A casi una hora de haber conmemorado a las víctimas de los sismos de 1985 y 2017 el pasado 19 de septiembre, un movimiento volvió a cimbrar el país por tercera ocasión en la misma fecha.
La coincidencia ocasionó que un considerable número de personas reportaran crisis nerviosas por el miedo de que se repitieran los sucesos traumáticos de los años pasados.
Fue entonces que comenzó a hablarse del temor persistente, incontrolable y desmesurado frente a los movimientos sísmicos, conocido como tremofobia.
Sin embargo, Hugo Sánchez Castillo y Ricardo Trujillo Correa, profesores de la Facultad de Psicología de la UNAM, consideran que el término no es válido pues no es posible determinar que existe una fobia a los temblores, como se ha especulado.
Uso incorrecto del término tremofobia
De acuerdo con Sánchez Castillo, la tremofobia está más bien ligada a las secuelas que dejan los sismos como “la ansiedad, la fobia y el trauma postraumático, pero en sí no está dentro del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (DSM5), que es la obra más completa y actualizada de la práctica clínica, a disposición de los médicos especializados en salud mental y de los investigadores”.
Por otro lado, Trujillo Correa criticó el uso que se le da al término pues, según explica, no existe evidencia, relevancia, trabajos y tampoco argumento científico que sustente la fobia a los temblores.
“Me parece que estamos nutriendo esto de patologizar la vida cotidiana. A todo lo que nos sucede, ya le queremos dar un significado distinto. Si se muere mi perro, es válido que esté triste, pero si ese sentimiento dura una semana, ya muchos señalan que tengo depresión y lo mismo pasa al usar este término”.
Ambos especialistas afirman que sentir miedo frente a estos fenómenos naturales es normal e incluso permite mantener un estado de alerta frente a estas situaciones.
“El miedo nunca desaparece. Nosotros, como psicólogos, trabajamos para que las personas resignifiquen ese miedo y tengan una forma de afrontarlo diferente. Tener miedo a los sismos no debemos verlo como una emoción negativa, sino como una emoción adaptativa. No se debe remover, sino aprender a vivirla”, destacó. Trujillo.
No obstante, es necesario recurrir con especialistas en caso de que el miedo de agudice y se convierta en algo patológico.
¿Los simulacros ‘atraen’ temblores?
La coordinadora nacional de Protección Civil, Laura Velázquez, propuso la semana pasada organizar dos o tres simulacros al año para preparar a la población ante este tipo de eventos.
El planteamiento no solo recibió críticas sino que algunos se atrevieron a afirmar que los simulacros atraen la energía de los temblores por lo que no es conveniente realizarlos.
Ante esta situación, los expertos subrayaron la necesidad de continuar con los ejercicios de prevención pues su práctica permite crear una relación entre la alarma sísmica y la creación de una respuesta de sobrevivencia.
“Por ejemplo, los jóvenes que nacieron después del temblor del 85 tomaban los simulacros como juego o pérdida de tiempo, porque no había esta asociación, no había esta continuidad y contingencia en cuanto al estímulo: percibo la alarma sísmica y la respuesta de sobrevivencia. Pero cuando llega el 2017, suena la alarma y empieza el temblor. El sistema nervioso central hizo la asociación inmediata”, detallaron.
Estos mecanismos de aprendizaje se aprenden en un solo evento y son benéficos para la comunidad.
“Los simulacros no debemos tomarlos a juego, la cultura de prevención debe ir más allá y es necesario aceptar que vivimos en una zona sísmica para que cuando llegue otro evento de este tipo, hacer lo que nos corresponde y no nos afecte de la misma manera”, concluyó Ricardo Trujillo.