Culturas

'Vindictas. Cuentistas latinoamericanas', la antología que exhuma a escritoras injustamente olvidadas

La Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM publica este libro que saca a la luz cuentos escritos por 20 autoras marginadas.

"Escritoras exhumando escritoras". Así ha descrito la escritora ecuatoriana María Fernanda Ampuero labor que hay detrás de Vindictas. Cuentistas latinoamericanas, el libro más reciente de la colección Vindictas editada por la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM.

Vindictas es un esfuerzo editorial que busca recuperar y reivindicar a autoras latinoamericanas injustamente olvidadas, y que ha sido posible gracias a un empeño conjunto de escritoras de todo el continente por rastrear obras prácticamente inconseguibles de sus antecesoras.

La colección toma su nombre del verbo latino vindico, que significa "vengar", "castigar", "entregar", "proteger", precisamente porque pretende "vengar" y "castigar" modelos que marginan, así como "proteger" a estas autoras y "entregar" sus libros a los lectores.

"En el siglo XX prevaleció una mirada machista alrededor de la literatura, de lo que valía la pena publicar y leer. Si miramos, por ejemplo, un movimiento tan grande como el boom latinoamericano, no hubo una sola autora incluida, parecía absolutamente normal esa ausencia. Contra esa normalización, contra esa marginalización es que estamos publicando esta colección", afirma en entrevista Socorro Venegas, titular de la Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial.


Vindictas dio sus primeros frutos en 2019, con al publicación de las novelas El lugar donde crece la hierba, de Luisa Josefina Hernández; Minotauromaquia, de Tita Valencia; De ausencia, de María Luisa Mendoza; La cripta del espejo, de Marcela del Río, y En estado de memoria, de Tununa Mercado. Mientras que, a finales del 2020, aparecieron las novelas La octava maravilla, de Vlady Kociancich, y La ruta de su evasión de Yolanda Oreamuno, así como Cuentistas latinoamericanas. Este último reúne a 20 autoras, cada una de un país distinto.

"Son autoras a las que no se lee en las escuelas, cuyos libros no están incluidos en los planes de estudio, que no se consiguen fácilmente ni en librerías ni en bibliotecas. Parecería que el lugar natural donde podríamos encontrar a estas escritoras es en las librerías de viejo, en las secciones de libros raros o en las colecciones de libros antiguos de las bibliotecas, como verdaderas rarezas, lo cual es parte de la injusticia", comenta Venegas sobre la antología.

Para hacer posible este libro, la editora y escritora trabajó de la mano con casi cuarenta escritoras, críticas e investigadoras de diferentes rincones del continente; corresponsales que contribuyeron con nombres de autoras, así como con títulos de cuentos y de libros, entre las que se encuentran la mencionada Ampuero, Liliana Colanzi, Alejandra Costamagna, Mariana Enríquez, Claudia Hernández y Michelle Roche Rodríguez. La selección final, la función de antólogas, estuvo a cargo de Venegas y de Juan Casamayor, filólogo español y fundador de la editorial Páginas de Espuma, un referente en la publicación del género.

Vindictas. Cuentistas latinoamericanas

Las autoras incluidas en la antología son:

María Luisa Puga, México

Mimí Díaz Lozano, Honduras

Mirta Yáñez, Cuba

Gilda Holst, Ecuador

Marvel Moreno, Colombia

Armonía Somers, Uruguay

Mercedes Gordillo, Nicaragua

María Luisa Elío, España

Hilma Contreras, República Dominicana

Susy Delgado, Paraguay

Silda Cordoliani, Venezuela

Rosario Ferré, Puerto Rico

Pilar Dughi, Perú

Magda Zavala, Costa Rica

Ivonne Recinos Aquino, Guatemala

Marta Brunet, Chile

Bertalicia Peralta, Panamá

María Luisa de Luján Campos, Argentina

Mercedes Durand, El Salvador

María Virginia Estenssoro, Bolivia

La directora general de Publicaciones y Fomento Editorial de la UNAM explica que los criterios para elegir a las 20 escritoras que finalmente conforman la antología son estrictamente literarios: "No estamos publicándolas por hacerles un favor. Me he encontrado con lectores prejuiciados que piensan 'están publicándolas porque está de moda publicar autoras, porque una cuestión de cuota de género. Todos esos argumentos, absolutamente machistas, siguen reflejando a la sociedad heteropatriarcal en la que estamos viviendo. Cuando hablamos de cómo se trató de borrar y se marginalizó a las autoras del siglo pasado, estamos refiriéndonos a un hecho histórico".

"Si se revisan las antologías de cuento más importantes del siglo pasado, parecería que no hubo escritoras, que no hubo cuentistas en Latinoamérica", agrega.

De acuerdo con la también autora del libro de cuentos La memoria donde ardía (Páginas de Espuma, 2019), entre el 70 y el 80 por ciento de las autoras incluidas en Vindictas. Cuentistas latinoamericanas no son conocidas incluso para lectores especializados, para quienes estudiaron letras, han hecho crítica o historia de la literatura.

Desestabilizar el canon de la literatura latinoamericana del siglo XX, es decir, poner en duda la historia que se nos ha contado de la literatura escrita en el continente, cuestionar si está completa sin la obra de estas cuentistas y del resto de las autoras que conforman la colección, ha sido uno más de los objetivos de Vindictas.

"Es una ruta genealógica, una línea de sangre tras la que vamos para saber quiénes eran nuestras madres literarias y para honrarlas por todo lo que les debemos porque si hoy podemos escribir, publicar y seguir luchando por las grandes reivindicaciones de las mujeres se debe también a que ellas en su momento lucharon, quisieron abrir espacios, los abrieron", comenta Venegas sobre el espíritu de la colección, a la que próximamente se sumarán Diario del dolor de María Luisa Puga, con prólogo de Brenda Navarro, así como obras de poetas y ensayistas.

No obstante esta labor de rescate, la editora es consciente de que hay una parte de todo esto que ya no es posible remediar. "Lo que ya no podemos recuperar es cuánta falta nos hicieron estas autoras cuando estábamos formándonos, construyéndonos como lectores, quizá como escritores. La única forma de reivindicarlas y de reparar esa ausencia, que es una especie de orfandad, es leerlas, ir a su encuentro, buscarlas, pedirle a los editores que las vuelvan a publicar; a los libreros, que pongan sus libros en las mesas de novedades, que los recomienden; a los bibliotecarios, que las incluyan en sus colecciones, para volver a poner sus libros en las manos de los lectores, que es donde siempre han debido estar. De esa forma podemos ir al menos completando un panorama del que habían sido borradas, para el que no existían".

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