Culturas

Entrevista a Catherine Petitgas: Coleccionismo, comunidad y filantropía asertiva

Originaria de Francia, Catherine Petitgas pasó de una exitosa carrera como analista de Wall Street a sumergirse en el mundo del arte, impulsada por su pasión por la cultura.

Catherine Petitgas es una de las coleccionistas más importantes del mundo con relación al arte latinoamericano. (Foto: Raúl Gasque)

Final de verano en Mérida, la capital de Yucatán. Me encuentro en una casona histórica en el centro de la ciudad, es el hogar de Catherine Petitgas en el sureste mexicano.

Catherine —como la llaman sus amigos— es una de las coleccionistas más importantes de arte latinoamericano en el mundo, enfocada en el arte contemporáneo de la región. En el patio, un estanque con nenúfares y lotos convive con peces koi, creando un oasis en medio del cálido verano yucateco. Me adentro en la biblioteca de la casona, la cual está habitada por libros fascinantes en un entorno de maderas trabajadas a mano, de un gusto que conmueve.

Al saludarla, Catherine me invita a recorrer la casona. Cada una de las salas presenta uno o dos artistas cuyas obras sobresalen. En la primera sala —un salón verde— se exhiben piezas de Idalid Castillo y Lorena Ancona. En el comedor, una obra de Fritzia Irizar domina el espacio con una pintura que critica la deforestación masiva en Yucatán —causada en gran parte por el crecimiento desmedido—, mientras que en la recámara, que ahora funciona como recibidor, se encuentra una serie de fotografías de Patricia Martín Briceño en blanco y negro de contrastes épicos. En el centro del patio, dos esculturas de bronce de Gerda Gruber parecen dialogar con el entorno. Todo está cuidadosamente dispuesto, creando una conversación elegante y sutil entre las obras de la colección.

Casi todos los artistas que habitan la casona, en su mayoría mujeres, tienen una fuerte conexión con Yucatán. Todas tienen un sólido lazo con su comunidad y han aportado mucho al entorno que las rodea. Esto fue lo primero que me pareció sobresaliente esa tarde. Al regresar a la biblioteca, instalé mi micrófono en un escritorio, flanqueado por una obra de Óscar Murillo y otra de Claribel Ríus. Catherine me presenta cada pieza como si los artistas mismos estuvieran allí presentes. Nos acomodamos y comenzamos la entrevista.

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Raúl Gasque: ¿Cómo percibes el rol de los coleccionistas en la construcción y perpetuación de las narrativas del arte contemporáneo? ¿Crees que las colecciones privadas pueden influir en la interpretación y valoración histórica del arte?


Catherine Petitgas: Primero, habría que definir qué es un coleccionista. Hay que diferenciar entre comprar obras para decorar y ser algo más. Para mí, ser coleccionista implica convertirse en un facilitador dentro de una comunidad. Un buen coleccionista no solo acumula, sino que genera un aporte valioso a la comunidad.

En paralelo, un coleccionista proporciona mecanismos para que los artistas se den a conocer, faciliten y promuevan sus obras a través de galerías y ferias de arte. Esto protege a los artistas y les permite concentrarse en la producción de su trabajo. Esto último es fundamental para que un artista se dé a conocer. Un artista que nadie conoce no sirve para mucho. Es importante que la difusión y colocación de su trabajo sean parte fundamental de su práctica. Y yo, como coleccionista, soy justamente un “facilitador” para que esto suceda.

También es esencial que el coleccionista apoye instituciones y al público, sirviendo como un vehículo que articule los mensajes y misiones de la cultura y el arte.

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Raúl Gasque: Dado tu enfoque en el arte latinoamericano, ¿cómo seleccionas obras que no solo representan la estética de la región, sino que también capturan su contexto cultural y social? ¿Qué es lo que buscas que una obra exprese dentro de una colección tan diversa?

Catherine Petitgas: Comencé a coleccionar con mi exesposo a finales de los años noventa. Trabajábamos en el sector financiero en Wall Street, enfocados en Latinoamérica, y nos sentimos atraídos por el momento de internacionalización de la región. También facilitó mucho que “capturamos” el “humor de la región”, el ritmo de verso que vive esta parte del mundo tan polifacética. Justo entonces, el arte latinoamericano comenzaba a internacionalizarse, y vivimos ese proceso con artistas como Gabriel Orozco y Abraham Cruz Villegas en la Bienal de Venecia.

Nos interesaba —e interesa— capturar lo idiosincrático de Latinoamérica, una especie de poesía que se traduce en la colección. Un ejemplo es Francis Alÿs, que toma mucho del concepto del “flâneur”, ese paseante sin rumbo que encuentra poesía en las calles. Esto es algo que puede ser sumamente interesante en el contexto de las megalópolis. Con un eco del interior de la región al exterior universal. En México y Brasil, la generación de artistas que emergió a partir de finales de los noventa capturó esa particular idiosincrasia.

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Raúl Gasque: ¿Cómo defines la interacción entre el mercado y el arte?

Catherine Petitgas: Hemos invertido muchos recursos en construir una colección con vocación filantrópica. Nunca ha tenido un propósito mercantil. Pero no puedo negar mi formación financiera; soy una analista, una nerd, ¡jajaja! Me gusta entender cómo se financia el sistema institucional del arte. ¡Nada me gusta más que unos archivos de Excel!

Jajaja. Es triste… pero cierto, jajaja. Esto se ha traducido en que yo sea parte de consejos de administración de distintas instituciones y presidenta de varias organizaciones.

