Las probabilidades de que una borrachera en el corazón del Bronx termine en la conformación del género musical más escuchado del mundo son prácticamente nulas.
Pero eso fue lo que sucedió el 11 de agosto de 1973, cuando Clive Campbell, un joven de 18 años e hijo de inmigrantes jamaiquinos, organizó una fiesta en el número 1520 de la Sedgwick Avenue para demostrar sus dotes como mezclador de discos.
"Vamos a la fiesta de Clive, él tiene la mejor colección de discos de funk de toda Nueva York", decían los habitantes de aquellos vecindarios encallados en la región más pobre de la ciudad, que por órdenes del siniestro alcalde Robert Moses había confinado a su comunidad negra e hispana en las orillas de la Cross Bronx Expressway, propiciando así el origen de uno de los lugares más peligrosos de la Unión Americana: el Bronx.
Aquella fiesta —cuenta Joseph C. Ewoodzie en Break Beats In The Bronx (2017)— fue el inicio del hip hop. Y aquel hombre, que por entonces se hacía llamar DJ Kool Herc, fue el pionero de este movimiento cultural que ha metido sus narices en prácticamente todos los espacios de la cultura pop, desde la música y el grafiti hasta la moda y el baile.
La industria musical comenzó el año con una noticia bomba: por primera vez en la historia, el hip hop ocupaba el primer lugar de las preferencias musicales de los estadounidenses, según un estudio elaborado por Nielsen Music. Ni el rock ni el country figuraron en los primeros lugares. Con el 25 por ciento de las preferencias, el rap se encumbró como el rey de la radio, las disqueras y el streaming.
El efecto dominó no se hizo esperar. El 18 de abril, Kendrick Lamar se convirtió en el primer compositor pop en ganar un Pulitzer por su álbum DAMN (2017). El jurado de la Universidad de Columbia determinó que el más reciente disco del rapero "es una colección virtuosa de canciones unificadas por su autenticidad vernácula y dinamismo rítmico, que ofrece anécdotas que tratan la complejidad de la vida afroamericana moderna". Una corona que casi nadie se esperaba fuera del mundo del hip hop.
Que el canadiense Drake sea el artista más escuchado de 2018 no es una sorpresa. Sus 8 mil 200 millones de reproducciones en Spotify demuestran lo que David Foster Wallace afirmaba sobre la universalidad del rap en su ensayo Ilustres raperos (2017): "El hip hop redefine el mapa de tu ciudad con una música abrumadora. Es una música que habla de y para la comunidad en la que ha surgido. Su carácter profundamente identitario te excluye, pero también te define. Sin hablar de ti, te explica con claridad y por omisión qué no eres y qué no serás".
No es casualidad que el género se encuentre en su punto cumbre. El contexto político ha sido fundamental para su desarrollo. El crítico musical Nando Cruz explica que el hip hop fue la música que mejor escenificó la brecha social de un país que acababa de aguantar ocho años del mandato de Ronald Reagan. Lo que hizo aquel joven autobautizado como DJ Kool Herc, dice, no fue otra cosa que visibilizar la pobreza en EU que nadie quería ver.
Foster Wallace en 1989: "La desigualdad centenaria que ha sufrido la población negra es el contexto histórico a partir del cual se puede comprender el hip hop". Hoy se habla de los mismos problemas. La Casa Blanca es ocupada por un hombre que prometió diseñar "un nuevo acuerdo para la América negra", pero que a su vez recibe el apoyo del Ku Klux Klan y ataca a LeBron James.
Y si en los 80 hubo voces disidentes del statu quo como Public Enemy, Tupac o The Notorius Big, hoy también los MC's se levantan cobijados por el Black Lives Matter, un movimiento que recuerda en su versión más light a los Panteras Negras de los 60.
No en vano Kendrick Lamar —"el Bob Dylan de nuestro tiempo", lo llamó Pharrell Williams— es el cronista de un país donde un tercio de las familias negras aún vive en condiciones de pobreza, y la mitad de los nacidos así se mantendrá pobre el resto de su vida, según un estudio del Comité de las Naciones Unidas para la Eliminación de la Discriminación Racial de 2017.
En la historia de la música norteamericana, las decisiones burocráticas han desatado los ritmos de la contracultura.
Cuando el 21 de julio de 1964 el presidente Lyndon B. Johnson firmó en la Casa Blanca la intervención del ejército estadounidense en la Guerra de Vietnam, el mundo no sabía que ése era el inicio del rock como el movimiento contracultural más importante del siglo XX. Cuando el alcalde de Nueva York Robert Moses ordenó tras su escritorio la construcción de la vía Cross Bronx Expressway —destruyendo así vecindarios enteros y confinando a la población negra en insalubres viviendas de interés social del Bronx—, el mundo tampoco sabía que ése era el comienzo del hip hop.
A veces los gobiernos crean a sus propios monstruos. El hip hop es una bestia que aún tiene mucho qué decir.