Jeff Koons es el artista vivo más cotizado del mundo: 91 millones de dólares alcanzó su escultura Rabbit (1986) en una subasta realizada en días recientes.
El hito, histórico, se lee como una ironía más en el discurso de un artista que sustenta su trabajo, precisamente, en la crítica a los mecanismos del mercado en el arte contemporáneo.
Una crítica de la que el mismo Jeff Koons es blanco y a la que, de visita para inaugurar la muestra Apariencia desnuda: El deseo y el objeto en la obra de Marcel Duchamp y Jeff Koons, aun, en el Museo Jumex, responde tajante: "Yo siempre he sido un artista".
¿Colecciona obra de alguien más? , cuestionó Adela Micha en En EF y por Adela para El Financiero Bloomberg.
Sí. En su mayoría de viejos maestros de la pintura. Tengo algunos del siglo XIX.
¿Y contemporáneos?
De todos los artistas, me encantaría tener un Duchamp.
¿Ha logrado lo que ha querido?
No. El arte es una plataforma para llegar a ser, así que tengo por lo menos tres décadas o más para seguir trabajando y lograr algo.
¿Dónde ve su lugar en la historia del arte?
Me veo como alguien que siempre quiso participar de ese diálogo, y sabía que tenía mis limitaciones. Soy solo yo.
¿El arte ha perdido la esencia ante la tendencia y el mercado?
El mundo del arte se ha estado expandiendo durante estas dos décadas, y en esa expansión no se ha presentado la información necesaria para que la gente aprenda los valores del arte. Siempre damos por hecho que quien está viendo el arte se está abriendo, pero muy pocos lo hacen.
Usted empezó en Wall Street comercializando mercancía...
Para ganarme la vida. Yo siempre he sido un artista. Solo que en vez de trabajar como mesero, trabajé en el Museo de Arte Moderno, vendía membresías en la entrada y las dupliqué, así que la gente me ofrecía trabajo.
Comencé vendiendo fondos de inversión, fui corredor de materias primas, luego de acciones y bonos. Ser corredor me permitió hacerme de suficiente dinero para poder reproducir mis obras. La gente piensa que soy un corredor de bolsa que vio en el arte un negocio, y es lo opuesto.
¿Esto nunca ha sido por dinero?
No. Siempre he creído que si le doy al arte todo lo que tengo y la gente encuentra algo interesante en ello, se asegurarían de que yo siguiera haciendo esta actividad.
¿Cómo maneja el récord de haber vendido un conejo en 91 mdd? ¿Qué sintió cuando se enteró?
Iba camino a la Ciudad de México, y me di cuenta de que realmente no me importa.
¿Qué le responde a quienes dicen que solo es un buen mercadólogo?
No creo en los juicios ni en la crítica ni en las jerarquías, y la razón es que ello limita la oportunidad que uno tiene de abrirse hacia todo.
¿El arte puede cambiar al mundo?
Absolutamente. Cada artista, cada amante del arte que he conocido es un ejemplo. El mundo del arte es en realidad un grupo de personas interesadas en el potencial de los seres humanos, en el que la gente quiere tener experiencias, y compartirlas.
¿No hay rivalidad?
No creo.
Hay un grupo de los artistas y hay otro del mercado del arte…
Es parte de todo ese mundo. Esta exhibición de Duchamp con mi trabajo se enfoca en el ready made, que es un vehículo de aceptación. Te enseña que no tienes que traer nada a una obra de arte que no seas tú mismo. ¿Qué es el arte? Es la esencia de nuestro propio potencial. El arte está en todos lados.
Cuando alguien observa su trabajo es porque ya está completo, ¿no?
Duchamp hablaba de que el espectador completa la obra de arte. Es un discurso que comienza al final del siglo XIX, cuando Freud estaba en Viena. El historiador del arte Alois Riegl es quien introduce el término beholder's share, que significa que el espectador termina la obra de arte, y yo creo en esto completamente.
Las feministas tienen un conflicto con algunos de sus trabajos. ¿Cómo percibe a las mujeres?
Siempre he pensado en ellas como una representación de la belleza y como un símbolo de fertilidad y de la continuación de la energía de la vida. He intentado siempre tener a ambos sexos en mi trabajo, y nunca he tratado de enajenar ningún género.
Tiene a mucha gente trabajando en su estudio, ¿no?
He tratado de hacerlo lo más íntimo posible. Lo veo como un think tank que ve la producción de mi visión. Hay malas interpretaciones sobre que mi estudio ha sido como una fábrica para grandes producciones, pero en realidad trabajo muy pocas piezas, muy laboriosas e intensas. Hacer Baloon Dog me tomó muchos años en hacer; el Play-Doh, dos décadas. En una pintura me puedo tardar dos años, así que no se trata del número de obras que he hecho, sino de la intensidad del trabajo.