Ciencia

Chernobyl: de una amenaza radiactiva a un páramo como reserva natural para animales

La fuente del mayor accidente nuclear en la historia ahora muestra signos que podrían representar respuestas adaptativas.

35 años después del accidente nuclear, diversos equipos de investigación internacional han descubierto que la zona de exclusión da signos de adaptación ante la radiación. (Shutterstock)

Mamíferos como el bisonte europeo; el caballo salvaje de Przewalski, originario de Asia, y anfibios con cambios genéticos son parte de lo que ahora es una reserva natural en Chernobyl.

35 años después del accidente nuclear, diversos equipos de investigación internacional han descubierto que la zona de exclusión está habitada por varios mamíferos y más de 200 especies de aves, entre otros animales, retratando que hoy en día la zona que en su momento tuvo altos niveles de radiación, ahora alberga gran biodiversidad.

Germán Orizaola Pereda, ecólogo evolutivo en la Universidad de Oviedo, en España, realiza análisis de sangre en ranas arborícolas que se recolectan por las noches. Entre los hallazgos está que las ranas en la zona de exclusión son más oscuras que las que están fuera de ella, gracias a los niveles más altos de melanina.

¿Qué sugiere esto? Estudios apuntan que podría ser una adaptación que las protege de las radiaciones ionizantes. Es decir, son signos que podrían representar respuestas adaptativas a la vida con radiación.

El mayor accidente nuclear en la historia

El 26 de abril de 1986 el reactor número 4 de la central nuclear de Chernobyl (Ucrania) sufrió una explosión durante unas pruebas técnicas.

A consecuencia del accidente se emitió unas 400 veces más radiación que la liberada por la bomba nuclear lanzada sobre Hiroshima (Japón) en 1945.

La ausencia general de efectos negativos de la radiación sobre la fauna de Chernobyl puede deberse a varios factores.

Por un lado, los organismos vivos podrían ser mucho más resistentes a la radiación de lo que se preveía.

Otra alternativa es que las especies podrían estar empezando a mostrar respuestas adaptativas que les permitieran vivir en zonas contaminadas sin sufrir efectos negativos.

*Para leer la nota original da clic aquí.

*Por Germán Orizaola, investigador Programa Ramón y Cajal, Universidad de Oviedo. Orizaola recibe fondos del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades (España), a través del Programa Ramón y Cajal y mantiene proyectos de investigación financiados por la Agencia Sueca de Seguridad Nuclear (SSM-Strålsäkerhetsmyndighetens).

*The Conversation es una fuente independiente y sin fines de lucro de noticias, análisis y comentarios de expertos académicos.

También lee: