Culturas

'Vive' la nostalgia

Muchos cambios han sucedido en la música desde su origen; el festival es un reto contra la era digital.

Hace 21 años, los planetas se alinearon para que naciera el Vive Latino: bandas consolidadas y jóvenes, disqueras poderosas, público numeroso, contexto social de protesta y radiodifusoras suficientes.

Sin embargo, de 1998 a la fecha, las disqueras han perdido peso ante el streaming, los grandes públicos se han fragmentado en nichos, la juventud se ha alejado de los asuntos políticos y las radiodifusoras han perdido su influencia sobre la industria y las audiencias.

"El rock ya no es un asunto tan masivo. En aquel momento existieron las condiciones ideales para un Vive con headliners latinoamericanos que tuvieran gran capacidad de convocatoria. El cartel sigue dependiendo de los nombres de siempre o incluso se ha tenido que recurrir a bandas anglosajonas para que se llenen las cabezas de cartel, porque las que existen hoy todavía no tienen ese alcance masivo o esa proyección internacional que se requiere para ser headliner", observa el periodista musical David Cortés.

Aunque uno de los objetivos del Vive Latino fue la generación de nuevos públicos y propuestas musicales que pudieran llegar a las grandes masas, los resultados no han sido los ideales.

"Los organizadores no se han asomado al subterráneo para generar nuevas escenas. Quizás por eso las nuevas generaciones hoy no tienen una voz de representación real y siguen pidiendo a grupos que viven del pasado, como Caifanes o Maldita Vecindad. Después de Zoé, que fue la última gran banda de rock, ninguna ha podido ser headliner, y eso que hay grupos que ya llevan muchos años, como Enjambre o DLD", señala el autor de El otro rock mexicano (2017).

Con 165 mil 325 boletos vendidos en su edición 2018 y una ganancia aproximada en taquilla de 198 millones de pesos, el Vive Latino es la joya de la corona de OCESA. El año pasado se colocó en el Top 20 de los mejores festivales del mundo, de acuerdo con el reporte Year End, World Ticket Sales, de Pollstar. Estos números han posicionado a CIE/OCESA como la quinta operadora de entretenimiento a nivel mundial.

"El Vive tiene la corona del festival más importante de Latinoamérica. Ese título no lo ha perdido con todo y las críticas que se le han hecho. No perdamos de vista que, como evento de gran alcance, debe tener una estrategia de masas", considera Cynthia Flores, directora editorial y programadora de Indie Rocks!.

YA NO SOMOS LOS MISMOS

Los hábitos de consumo musical han influido directamente en la transformación del público que asiste al festival. En Spotify, basta un dedazo para cambiar de Los Ángeles Negros a Radio Futura. Un fenómeno comercial que, dice Cortés, fue asimilado por las disqueras y eso provocó que de pronto surgieran colaboraciones que hace 10 o 20 años hubiesen sido improbables, como la de León Larregui con Bronco.

"El público que acudió a las primeras ediciones era bastante intolerante hacia las propuestas ajenas al rock. En 2003 bajaron a Natalia Lafourcade a punta de vasos y abucheos. Algo similar pasó con Calle 13 en 2007", recuerda la periodista y colaboradora de Rolling Stone, Natalia Cano, quien ha cubierto el festival desde su fundación.

Sin embargo, afirma, la era tecnológica ha contribuido a derribar prejuicios: "Hoy alguien puede rockear con Metallica y bailar una charanga y no pasa nada. Lo vemos en la Carpa Intolerante o en escenarios alternos, donde las propuestas van desde cumbia electrónica o sonidera hasta reguetón o trap".

Cano sostiene que el Vive Latino es el resultado de todos los festivales —como Muévete, gira por la Libertad— que se realizaron en los 90 casi clandestinamente en espacios como la UAM o CU. "Eran tiempos en los que se rendía tributo a las bandas en español, pero las cosas han cambiado y el Vive debe trabajar más en la creación de nuevos públicos y nuevas bandas, porque no se puede tener a Café Tacvba de headliner todo el tiempo. Y también creo que ha faltado iniciativa para que las mujeres tengan una mayor participación como headliners".

Cynthia Flores —quien trabaja en el underground del país desde hace varios años— asegura que, aunque tarde, el cambio generacional del festival apenas comienza. Tampoco tiene duda de que, como proyecto impulsor de la música latinoamericana, el Vive se ha estancado. Es por ello que, dice, se deben refrescar los mecanismos de producción, logística, programación y difusión.

Bandalos Chinos se presentará por primera vez en el Vive Latino este domingo. "Es como un sueño cumplido", dice su vocalista Goyo Legano. Son argentinos y su primer álbum data de 2014. Goyo asegura que ya se siente el cambio generacional y que los festivales son fundamentales para la creación de públicos. Admite que los grupos independientes como el suyo tienen un camino difícil para ser headliners.

Hello Seahorse! es otra banda que ha vivido en carne propia la transformación del Vive, donde se ha presentado cuatro veces. Llevan 14 años juntos y tienen seis álbumes. Su vocalista, Denisse Gutiérrez, pasó de ser el icono femenino del rock indie a la figura ecléctica que igual colabora con Zoé que canta música regional con Alondra de la Parra. "Vivimos la experiencia de vender y consumir música en MySpace, que fue la antípoda del streaming. La palabra indie ya no significa lo mismo que hace 15 años. La independencia hoy sólo es una manera de autogestionarse", dice el baterista, Bonnz!.

El Vive Latino festejará, por lo pronto, sus 20 ediciones entre la nostalgia y el intento de renovarse.

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