Culturas

Para Joel Ortega, el movimiento estudiantil de 1968 ya es historia

En 1968, los estudiantes eran la libertad y fueron dueños de la calle durante tres meses, recuerda Joel Ortega, quien señala los lemas de entonces, que se repiten cada año para avivar la memoria, van perdiendo color.

El movimiento estudiantil de 1968 es cosa del pasado. Un ciclo terminado, a pesar de que quedan pendientes, asegura Joel Ortega Juárez.

Una de esas deudas es la inclusión del sindicalismo mexicano en la lucha que comenzaron los jóvenes de hace 50 años. "No pudimos. Cuando llegamos al Sindicato Minero nos recibieron a balazos", relata el activista y catedrático.

"Pero sí contamos con la simpatía de mucha gente. Queríamos asaltar el cielo. Acabar con la explotación, con la opresión; éramos la libertad, fuimos dueños de la calle durante tres meses", cuenta. Pero de eso ha pasado ya medio siglo, y los lemas de entonces, que se repiten cada año para avivar la memoria, van perdiendo color.

"Con el tiempo se fue volviendo patético que siguiéramos saliendo a las calles a gritar '¡2 de octubre no se olvida!', cada vez más panzones, más viejos. Lo que hicimos fue actuar. Demandamos a (Luis) Echeverría, lo enjuiciamos, lo procesamos y logramos que fuera condenado por el delito de genocidio. Estuvo en prisión domiciliaria casi tres años (de julio de 2007 a marzo de 2009). Esa fue una batalla ganada", dice respecto al ex presidente, quien fungía como secretario de Gobernación en 1968.

Con el tiempo se fue volviendo patético que siguiéramos saliendo a las calles a gritar ‘¡2 de octubre no se olvida!’, cada vez más viejos. Lo que hicimos fue actuar. Demandamos a (Luis) Echeverría, lo enjuiciamos, lo procesamos y logramos que fuera condenado por el delito de genocidio”

Joel Ortega

A la distancia -añade- la mayoría de sus consignas resultan obsoletas. Por ejemplo, la libertad de expresión no está secuestrada como en 1968. "La prueba es que hay medios en los que todos podemos decir lo que pensamos. Eso entonces era imposible".

Contrario a lo que piensan muchos de sus contemporáneos, dice, cualquier tiempo futuro es mejor. Es así que este jueves presenta su libro Adiós al 68, su declaratoria de que el movimiento estudiantil de ese revulsivo año ya es historia.

También llegó la hora de aclarar las mentiras alrededor del movimiento, que despliega en su libro, aunque, advierte, se trata de su versión de los hechos, no de una verdad absoluta.

Joel Ortega asegura, por ejemplo, que no fueron 500, sino 58 los estudiantes asesinados por el Ejército. "Eso no aminora que hayan matado a 58, pero no nos sirve de nada mentir. Si mentimos, nos convertimos en promotores del terror".

Tampoco Luis Echeverría dio amnistía a los presos del 68, sostiene. "Salieron de manera paulatina y los últimos fueron los directivos del CNH, porque la mamá de Raúl Álvarez, quien fue amiga de Echeverría en su juventud, le pidió que sacara a su hijo y a los muchachos; él aceptó, pero se tenían que ir del país. Se fueron a Perú y duraron menos de un mes fuera, porque Mario Moya Palencia (el Secretario de Gobernación) declaró que aquí no había presos políticos ni desterrados. Entonces, tuvieron los tamaños para regresar".

Asimismo hace falta desbaratar ciertos mitos alrededor del movimiento, agrega. "El libro de Elena Poniatowska difundió la idea equivocada de que fue una noche trágica y un movimiento sólo de México. Pero por primera vez, este país llegó a tiempo y formó parte de un movimiento planetario".

Léalo

Joel Ortega Juárez . Adiós al 68

Sello: Grijalbo

Año: 2018

Precio: $249

Al 68 se le acusó por distintos frentes de ser un complot. "Eso es otro mito", comparte el autor. "No se puede reducir, como tontamente pensó Luis Echeverría, a una conjura comunista. Eso decía también Díaz Ordaz, que nos llamó 'seguidores de los filósofos de la destrucción', refiriéndose a Marcuse y otros. Bonita conjura, porque los rusos, los polacos y los cubanos decían lo mismo, sólo que se lo adjudicaban a la CIA".

Del Prohibido prohibir al #yosoy132

Hoy, la única consigna válida del movimiento estudiantil es el grito "¡Prohibido prohibir!", que sigue resonando entre los jóvenes, de acuerdo con Joel Ortega.

"Creo que sembramos una semilla. En todas las luchas que hubo en el mundo en 1968 pasaron al menos 16 años para que reviviera el movimiento estudiantil. En México, en menos de tres años estábamos nuevamente en las calles. Luego en 1986, en el 88 y en el 99-2000. Surgieron el movimiento #yosoy132 y el del Politécnico en 2014. El año pasado, por el sismo, los jóvenes volvieron a salir a las calles", comparte.

El 68 sembró la apetencia de libertad, afirma. "El Búho (Eduardo Valle) dijo algo muy bonito en su discurso del 13 de septiembre de 1968: 'lo dulce de la libertad nunca se olvida'. Dijo que antes luchábamos contra las cadenas y ahora sabíamos que nos las podíamos quitar. Ese es uno de los logros más importantes del movimiento".

Sin embargo, aquel impulso libertario fue ingenuo, reconoce. Y lo pagó con sangre. "En un país como éste, un pliego de seis puntos inocuos que incluía pago de los daños a los estudiantes o la destitución de los jefes de la policía era subversivo porque era un reto a la autoridad. Díaz Ordaz lo dijo en el informe de ese año: 'no podemos tolerarlo, hemos llegado al límite', en referencia al movimiento estudiantil. Y no entendimos que eso implicaba que nos iban a masacrar".

Acuda

¿Qué? Presentación del libro Adiós al 68

¿Dónde? Librería Gandhi. Miguel Ángel de Quevedo 121, Chimalistac

¿Cuándo? Jueves 6, 18:00 horas

Localidad: Entrada libre

Joel Ortega Juárez era un estudiante de Economía cuando fue parte del movimiento. Sobrevivió a la matanza de Tlatelolco y al halconazo de 1971. Formó parte del equipo de transición que llevó a Vicente Fox a la presidencia y del grupo que llevó a juicio a Luis Echeverría en el sexenio de Felipe Calderón. Su generación, nacida después del fin de la Segunda Guerra Mundial, protagonizó una reacción mundial de rebeldía contra el poder.

"Hay testimonios de que el movimiento se produjo en más de 60 países. Su definición era la diversidad; no podía ser de izquierda, ni comunista, o anarquista, ni mucho menos de derecha. Era un movimiento libertario en el sentido profundo del término. Todo lo que sucedió desde finales de los 50 y hasta 1968 fue como una combinación astral que sucede una vez cada miles de años, por eso fuimos una generación muy afortunada que navegó con el viento a favor", concluye.

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