Encuentro una gran hipocresía de aquellos que dicen que el arte no tiene relación con las finanzas. Es cierto que si el arte no es una clase de activos lo cierto es que el valor del arte le da un tipo de validación al mercado. Claro, también existen burbujas especulativas, lo cual es un fenómeno que miro con especial agudeza. Esto último va siendo menos afortunadamente, o al menos estamos prestando más atención los coleccionistas y consejos.

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Raúl Gasque: Con la creciente presencia del arte digital y las plataformas en línea, ¿qué desafíos y oportunidades visualizas para los coleccionistas y el arte en general?

Catherine Petitgas: Hay varios aspectos a considerar. Personalmente, el arte digital aún no me convence, especialmente los famosos NFTs. Me parece que es un terreno todavía derivativo, más cercano al diseño que al arte. Lo que sí observo es una desmaterialización del arte, algo que ya mencionaba Marcel Duchamp.

Con relación a la desmaterialización en el arte, me encanta coleccionar obras ligeras; de hecho, colecciono mucho performance y video. Esto es en parte porque tengo una maestría especializada en performance. Tengo piezas que son solo un papel A4 que certifica un performance. Obras fáciles de transportar es algo que me resulta muy satisfactorio de coleccionar. Regresando a la raíz esencial de la pregunta, para mí, la digitalización es una herramienta útil para el intercambio de información, pero no necesariamente una revolución en el arte. Los NFTs no van a cambiar ni sustituir el arte.

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La luz de la biblioteca va cambiando de un tono ligero a una luz más potente del mediodía de Yucatán. Una ventana proyecta la narrativa de la cotidianidad yucateca. Después de beber un poco de agua de jamaica, continuamos la conversación.

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Raúl Gasque: En tu experiencia, ¿cómo puede el coleccionismo de arte influir en el cambio social? ¿Has visto ejemplos donde una colección haya impactado a su comunidad?

Catherine Petitgas: Cada vez más, el coleccionismo debe contribuir a la comunidad. Un ejemplo de esto es el Proyecto Y, una iniciativa que he desarrollado junto con Fritzia Irizar y Óscar García Castro. Este proyecto apoya a estudiantes de la UNAY en la presentación de sus tesis en un foro público, acompañados por cursos y experiencias que fortalecen su práctica. Ya estamos en la segunda edición, la cual ha mostrado mejoras en comparación con el primer año y un futuro de evolución y consolidación. Hay estudiantes que han sido beneficiados por esta experiencia, como Julia Torres, por ejemplo, quien ha desarrollado una obra importante en la última edición. Esto ha sido posible gracias a la tutela de Fritzia y la gestión cercana de Óscar para que la exposición se lleve a cabo en condiciones sobresalientes.

Óscar Murillo es otro buen ejemplo de un artista que ha devuelto a su comunidad en Colombia, con un trabajo estético y coleccionable, pero con un fuerte compromiso social.

Te puedo dar muchos ejemplos. Apoyar a artistas que devuelven a su comunidad es muy importante para la colección. Otro ejemplo en Yucatán es Gerda Gruber, quien ha sido maestra y guía de varios artistas multigeneracionales en México y especialmente en Yucatán.

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Raúl Gasque: Ya que nos hemos concentrado en México en la entrevista, ¿cómo ves a Mérida, Yucatán, en el corto a mediano plazo?

Catherine Petitgas: Mérida corre el riesgo de volverse un lugar para turismo masivo —de esos donde proliferan los springbreakers—, pero sigue siendo una ciudad culturalmente rica, la capital de la cultura en el sureste mexicano. Sin embargo, necesitamos más espacios a la altura de la escena cultural reciente. Proyecto Y es un buen ejemplo de lo que podemos hacer para articular esta efervescencia artística desde un punto de vista filantrópico, fresco y que conecta a estudiantes con instituciones.

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Raúl Gasque: En paralelo a la pregunta anterior: ¿qué proyectos independientes en gestión te parecen interesantes?

Catherine Petitgas: Son varios. Si nos enfocamos en Mérida nuevamente, podemos mencionar Los Martes de Charas por TAE, Casa Escuela, Proyecto Meteorito—Proyecto Editorial y de Gestión Cultural de Patricia Martín Briceño—y Salón Gallos de José García Torres. ¡Hay una efervescencia! Pero necesitamos más esfuerzos para articular estas iniciativas hacia una institucionalización y mecanismos de inversión para que sigan prosperando. Necesitamos involucrar a la iniciativa privada y a personas interesadas en promover estos esfuerzos. Me gustaría poder poner mi experiencia en el ámbito internacional para consolidar un grupo de filántropos en Mérida con una mayor participación de la que se tiene ahora.

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Raúl Gasque: Para finalizar, ¿cómo ha sido acompañar la carrera de Francis Alÿs? ¿Qué lo hace destacar en el arte contemporáneo?

Catherine Petitgas: Francis inspiró nuestra colección. Su obra nos mostró que no se trataba solo de decoración, sino de algo más profundo. También con él desarrollamos proyectos puramente filantrópicos por primera vez. Acompañar su carrera ha sido ver cómo el arte puede cambiar vidas y abrir posibilidades.

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Con una sonrisa y en medio de un tono preciso, Catherine y yo dimos por concluida nuestra conversación. Me obsequió el catálogo del Proyecto Y, un elegante libro gris que encapsula todo lo que me compartió, junto con “Tiempo de Volar”, una edición en maya y español de poesía de Elisa Chavarría Chim, publicada por Proyecto Meteorito en colaboración con Catherine Petitgas y Proyecto Y, un libro fascinante que refleja el espíritu de la región.

Mientras tanto, los peces koi seguían chapoteando en el estanque, y desde algún lugar, con una sonrisa irónica y lacónica, Marcel Duchamp quizás nos observaba, dándonos sus bendiciones laicas para que esta entrevista sea testimonio del tiempo en que vivimos.

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