Ciencia

Eliminar el capitalismo no salvará el planeta

El desmantelamiento de todo un sistema económico, además de que implicaría conflictos armados y agitación política, tendría pocas garantías de mitigar el impacto ambiental.

OPINIÓN

Bloomberg Businessweek

Se ha puesto de moda argumentar en las redes sociales y en ciertas publicaciones que el capitalismo está acabando con el planeta. Incluso el reconocido inversionista Jeremy Granthan, difícilmente un radical, hizo esa aseveración el año pasado. La idea básica es que las ganancias motivan al sector privado a lanzar carbono al aire con descuidado abandono.

Aunque muchos economistas y algunos activistas del clima consideran que el problema se resuelve mejor modificando los incentivos del mercado con un impuesto de carbono, muchos activistas creen que no puede abordarse sin una reconstrucción de la economía en torno a una planeación centralizada.

La amenaza del clima es indudablemente funesta, y los impuestos al carbono probablemente no serán suficiente para solucionar el problema. Sin embargo, el ecosocialismo tampoco parece ser un método efectivo para enfrentar esa amenaza.

El desmantelamiento total de todo un sistema económico nunca es fácil, y probablemente implicaría conflictos armados y agitación política considerable. En el esfuerzo por ganar esas batallas, incluso los socialistas, con casi total seguridad, abandonarían su limitación al uso de combustibles fósiles, ya sea para apoyar los esfuerzos militares o para evitar que la población se ponga en su contra. El precedente en este caso es la Unión Soviética, cuyo esfuerzo de varias décadas por reformar su economía a la fuerza, en medio de una confrontación con Occidente, llevó a una profunda degradación ambiental. El clima global no tiene muchas décadas para desperdiciar.

Incluso sin conflicto internacional, hay pocas garantías de que el alejamiento del capitalismo mitigaría nuestro impacto sobre el medio ambiente. Desde que el líder socialista Evo Morales llegó al poder, las condiciones de vida mejoraron considerablemente para el boliviano promedio, lo cual es magnífico. Pero ha sido a costa de mayores emisiones. Mientras tanto, el capitalista Estados Unidos ha logrado disminuir un poco sus emisiones per cápita durante el mismo periodo (aunque, dado que Estados Unidos es un país rico, su nivel absoluto de emisiones es mucho más alto).

En otras palabras, en términos de crecimiento económico y emisiones de carbono, Bolivia se parece a países en desarrollo más capitalistas. Eso sugiere que ante la decisión de enriquecer a su población o ayudar a salvar el clima, incluso los líderes socialistas a menudo escogerán lo primero. El mismo cálculo político probablemente se mantendrá en China y Estados Unidos, los principales emisores de carbono del mundo; los líderes que exijan recortes severos en los niveles de vida para alcanzar objetivos ambientales tendrán problemas para permanecer en el poder.

Por ende, la mejor esperanza para el clima es encontrar una solución intermedia entre el crecimiento económico y las emisiones de carbono. Para eso se requiere tecnología: energía solar, eólica y nuclear; almacenamiento de energía; producción de cemento libre de carbono y así sucesivamente. Los mejores planes de política climática incluyen las mejoras tecnológicas como aspecto fundamental.

Desarrollos recientes demuestran que el enfoque tecnológico puede funcionar. Un informe reciente de Bloomberg New Energy Finance analizó aproximadamente siete mil proyectos en 46 países y encontró que las grandes caídas en los costos de la energía solar de los sistemas fotovoltaicos, la energía eólica y las baterías de iones de litio han hecho que la electricidad renovable a escala de servicios públicos sea competitiva con los combustibles fósiles. Una caída de 76 por ciento desde 2012 en el costo de la energía para el almacenamiento en baterías a corto plazo es especialmente importante.

En una entrada de blog, el escritor futurista y de energía Ramez Naam resalta la importancia de estos desarrollos. Naam señala la importante diferencia entre que las energías renovables sean lo suficientemente baratas para desincentivar la construcción de nuevas plantas de combustibles fósiles y que sean lo suficientemente económicas para derrocar las plantas existentes. El primero ya es el caso en la mayor parte del mundo, lo cual es una de las razones para un descenso de 84 por ciento en el número de plantas nuevas de carbón desde 2015.

Pero cuando sea más barato desmontar plantas de combustibles fósiles y construir fuentes renovables en su lugar, el carbón y el gas serán reemplazados mucho más rápidamente. Naam cita ejemplos de Florida a Indiana donde ya se está haciendo. También cita predicciones de la industria de que reemplazar las plantas de combustibles fósiles actuales con renovables será económicamente eficiente en casi todo el mundo en algún punto de la próxima década.

La electricidad está lejos de ser la única fuente de emisiones de carbono: también lo son el transporte, la manufactura (especialmente del acero y el cemento), la calefacción doméstica y empresarial y la agricultura. Pero el rápido avance de la tecnología solar es una gran victoria en la lucha contra el cambio climático, ya que permitirá a las personas de todo el mundo tener electricidad sin cocinar el planeta.

¿Y cómo se alcanzó esta victoria? Una combinación de políticas gubernamentales inteligentes e industria privada. Los investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts Goksin Kavlak, James McNerney y Jessika Trancik evaluaron en un ensayo reciente los factores detrás de la caída de los precios de la energía solar entre 1980 y 2012. Concluyeron que de 1980 a 2001, la investigación financiada por el gobierno fue el principal factor en la caída de los costos, pero de 2001 a 2012, el mayor factor fueron las economías de escala. Estas economías de escala se generaron por el aumento en la producción de la industria privada, pero con subsidios del gobierno que ayudaron a incentivar dicho aumento.

Por tanto, resulta evidente que tanto el gobierno como las empresas en busca de ganancias tienen roles por desempeñar. El gobierno financia el desarrollo de la tecnología en las primeras etapas y luego empuja al sector privado a adoptar dichas tecnologías, mientras que las empresas privadas compiten por encontrar métodos de implementación cada vez más baratos. En lugar de ecosocialismo, es ecoindustrialismo. Si hay algún sistema que pueda vencer al cambio climático, parece ser ese.

Esta nota no refleja la opinión de Bloomberg ni de El Financiero.

*Noah Smith es un columnista de opinión de Bloomberg. Fue profesor asistente de finanzas en la Universidad de Stony Brook y escribe blogs en Noahpinion.

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