¿Practicas algún deporte extremo, realizas actividad física de alto impacto o en algún momento te enfrentaste a situaciones de alto riesgo o estrés? Seguramente más de una vez tu cuerpo ha producido epinefrina, o lo que más comúnmente se conoce como adrenalina.
Esta hormona, considerada por los expertos como una herramienta química evolutiva esencial para la supervivencia de los seres vivos, funciona para activar nuestro cuerpo, en ocasiones en las que sea necesario dar el máximo esfuerzo.
“Imaginemos a nuestros ancestros caminando por muchos kilómetros buscando alimento, desesperados y débiles porque no han comido; de repente ven a un animal que puede servirles de alimento, les llega una descarga de adrenalina que les permite sacar fuerza suficiente para correr, alcanzar al animal y darle un golpe mucho más fuerte que si no se hubieran enfrentado al estrés. O bien, si se topaban con un depredador, tendrían el impulso extra para huir o enfrentarlo de forma exitosa. Quienes contaron con este recurso hormonal pudieron sobrevivir, ser mejores cazadores y transmitir en sus genes la posibilidad de producir adrenalina”, detalló el doctor Miguel García Guerrero, encargado de divulgación en el Museo de Ciencias de la Universidad Autónoma de Zacatecas.
¿Cómo funciona la adrenalina y qué provoca en el cuerpo?
Al liberarse en el cuerpo, a través de las glándulas suprarrenales, la adrenalina aumenta el ritmo cardíaco con el objetivo de bombear sangre y dar más oxígeno a los músculos para permitir hacer frente a grandes esfuerzos, señala la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Además, la hormona permite que los bronquios se dilaten al aumentar el ritmo de la respiración y la expiración para que el cuerpo aproveche el oxígeno al máximo y moviliza y descompone el glucógeno —energía que se guarda en los músculos— para que se usen en momentos en los que se requiera más potencia.
La adrenalina también dilata los vasos sanguíneos y aumenta la presión en la sangre para hacernos más resistentes ante ataques o accidentes.
Sin embargo, cuando la adrenalina se produce de forma constante, es posible tener efectos secundarios negativos a la salud como hipertensión, estrés crónico, ansiedad, insomnio, taquicardias o dolores de cabeza, detalla la UNAM.