"En realidad, la maternidad lo cambia todo: las relaciones con tu cuerpo, con tu pareja, con tus amigos, con tus padres, con la sociedad entera. En mi caso, fue una reconfiguración absoluta de mi universo y del marco de referencia con el que veo la vida", dice en entrevista Jazmina Barrera (Ciudad de México, 1988), autora de Línea nigra (Almadía, 2020).
El embarazo, el parto y la lactancia inspiraron a esta autora para escribir su tercer libro de ensayo: una obra fragmentaria que es a un tiempo un diario sobre la experiencia de la maternidad y una serie de referencias visuales y literarias sobre el tema. Antes, la también editora y socia fundadora de Ediciones Antílope había publicado Cuerpo extraño (2013) y Cuaderno de faros (2017).
"Empezó como un diario de embarazo y la vida o ciertos acontecimientos en particular lo fueron transformando: el terremoto del 17 y la enfermedad de mi madre. También se fue transformado su formato porque en algún momento me dio por hacer esta colección de referencias a aristas visuales y a otras escritoras que hubieran trabajado el embarazo, el parto y la lactancia en su obra", comenta sobre el origen de Línea nigra.
"En algún momento, en la combinación de todo eso, pensé que, así como la lectura de estas otras autoras, la obra de estas artistas, me había ayudado mucho en mi proceso de embarazo y de lactancia, me habían hecho compañía, me habían ayudado a reflexionar, a cuestionarme, a entender, pensé que quizás este libro podría llegar a ser útil o interesante para alguien más", añade durante la conversación vía telefónica.
El título de esta obra alude a la línea oscura y vertical que aparece en el abdomen alrededor del segundo trimestre de embarazo: "En mi panza se ha ido dibujando lentamente una línea oscura. Línea nigra, la llaman. Dicen que es para que el bebé, que ve en alto contraste, suba por el estómago y sepa encontrar los pezones", explica la autora en las primeras páginas.
Un libro sin recetas
Línea nigra es un libro que es al mismo tiempo reflexivo, narrativo, poético e incluso aforístico: un ensayo. Como en sus libros anteriores, Jazmina hizo a un lado las convenciones que dividen a la literatura en géneros y dejó que esta obra, en sus múltiples y variados fragmentos, fuera tomando la forma que más convenía a su necesidad expresiva:
"Prefiero pensar en libros que en géneros literarios. Las convenciones, que eso son en realidad los géneros, me parecen una especie de recetas con las que habría que cumplir y eso me estorba al momento de la escritura. En realidad, prefiero el ensayo porque tengo una definición muy particular de este: para mí un ensayo es cualquier libro que escapa de las normas convencionales de los géneros, yo clasifico como ensayos todos los géneros raros, todos los libros híbridos, todos los libros que no se escribieron con el género en mente. Por supuesto hay muchos libros que otras personas podrían clasificar como novelas o como poesía que en realidad para mí son ensayos, para mí cualquier buen libro es un ensayo".
"Lo que pasa también es que me gusta mucho la palabra 'ensayo'. Tiene muchas connotaciones que me gustan: tiene que ver con los procesos más que con los productos, tiene que ver con la performatividad, con el experimento. En cambio, una palabra como 'novela', que se refiere en su origen a lo nuevo, no me parece tan apelativa. Entonces, prefiero usar la palabra 'ensayo', pero proviene de un diccionario muy personal", explica.
En este libro, la ensayista también aborda el cambio que han sufrido sus procesos de escritura a partir de la maternidad: "Mi escritura se vio afectada a niveles muy prácticos, es decir, tengo mucho menos tiempo para escribir y cuando lo hago, lo hago con mucha más urgencia, con muchas menos dudas porque en realidad estoy pensando en lo que escribo todo el tiempo y cuando llego al momento de transcribir las palabras, lo hago, me parce, con más precisión".