Culturas

¡Viva México! Rivera y Orozco se hacen presentes en exposición en Museo Whitney de Nueva York

'Vida Americana: Muralistas mexicanos rehacen el arte estadounidense, 1925-1945' defiende la hipótesis de que estos artistas le dieron forma al arte estadounidense en esos años.

Los grandes muralistas mexicanos de principios del siglo XX protagonizan una nueva exposición en el Museo Whitney en Nueva York que deja un claro mensaje: fueron ellos, y no los franceses, los que inspiraron a los artistas estadounidenses de la época y cambiaron la escena artística de Estados Unidos.

'Vida Americana: Mexican Muralists Remake American Art, 1925-1945' (Vida Americana: Muralistas mexicanos rehacen el arte estadounidense, 1925-1945) afirma que muralistas como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros influyeron fuertemente en el estilo, la temática y la ideología del arte estadounidense en la primera mitad del siglo pasado.

La exposición, que arranca el próximo lunes y finaliza a mediados de mayo, es un paseo a través de 200 obras de 60 artistas mexicanos y estadounidenses que muestran elementos comunes como escenas de revolución, trauma y lucha proletaria, fuerte uso del color y pinceladas dinámicas de brocha gorda.

"Nuestra hipótesis al investigar la exposición fue que los muralistas mexicanos fueron la influencia más dominante", explicó Barbara Haskell, comisaria de la muestra, a The Associated Press.

"Los estadounidenses siempre han tenido la idea de que fueron los franceses los que dominaron el arte del siglo XX en este país y esta exposición demuestra que eso es incorrecto", subrayó Haskell.

"La exposición muestra el intenso y profundo impacto de los artistas (mexicanos) en artistas estadounidenses que en esas décadas intentaban con dificultad conectar con el público y explicar la crisis de fe que sufría Estados Unidos tras el derrumbe de la bolsa (en 1929)".

Entre las obras mexicanas están Baile en Tehuantepec (1928) y El levantamiento (1931) de Rivera; Zapatistas (1931) de Orozco, y Yo y mis pericos (1941) de Frida Kahlo.

Entras las estadounidenses se encuentran The Flame (1934-38), de Jackson Pollock; Construction Worker (1940), de Marion Greenwood, y Bombardment (1937-38) de Philip Guston. Las obras de unos se mezclan con las de otros: un cuadro de Orozco, por ejemplo, está colocado al lado de uno de Pollock.

Según la muestra, uno de los ejemplos de la influencia de los artistas mexicanos en Estados Unidos es el taller experimental que Siqueiros estableció en Nueva York en 1936 y el efecto que este tuvo en Pollock, quien adoptó su técnica de lanzar y hacer gotear pintura en lienzos sujetos al suelo.

Tras el final de la Revolución Mexicana en 1920, el Gobierno del presidente Álvaro Obregón encargó murales públicos que tenían como objetivo unificar el país tras 10 años de guerra civil y educar a los ciudadanos sobre los ideales de la revolución populista. Atraídos por el entusiasmo que se comunicaba en la prensa, muchos artistas estadounidenses viajaron a México para ver los murales y trabajar con los artistas locales. Años más tarde, algunos como Orozco, Rivera y Siqueiros pasaron largos periodos de tiempo en Estados Unidos para exponer su obra.

Según Haskell, después de la Segunda Guerra Mundial la abstracción en la pintura se puso de moda y el arte figurativo era considerado retrógrado y conservador, y por lo tantos los artistas mexicanos perdieron influencia. También llegó una ola anticomunista que los dejó aun más en las sombras, agregó la comisaria. Por estos motivos, el arte de los muralistas mexicanos no se ha considerado tan influyente, indicó.

Sin embargo, recalcó que su peso está ahora claro.

Tanto las obras de los mexicanos como las de los estadounidenses, explicó la comisaria, comparten "esa noción de que el arte juega un papel público, un papel social, de que puede ser poderoso y moderno, al mismo tiempo que lidia con asuntos políticos y sociales".

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