Ninguna otra película de Disney remite tanto a África como El Rey León. La gran oportunidad para que Beyoncé, una vez más, rindiera tributo a un continente que dice amar y respetar, pero que en realidad ha visitado poco.
La cantante estadounidense no sólo es la voz de Nala en esta nueva versión del clásico de Disney: también es la productora del soundtrack de la película: The Lion King: The Gift, un disco en el que se le da voz a estrellas africanas, como los nigerianos Yemi Alade, Burna Boy y Tiwa Savage, así como a Shatta Wale (Ghana), Salatiel (Camerún), Moonchild Sanelly y Busiswa (Sudáfrica).
Es, hasta el momento, su mayor esfuerzo por dar a conocer a artistas de ese continente, donde sólo ha ofrecido dos conciertos: uno en Lagos, Nigeria, en 2006, y el otro en Addis Abeba, Etiopía, un año después. Los dos por invitación gubernamental y no exentos de polémica.
Diferencias incómodas
Casi toda la música que hoy suena en el mundo tiene su origen en las culturas africanas. Sin esa herencia, Spotify hoy sería un cementerio y Beyoncé, probablemente, una completa desconocida.
La deuda que tiene la industria musical con África es inmensa y para muchos aún no ha sido saldada como se debe. En su libro Blues. La música del Delta del Mississippi, Ted Gioia habla sobre la tendencia de "blanquear" la música negra desde que Elvis Presley tomó el blues afroamericano para convertirlo en un producto aceptable para el público blanco. Porque lo absolutamente negro, dice el autor, sigue incomodando. Algo que sabía bien el padre y exmanager de Beyoncé, Mathew Knowles: "Si mi hija hubiera tenido la piel más oscura, estoy convencido de que no habría tenido el mismo éxito".
Un pendiente que la artista ha buscado resarcir a través de una serie de guiños hacia las culturas africanas. No siempre afortunados.
Cuando promovió su gira On The Run II en marzo de 2018, lo hizo con un cartel en el que ella y su marido Jay Z aparecen montados sobre una motocicleta adornada con un cuerno de cebú.
La imagen levantó una gran cantidad de likes, pero también una demanda por plagio. La revista francesa Jeune Afrique reportó que la pareja copió sin autorización una escena de la película Touki Bouki, de Djibril Diop Mambéty.
"Uno podría dar la bienvenida a este 'homenaje' a un clásico del cine senegalés e incluso podríamos suponer que ayudará a atraer más audiencias, pero la verdad es que el préstamo cultural se hizo de la peor manera. No se consultaron los derechos de autor, carece de elegancia y, como era de esperarse, la gira mundial anunciada por la pareja no pasará por el continente africano".
El hecho causó revuelo porque fue a raíz de esa gira que Forbes nombró a Beyoncé y a Jay Z como la pareja más rica del mundo, con una fortuna conjunta superior a mil millones de dólares. Según Billboard, ambos artistas se embolsaron 254 mdd con las 48 fechas que conformaron este tour.
Beyoncé ha hecho referencias a África desde hace tiempo. En 2011, por ejemplo, incluyó en sus coreografías a un grupo de bailarines de Mozambique que evocaron la Pantsula, una danza sudafricana disidente surgida durante el apartheid. También ha dicho ser admiradora de la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, una férrea enemiga de la occidentalización de las culturas africanas.
Su imagen como Nefertiti moderna comenzó a partir de su álbum Lemonade (2016), para el cual contrató al maquillista nigeriano Laolu Senbajo, quien le recomendó portar una vestimenta inspirada en las costumbres del pueblo yoruba.
El disco se ha vendido en más de 3 millones de copias y fue uno de los primeros lanzamientos exclusivos de Tidal, la plataforma de música por streaming que poseen Beyoncé y Jay Z.
Desde hace cinco años, la estadounidense no sale del Top 5 de las cantantes mejor pagadas del mundo. Sus ganancias se han visto incrementadas considerablemente, de 115 mdd en 2015 a 400 mdd en 2019, según Forbes.
Una fortuna que no explica la mayor polémica en la que se ha visto envuelta: en 2013, el NYT reprodujo una información de Sahara Reporters en la que se reveló que el concierto que ofreció con Jay Z en Lagos, en 2006, fue pagado con fondos públicos que pertenecían a un programa de combate a la pobreza del estado de Bayelsa, en Nigeria.
Un millón de dólares fue la cantidad que se utilizó para pagar los servicios de la pareja en un país donde seis personas caen en pobreza extrema cada minuto, según The Brookings Institution. Jeune Afrique sostiene que la pareja pidió 4 mdd para actuar en Costa de Marfil, pero no le alcanzó a la Sociedad de Entretenimiento de África.
Beyoncé, por lo pronto, no piensa alejarse de África. Aunque la autenticidad de su amor por el continente más olvidado sea puesta en duda cada año.