El fracking, también conocido como fracturación hidráulica, es un método de extracción de combustibles (especialmente gas y petróleo) mediante la inyección de grandes cantidades de agua, arena y productos químicos en el subsuelo para fracturar rocas que contienen los hidrocarburos.
Para ello, es necesario meter un tubo que llegue a la capa de rocas, y una vez allí, el agua se introduce tenga la suficiente presión para romper esas capas.
En este punto, la arena se encarga de que las rocas no se vuelvan a juntar hasta que el proceso haya finalizado y las sustancias químicas son las responsables de disolver los materiales para liberar el gas.
Una vez se ha llevado a cabo este proceso, el agua con arena y químicos vuelve a la superficie, pero esta vez también con el petróleo o el gas natural extraído.
Desde hace dos décadas, el fracking se ha convertido en una fórmula útil para extraer gas natural, a pesar de la preocupación por los daños al Medio Ambiente.
Daños al Medio Ambiente
Aunque muchos defienden las ‘bondades’ del fracking “esta técnica contamina las aguas subterráneas, libera a la atmósfera gases de efecto invernadero como el metano, induce la actividad sísmica y consume grandes cantidades de agua que no se pueden volver a utilizar, alertó Alejandro Bezanilla Morlot, académico del Centro de Ciencias de la Atmósfera (CCA) de la UNAM.
El problema de la fracturación hidráulica, agregó, “es que no hay regulación y no se ha medido el verdadero impacto ambiental de esta técnica que permite extraer gas y petróleo del subsuelo. En particular, sacar el gas de esquisto, un tipo de hidrocarburo no convencional que está atrapado en capas de roca a gran profundidad en el subsuelo”.
Además de las emisiones de metano, que no se están midiendo, Bezanilla resaltó que otros efectos negativos son que genera contaminación acústica cerca de los sitios de extracción y promueve el uso de gas natural en lugar de fuentes renovables de energía.
Entre los aditivos químicos que se utilizan en esta técnica, prosiguió, hay 750 tipos diferentes de productos químicos. Además, “la fracturación de un solo pozo requiere entre nueve y 29 millones de litros de agua”, detalló.