
De acuerdo con el investigador, México tiene 653 acuíferos y 38.7 por ciento de este líquido utilizado en el país proviene de esas fuentes; de ellos, 105 están sobreexplotados, es decir, la extracción excede a la recarga, en algunos de ellos en más de 100 por ciento.
Agregó que la mayoría se encuentran donde llueve menos, en entidades como Querétaro, San Luis Potosí, Durango, Zacatecas, Coahuila, Nuevo León, la costa del Pacífico Norte y en la Península de Baja California.
Perló Cohen señaló que en la región se extraen del subsuelo 40 mil litros de agua por segundo, lo que significa dos terceras partes del total que se consume en el área metropolitana de la Ciudad de México, e indicó que otra cantidad importante de agua se lleva del sistema Cutzamala y del acuífero Toluca-Lerma.
El investigador también destacó que para abastecer a la capital del país se sobreexplotan los mantos acuíferos del Estado de México, Hidalgo e incluso algunos a 100 kilómetros de distancia y advirtió que al ritmo de extracción actual, se calcula que en la Ciudad de México quedaría agua para cerca de 40 años.
Extracción y problemas
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua, 60.8 por ciento del agua se utiliza para producción agrícola, abastecimiento público, industria autoabastecida y termoeléctricas, el cual, durante 2018 provenía en su mayoría de fuentes como ríos, arroyos, lagos y presas.
Los acuíferos se encuentran a diferente profundidad, explicó el investigador, por lo que su principal recarga estriba en la lluvia y la nieve que se infiltran al subsuelo cuando la superficie terrestre las absorbe. Las aguas subterráneas se extraen por medio de bombas y pozos, aunque también hay afloramientos en manantiales.
Además, señaló que deben hacerse más estudios ya que “no es fácil saber cuánta agua hay en el subsuelo; deben hacerse estudios muy modernos, con tecnología muy avanzada para poder identificar cuánto recurso hay y qué calidad tiene, si es potable o no, porque muchas veces puede contener sustancias químicas, presentes de manera natural”.
El investigador agregó que la sobreexplotación de acuíferos genera problemas serios porque las reservas de agua se agotan: “cada vez tenemos que bombear el recurso de profundidades mayores, con el consiguiente aumento de costos; y cuando los pozos se agotan hay que sustituirlos, construir nuevos”.
Asimismo, señaló que produce hundimientos del subsuelo, como el del Zócalo de la Ciudad de México, el cual se encuentra ocho metros por debajo del nivel que tenía hace un siglo; además, genera ruptura de infraestructura y dificultades de intrusión de agua de mar en las reservas subterráneas de la dulce cercanas a las costas, por lo cual deja de ser apta para el consumo humano.
Otro problema es el de la contaminación en las zonas agrícolas, por el uso de pesticidas que también se infiltran al acuífero, y en las ciudades por la intrusión de agua de drenaje en el manto freático.
También hay acuíferos trasnacionales, que compartimos con Estados Unidos, Guatemala y Belice. No obstante, se carece de una legislación internacional o tratados para regular su uso, señaló el investigador con motivo del Día Mundial del Agua, que se celebra el 22 de marzo.
¿Hay acciones para frenar el proceso de deterioro de los acuíferos?
Sí, el investigador Manuel Perló destacó que podemos tomar diversas acciones para detener el proceso de deterioro de los acuíferos; “revertirlo es cosa más seria y difícil, pero por lo menos podemos frenarlo, que la pendiente no se haga cada vez más aguda y extrema”.
Perló destacó que se necesita más investigación, tanto del gobierno como de las universidades, para saber con datos precisos cuánta agua hay en las reservas, cuánta se infiltra, se extrae y se consume.
Además, señaló la importancia de proteger las áreas de recarga del acuífero e indicó que podría hacerse una recarga artificial de acuíferos con agua tratada, como lo que se realiza en países como Estados Unidos, Australia, Alemania o Israel y comentó que debemos reducir la extracción subterránea mediante el uso eficiente y el cuidado del agua, con ayuda de equipos ahorradores de consumo.
“En los hogares tenemos un gran potencial de ahorro, pero también debe haber un cambio significativo en la actividad agrícola. Hay que rescatar los acuíferos, protegerlos y convertirlos en la garantía de nuestro futuro”, concluyó.