Entre los trenecitos que esperan a los paseantes del Bosque de Chapultepec, una extraña estructura resalta a lo lejos. Como si navegara entre los árboles. "Parece un barco", comenta un joven a su amigo, que mira a través de la cerca.
La recién restaurada escultura monumental que Manuel Felguérez concibió originalmente como un mural y colocaría a la entrada de la Villa Olímpica como parte de la Ruta de la Amistad, en 1968, atracó en otro puerto: el Museo de Arte Moderno. Suspendida entre las ramas, cuando se le mira desde la calle, es un regalo a la vista.
Dentro de los límites del museo, El barco se erige como la pieza estrella entre las 56 que integran del Jardín Escultórico. Sus grandes dimensiones (5 metros de alto por 15.20 de largo y más de metro y medio de profundidad) son suficientes para que resalte en el paisje. Y desde hace unas semanas, luego de su restauración, luce en todo su esplendor, a 50 años de haber sido cedida al museo por el artista zacatecano, quien con la reinstalación de esta obra celebró sus 90 años de vida: nació el 12 de diciembre de 1928.
Una pareja pasea frente a la nave de hierro que en su interior tiene las distintivas figuras geométricas. "No la recordaba", dice ella. La escultura fue restaurada por el Centro Nacional de Conservación y Registro del Patrimonio Artístico Mueble del INBA con la asesoría del propio artista y el resultado es una pieza tan fresca como cuando fue creada, en 1968, cuando al autor le interesaba reflexionar sobre un nuevo orden conceptual y emocional, ante la interacción con las máquinas.
La pareja no resiste la tentación de tomarse una selfie junto al Felguérez. "Poner un barco en el jardín es una idea muy loca", dice él, sonriendo a la cámara de su celular. restaurado. El barco de Felguérez se exhibe en los jardines del MAM.