Millones de personas se preparan en la estrecha línea que va de México a Estados Unidos y Canadá para esperar a la sensación celestial: un eclipse total de sol, a pesar de que los meteorólogos anunciaron nubes este lunes 8 de abril.
El mejor tiempo para presenciar el espectáculo se esperaba en Vermont y Maine, así como en New Brunswick y Terranova.
Podría ser el eclipse que más gente había reunido jamás en Norteamérica gracias a la densidad de población en la zona de visibilidad y al atractivo de más de cuatro minutos de oscuridad en pleno día en Texas y otros lugares. Casi todo el mundo en Norteamérica podría disfrutar al menos de un eclipse parcial, si el tiempo lo permitía.
“La cobertura de nubes es una de las cosas más difíciles de predecir”, explicó el domingo la meteoróloga Alexa Maines, del Servicio Meteorológico Nacional, en el centro de ciencias Great Lakes de Cleveland. “Al menos no nevará”.
La incertidumbre añadía emoción al evento. Llueva o haga sol, “se trata de compartir la experiencia con otras personas”, dijo Chris Lomas, de Gotham, Inglaterra, que se alojaba en un complejo de casas rodantes donde no quedaban plazas libres en Dallas, la ciudad más grande en la franja de tierra desde donde se vería el eclipse total.
Para el eclipse total del lunes, estaba previsto que la Luna pasara justo por delante del Sol, lo que bloquearía su luz por completo. El crepúsculo resultante, en el que sólo es visible la atmósfera solar, o corona, duraría suficiente como para que aves y otros animales guardaran silencio, y para atisbar planetas, estrellas y quizá incluso un cometa.
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Esa oscuridad dura hasta cuatro minutos y 28 segundos. Es casi el doble que en el eclipse que se vio de una costa a otra de Estados Unidos hace siete años, porque en esta ocasión la Luna está más cerca de la Tierra. Pasarán 21 años antes de que el país vuelva a tener otro eclipse total de Sol de esta escala.
El fenómeno, que dura cinco horas desde que la Luna empieza a cubrir el Sol hasta el final, comienza en el Pacífico y se verá primero en tierra en Mazatlán, México, antes de seguir hacia Texas, Oklahoma, Arkansas y otros 12 estados en las regiones centro norte y atlántica central de Estados Unidos, Nueva Inglaterra, y después Canadá. Su última parada será Terranova, donde terminará el eclipse sobre el Atlántico Norte.
La sombra de la Luna tardará apenas una hora y 40 minutos en recorrer más de 6 mil 500 kilómetros (4 mil millas) del continente.
Durante un eclipse hace falta protección en los ojos, con filtros y gafas adecuadas, para mirar al Sol, salvo cuando se oculte por completo de la vista.
La ruta en la que se verá de forma total —que mide unos 185 km (115 millas)— incluye varias ciudades en esta ocasión, como Dallas, Indianápolis, Cleveland, Buffalo, Nueva York y Montreal. Se estima que unos 44 millones de personas viven en esa zona, y unos cientos de millones más a una distancia de 320 km (200 millas). Si a eso se añaden todos los cazadores de eclipses, astrónomos aficionados y simplemente curiosos, no es de extrañar que los hoteles y vuelos estén completos y las carreteras atascadas.
Hay expertos de la NASA y decenas de universidades desplegados por toda la ruta para lanzar cohetes de investigación y globos meteorológicos, así como para realizar experimentos. Los siete astronautas de la Estación Espacial Internacional también lo seguirán a 435 kilómetros (270 millas) de altitud.